Los Beatles lo anunciaron en el 67 con su All You Need Is Love, el amor no pasa de moda. Monica y Chandler, Carrie y Big, Ted y Robin, los amoríos encienden en nosotros una llama que nos vuelve más blandos que los ositos de gominola pero hay una distancia abismal entre las utópicas relaciones televisivas que tanto adoramos y los tortuosos noviazgos de las personas de carne y hueso. Lo confieso, me encanta el celestineo, juntar a mis amigos como si estuviese mezclando azúcar, especias y muchas cosas bonitas, pero lo malo del efecto Tinder es que por cada pareja ideal te encuentras con siete relaciones más raras que Chewbacca depilado.

  • Los que no se separan ni para cagar

Intenta recordar la última vez que les vistes separados… Tic tac, tic tac. NO PUEDES. Existe una fuerza sobrehumana que les impide alejarse más de cinco centímetros el uno del otro. En las quedadas de amigos se sientan pegaditos, siempre te los encuentras en un rincón de la discoteca acaramelados, rompen las reglas de aforo de los probadores porque entran juntos e incluso se limpian el culo mutuamente. Él va a quedar con su mejor amigo para rememorar viejos tiempos, ella se apunta. Hay una quedada de amigas, él se acopla. El día menos pensado harán la mitosis al revés fusionándose en un solo cuerpo.

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Literalmente no se separan para nada.
  • Los reyes del postureo

Esa maravillosa pareja que tiene la imperiosa necesidad de subir fotos contando absolutamente todo lo que hacen para que el resto del mundo (o de Facebook) sepa lo felices que son. Frases de Paulo Coelho, canciones de Pablo Alborán, vídeos de A Tres Metros Sobre el Cielo, todo les resulta útil para que el resto de mortales sepan que se profesan amor incondicional. Lo que te encuentras detrás de las cámaras son discusiones porque uno de los dos no le ha deseado las buenas noches al otro vía Twitter pero shhhhhh, que nadie se entere, aquí todo son frases de Mr. Wonderful.

  • Los que discuten hasta cuando duermen

Si guardas silencio ahora mismo puedes oír cómo se echan en cara cosas que pasaron hace tres años y da igual que sea la graduación de la hermana del novio, ellos van a tener bronca igual. Al principio era violento para sus amigos tener que presenciar esas escenitas cada noche que salían juntos pero ahora lo incómodo es verles en plan tortolitos porque se sabe que tras la aparente calma se avecina una tormenta.

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  • Los coleguitas

Esa curiosa relación en la que el chico le dice a la chica (o viceversa) «¿has visto el culo de ese?» sin segundas, sin celos, sin trampa ni cartón, como si fueran dos amigos que van de caza sexual. En los bares tontean con otros estando juntos solo por las risas ante la atónita mirada de la pareja que discute, y al llegar a casa nadie le echa en cara nada a nadie. Iker Jiménez debería incluir esta relación tan paranormal en su programa.

  • Los «de oca en oca y tiro porque me toca»

Existe un fenómeno científico denominado la relación puente. Lo dejas con tu pareja pero te das cuenta de que echas de menos el amor así que te buscas un parche que te de calor por las noches, sexo por las tardes y un WhatsApp de buenos días por la mañana. Cuando llega alguien mejor te quitas el parche de forma rápida e indolora – para ti–, lo tiras a la basura y vuelta al comienzo del ciclo del amor. Lo más peculiar de este amorío es que no deja huella, no hay fotos en Facebook, no quedaron con los amigos del otro y las conversaciones acaban siendo borradas por resentimiento o porque ocupan demasiado espacio en el móvil.

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  • Los 50 sombras de Grey

La relación dueña–sumiso (o viceversa) de toda la vida de dios. Es muy sencillo distinguir a esta pareja, basta con observar el comportamiento autoritario de uno de los dos miembros. Empieza con un «¿te importa si quedo con mis amigos?» y acaba con un «¿puedo ir al baño solito?». No se ha podido confirmar si la causa son los celos, la desconfianza, el egoísmo, un sentimiento de paternidad/maternidad frustrado, que no tuvieron un perro de pequeños o que quisieron trabajar en un jardín de infancia con niños pero no les dio la nota. No os asustéis si os encontráis a esta pareja por el parque paseando con correa y bolsitas para la caca.

  • Los sí pero no

Los novios que no quieren reconocer que son novios porque «joder tío, nosotros tenemos una relación abierta, somos follamigos, un rollo». Van de la mano, han conocido a los suegros, han hecho varias escapadas románticas y se pasan todo el puto día hablando pero cada vez que alguien insinúa que son pareja se ponen como un vampiro comiendo sopas de ajo. Vade retro Satanás amor.

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En el amor y en la guerra todo vale cuando respetas a tu pareja –tenga taras o no–  y si no te lo crees sal a la calle y observa el maravilloso, y a veces pasteloso, romanticismo que rodea a las relaciones. Al final del día dan igual las discusiones, el postureo, la distancia, la excesiva cercanía, el miedo al amor o la exagerada necesidad de tenerlo en tu vida, lo bonito es tener a alguien que dilate tus pupilas tanto como una tarta de chocolate.

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Y pizza, queso, hamburguesas, alitas de pollo, cerveza, ¿de qué estábamos hablando?