¿Alguna vez has estado loca de amor por alguien que apenas conocías? ¿Te has enganchado a alguien de forma obsesiva y desesperada después de un par de citas? ¿Te suena la mítica frase de la canción «no es amor, lo que tú sientes se llama obsesión…»? Pues sigue leyendo, porque puede que lo tuyo sea limerencia.

La limerencia comienza de una manera que es similar a la primera etapa de un nuevo romance, un tiempo de descubrimiento, esperanza, miedo y deseo. Pero pronto se pasa de la raya y va demasiado lejos, volviéndose patológico, especialmente si la persona pierde la capacidad de funcionar diariamente. Esto nos ha pasado a muchas. No es sólo un enamoramiento (esa sensación agradable y fugaz de querer mucho a alguien) ni tampoco un amor seguro, que es un apego profundo y duradero a alguien, una sensación que se desarrolla y se mantiene con el tiempo. Es la limerencia lo que convierte los sentimientos de apego en algo desesperado y obsesivo.

En el libro «Amor y limerencia: la experiencia de estar enamorado«, la psicóloga Dorothy Tennov asocia la limerencia con las siguientes características:

– Deseo romántico intenso
– Una cualidad compulsiva, obsesiva, adictiva a la experiencia.
– La fijación aumenta en presencia de barreras
– Pensamientos y fantasías intrusivas sobre la persona objeto del amor
– Oscilaciones emocionales de la dicha al desaliento, dependiendo de la interacción más reciente con la persona objeto del amor.
– Un aumento de la actividad química en el cerebro, ráfagas poderosas de dopamina.
– Se siente placer intenso pero también puede hacer sentirse físicamente enferma.
– Usualmente no correspondido
– Más énfasis en ganar la atención del objeto del amor, menos en la consumación sexual.
– Fantasías heroicas de salvar el objeto del amor y crear un sentimiento de gratitud en esa persona.
– Apego extremo al punto de dependencia
– Puede volverse autodestructivo y puede llevar al acecho o al suicidio.

La limerencia puede llevar a una persona desde el éxtasis hasta un pozo de desesperación. Crea problemas de concentración, problemas de peso, dificultades en tu día a día, en el trabajo. Y se convierte en una adicción. Las personas se atascan en el ciclo de adicción al amor pero nunca llegan a alcanzar la fase, sino que enlazan un enamoramiento desacertado tras otro de la misma forma que un alcóholico no tratado toma una bebida tras otra.

¿Y cómo se pueden detener estos sentimientos destructivos y dañinos a nuestra propia persona? Tres maneras

Eliminación

Este punto final ocurre cuando los sentimientos no son recíprocos y la persona limítrofe pierde la esperanza. Cuando te rompen el corazón, las hormonas vuelven a cambiar. Tienes otro aumento de dopamina. Eso hace que no te interese la comida al principio y al final de una relación apasionada. Pero la buena noticia es que cuando el amor permanece sin esperanza y sin retorno, la experiencia de la limerencia suele acabarse.

Consumación

Éste es el caso contrario a la intuición, pero funciona. Si el objeto amoroso te devuelve tus sentimientos y llegas a ese momento cumbre de aceptación, reciprocidad y pasión, entonces el final está cerca. No hay nada más por lo que luchar, la meta ha sido alcanzada, y en ese momento la relación o bien comienza a reducirse o bien se asienta en un apego seguro.

Transferencia

Aquí ocurre cuando un nuevo objeto de amor entra en la imagen. Si la persona calificada es distraída por un nuevo objeto amoroso, la atención puede ser desviada lejos del objeto amoroso anterior y hacia el nuevo.

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La limerencia no le pasa a todo el mundo, pero sí a una parte significativa de la población, así que si sospechas que puedes ser limerente, te aconsejamos leer el libro de Dorothy Tennov y busques el apoyo de un profesional. Es posible que no puedas evitar que suceda, pero puedes acortar la duración y mitigar los efectos negativos.

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@LuciaLodermann
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