Qué jodidas son las ilusiones cuando nos quedan tan bonitas. Qué jodidos los pensamientos que se nos pasan por la cabeza antes de dormir. Qué jodido es ver la vida con unos ojos que miran la pantalla y que ansían cerrarse respirando tu olor.
Me estoy cansando de imaginarte.
Me estoy cansando de contener las ganas de comerte a besos, me estoy quedando sin sonrisas camufladas entre emoticonos. Se me están acabando las cosquillas que tenía preparadas para ti y que invierto entre mis piernas esperándote.
Quiero que te quedes ronco de gritar las canciones a mi lado, no quiero más audios con tu voz. Quiero ver como entornas los ojillos cuando se te escapan las carcajadas, como frunces el ceño cuando algo no sale como tú esperabas. Me sé de memoria tus jajaja, tus dos besos con corazón, tu forma de darme los buenos días con un guiño y un saludo; pero no tengo ni idea de a qué saben los días grises a tu lado.
Se me está empezando a olvidar a qué sabían los renglones de tus dedos si es que algún día los llegué a probar.
Quiero que la cagues cuando hables, quiero que te enfades por mi pronto matutino; no es justo pensarse las respuestas y esconderse detrás de un ok. Es muy fácil y muy cómodo dejarte en visto y una vez calmada decirte con mis mejores palabras que te vayas a tomar por culo. Es una mierda esperar a que me contestes en vez de esperarte en la calle de atrás y solucionar nuestros problemas entre gemidos en vez de con notas de voz.
¿En qué momento nos perdimos entre caracteres? ¿En qué momento pesó más el doble tick azul que las miradas furtivas, apasionadas y apasionantes?
No te culpo, no hay culpables. Esto es cosa de los dos.
Puede que sean las circunstancias, puede que sea temporal, puede que jamás le hayas conocido o que ni siquiera sepas quién hay detrás.
Aún así, que me perdonen mis labios todos aquellos besos que te di con el teclado.
Que me perdone la vida las veces que no la viví.
