Vínculos, pareja, deseo, amor.  Muchas palabras que parecen girar en torno a una misma realidad, pero que nombran partes íntimamente relacionadas aunque diferentes de un concepto que podemos definir como las múltiples maneras en que dos (o más) personas son capaces de entenderse y construir, en positivo.

¿Relación estable? ¿Folla – amigos? ¿Rollo? ¿Novios? ¿Matrimonio?. Etiquetas que intentan marcar los límites y perversiones de estructuras que, en muchos casos, son consideradas como inmóviles en el tiempo, y cuya transformación puede conllevar una crisis irremediable, una ruptura o un proceso de dolor que desgarra corazones y rutinas. «Ya no le quiero como antes» o «las cosas han cambiado» son frases catalogadas automáticamente como «de alerta» por medios de comunicación, test pseudocientíficos, o supuestos profesionales iluminados por teorías más vinculadas al capitalismo emocional que al desarrollo de la potencialidad afectiva.

Claro que no le quieres como antes. ¡LOS SENTIMIENTOS EVOLUCIONAN Y SE MUEVEN, COMO LA VIDA!

¿Amigxs?

Resulta (muy) difícil vivir en lo líquido en una sociedad que, a pesar de estructurarse bajo supuestos que obvian totalmente la estabilidad económica, política o social, parece llevar por estandarte un concepto de «familia» que poco o nada tiene que ver con las realidades de las mujeres y los hombres que las forman. Relación de pareja para toda la vida, monógama, que controle más que transforme, y que garantice una seguridad basada en la perpetuación de roles de género.

Y si NO queremos situarnos en este paradigma… ¿Estamos condenados a sentirnos inseguros para siempre? ¿A no poder demandar afecto o respeto en público? ¿A que nadie nos reconozca como «su otro significativo»? ¿A esconder nuestros sentimientos, por el simple hecho de que lo que construimos es algo diferente a lo que las superestructuras legitiman como «legal» o «correcto»?

Y aquí llega un problema social, una dificultad añadida a la construcción de relaciones cambiantes y flexibles: ¿Dónde quedo YO? ¿Cómo expandirme apreciando mi libertad, pero demandando el cariño que necesito a la persona que deseo y amo? ¿Cómo entenderme en cada momento, decidiendo lo que quiero, actuando con coherencia y respetando las emociones de las personas que me rodean?

La idea está clara: el reto es sobrevivir a un mundo de explosiones que puede dar miedo… pero cuya potencialidad es demasiado excitante (física, mental, intelectual… y demás -mente) como para no correr ese riesgo.

Experiencias, momentos,»exigencias del guion», filias personales… ¿Qué es lo que a ti te hace sentir que tu amor está fuera de sus normas?