Siento si esperáis un post bonito, navideño, de happy flower y blablabla… Igual  es lo que toca por estas fechas, pero a mí me saca la vena maligna de «out of service». Y, además, hago una review mental de comentarios que podemos acumular durante todo el año y, en este en concreto, he llegado a una gran conclusión: ME JODEN SOBREMANERA LOS PREJUICIOS SEXUALES. Dicho esto, aun estáis a tiempo de detener vuestra lectura e ir a buscar lucecitas y bolas navideñas.

Veréis, me joden un montón los prejuicios y los sexuales aún más. Hasta aquí, todos conformes, ¿no? Eso de que te juzguen sin conocerte y emitan su veredicto sobre tu persona…  Nos irrita. Estaréis de acuerdo conmigo en que el universo cibernético es un campo de imaginación y de enseñar o no lo que te sale del potorro, con más o menos pudor. Pues bien, entiendo que haya mentes calenturientas dispuestas a echar el anzuelo a todo el que se mueva. Entiendo y respeto. Entiendo que haya fotos que puedan dar a entender lo contrario de lo que queremos mostrar. Entiendo y respeto. Ahora bien, NO ENTIENDO a los que emiten juicios de valor tan aventurados como «si fueses de mojigata, no te pasaría lo que te pasa«.

Holis, ¿me he perdido algo?

No es una tragedia ni merece la pena ponerse en modo Drama Queen, pero ¿no os dan ganas de reventarle la cabeza a la persona que, con tanta ligereza, te suelta una afirmación tan brutal? Lo de reventar la cabeza es metafórico, obviamente. También he de decir que la reacción es proporcional al grado de confianza que tengas con la persona en cuestión. Y en esto se nos pueden presentar varias situaciones. Imaginemos…

  • App de ligues (léase Badoo, Tinder, Grindr, Guap@, POF, Lovoo…)

Si lo que quieres es sexo express, enseñando se va muchísimo más directo al asunto en cuestión pero claro, hay quien prejuzga remarcando que sólo son mercados de la carne. Sí, probablemente lo sean, pero decidme una cosa, ¿ si por ambas partes está claro lo que se viene buscando, dónde está el problema? Los caminos hacia el sexo son inexcrutables y, como tales, cada uno decide cómo seguirlos. Sí, tú, macho ibérico, que tienes casi un book de fotos con tu torso desnudo e insinuando tu miembro viril, ¿vas a venir a decirme que por salir en un par de fotos con escote, estoy gritando que quiero sexo? Ahá, cuéntame más… Estoy taaaaaaaaaaaaaan interesada en conocer tu opinión y seguir debatiéndola con tu inexistente camiseta, que creo que mis tetas y yo vamos a ponernos más cómodas. Cerramos chat y siguiente.

  • Redes sociales (Facebook, Twitter, Instagram…)

Aquí se nos abren dos campos: el de los que conoces personalmente y aquellos que agregaste no sabes muy bien por qué, pero oye, siguen ahí y no molestan ni incordian. Hasta el maravilloso día en el que deciden enviarte un mensaje privado o «direct» comentando abiertamente qué les parece tu anatomía, proponiéndote comerte de arriba a abajo o mandándote una foto de su pene. Porque claro, que tú subas una foto de tus labios quiere decir que quieres comérsela ipso facto. Y cuando, amablemente y sin perder tu compostura, les intentas explicar el significado de tus imágenes y te responden con un «no me vengas con cuentos, está claro que andas desesperada por echar un buen polvo»

  •  AmigOs

Resulta que un día estás con ellos en una cafetería, os hacéis un selfie grupal y, en ese preciso instante en el que dudáis si subirla a Facebook, Instagram o ambas, sale a colación el tema de las fotos subiditas de tono que llevas publicando desde hace un tiempo. Una parte lo ve fantástico e incluso jalean la originalidad y detalle de lo que saben que quieres mostrar (¡gracias, por todas las diosas!) pero, sin embargo, hay otra minoría que critica  el hecho de que, aun mostrando lo que quieras mostrar, muestras más de lo que se debe mostrar. En resumidas cuentas, que estás siendo un poco putón. Cibernético, pero putón. Y ahí se monta el debate sexual más enfervorizado en el que te has visto inmersa,  entre los que lo entienden y respetan (de nuevo, ¡gracias, por todas las diosas!) y los que reprueban tu comportamiento.

¡A por ellos, mis valientes!
  • AmigAs

He de reconocer que, en este caso, jode aun más. Sí, porque entre mujeres, se supone que lo entendemos. Inclusive aunque el propósito sea que te empotren o empotrar. Eso, nos da igual. Pero, al igual que con los amigOs, se establecen dos bandos claros: las amigas que incluso te dicen que son unas fotos preciosas y de muy buen gusto (ay, cómo nos quieren las jodías friends) y las que te dicen que vas de zorrón por la vida y que claro, así es imposible que encuentres un chico serio y sólo te vas a topar con cerdos obsesionados con el sexo porque es lo que das a entender con esas fotos enseñando las piernas o canalillo o con minifaldas, porque claro, te vistes así para llamar su atención y a un hombre hay que conquistarle de otra manera porque… ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡BASTAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!!!!!!!!

No me soltéis, por su bien…

En definitiva, queridos míos: UNA IMAGEN NO VALE MÁS QUE MIL PALABRAS. Ni una ni 10 ni 80. No. No somos putones verbeneros por mostrar nuestras carnes, o sí, qué más da. Existe una ligera diferencia entre lo sexual y lo sensual, entre lo erótico y lo exótico. Nos rodeamos de etiquetas constantemente cuando lo que pretendemos es desmarcarnos de ellas y nos olvidamos, muy a menudo, de que lo realmente importante es sentirnos únicos. Hagamos lo que hagamos y mostremos lo que mostremos. No únicos por diferenciarnos contando los «me gusta» de esas fotos o llevando la cuenta de nuestros followers, tampoco por los halagos facilones y las palabras con sabor a m(h)iel. No. Es ser únicos por ser capaces de mirarnos cada día al espejo, de aguantarnos la mirada y de sonreír esbozando una leve curva, sin tener en cuenta las restantes que se distribuyen por todo nuestro cuerpo. Y si en esas sonrisas descubres una parte sensual de tí que desconocías y que quieres compartir, ¡olé tu chichi!