Toda mi vida me he considerado de estatura normal, estándar. En la media, nada destacable.

Pero desde hace ya un tiempo, me dio por mirar hacia arriba y descubrí que hay gente muy alta. Vamos, que te duele el cuello después de estar hablando un rato con ellos.

Cada vez me fui percatando más y más. O tal vez es que a mi alrededor se fue acercando gente alta o que crecieron de golpe. Y hubo un día que me terminé de verlo: cuando una amiga dijo que era algo así como “compacta” (¡Hola, Bea!). Vamos, que resulta que soy pequeñita, sobre todo para según que gente.

Y claro, cuando conoces a un muchacho de medida élfica, pues te percatas más. Y cuando ya resulta que vuelve a haber más altos en tu vida, vas conociendo situaciones o apaños.

Según la gente, queda como muy gracioso. Vamos, que te ven aparecer con un alto y te dicen: “Mira qué majos. Son el punto y la i”.  Paseando por la calle puedes sentirte modo “de bolsillo” y los bordillos se vuelven los grandes aliados. Porque sí, tratar de dar un beso puede ser complicado. Te pones de puntillas cual Cisne Negro y el muchacho empieza a bajar doblando el cuello y sacando chepa, o bien trata de ir agachándose doblando las rodillas. Vamos, un despropósito. Así que, en la calle, bienvenidos sean los bordillos, las cuestas, las escaleras del metro o los portales con escalón. Y en casa, subirme al sofá o a una silla para besar felizmente de pie, evita dolor de cuello.

Y sobre lo que todo el mundo se pregunta… Se puede. En horizontal se eliminan las barreras de la altura. ¡Viva! E incluso les encanta mi medida “compacta”. Pero eso sí, tratar de innovar puede convertirse en una escena de alto riesgo. Porque ahí estás, otra vez de puntillas, el otro tratando de elevarte de algún modo y doblándose para ponerse a tu altura; estiras una pierna, decides agarrarte a algún sitio, manteniendo el equilibrio y tratando de hacer lo que estés haciendo en ese momento… Creo que mis niveles de elasticidad y mi equilibrio se han ganado un puesto fijo en el Circo del Sol.

Ante esta diferencia de altura, puedo decir que lo bueno es que tienes a alguien que puede alcanzar las cosas a las que no llegas. Y lo malo es que descubres que no limpias cosas porque no llegas, pero hay gente que lo puede ver desde su altura.

unavidaLara escribe sobre chicos altos…

Puede que por la calle siempre tengas que mirar para arriba para poder hablar con él, que te pueda coger en brazos y llevar de un lado a otro, que te acostumbres a estar de puntillas… Pero qué más da. Da igual el tamaño, la altura o si viene de Rivendel. Al final si quieres estar con alguien, hablar, abrazar o besar, lo harás. De puntillas o subida en un banco. Qué más da. Qué mas da si tú eres más alta que él o más bajita. El tamaño no importa. No nos medimos en tallas ni en centímetros. Y lo dicho, en horizontal se eliminan las barreras.