Y oiga, yo he aprendido a dejarme querer, me costó años de terapia pero lo he conseguido, por eso ahora no entiendo cómo él no quiere quererme, porque siente, yo sé que siente por mí.

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Y yo no paro de tener citas y citas insípidas con buenos tipos, malos tipos, con empotradores, con ositos de peluche, con quien quiere algo serio, con quien quiere una sola noche, con quien se enamora de mi pañuelo rojo, o de mis ojos o de mi contoneo, con los de conversación interesante, con los que sólo son guapos. Y yo deseo que me amen y sobre todo que me dejen amar, pero yo no puedo amar a cualquiera, no puedo, meterme en una relación con calzador, no puedo pero es que tampoco quiero.

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Parece que sólo puedo amar a aquellos que me quieren pero no me quieren querer que, es mucho peor que aquellos que no me quieren, porque de quien no me quiere me olvido fácil, de los otros me engancho y pueden pasar años y años y años y ahí sigo yo con el enganche tontorrón pero tan tonto que termina siendo el más doloroso.  Como aquel vecino mío, como el de la melena rubia o el de los ojos multicolores.

Pero él es mi constante, aunque a veces llega alguien que lo difumina, con quien parece que todo va a ser nuevo y diferente, hasta descubrir que quien consigue hacer eso presenta la misma tónica; era sólo su reflejo. Entonces decido no salir con nadie y tampoco funciona; entonces decido salir con todos y el resultado es aún peor; justo ahí  es cuando yo sé que él me quiere pero no me quiere querer;  ya que vienen los celos, las discusiones y los tormentos y yo me confundo ; si me quieres ven conmigo, pero si no me quieres no vengas; ¿ cómo puedes quererme y no dejarte querer, si ni vives ni dejas vivir?.

Desaparece, huye, escóndete, ignórame, olvídame y entonces yo podré continuar porque mi fuerza de voluntad es tan débil que no te consigo olvidar.

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Y yo sé que si quisieses quererme la vida juntos sería fácil, feliz, lucharíamos con voluntad, nos reiríamos, nos divertiríamos, seguiría habiendo pasión a raudales, retomaríamos nuestra afición de ir al cine, compartiríamos de nuevo los platos, sentados uno al lado del otro yo sentiría ese aura de protección que me une más a ti; que no sé qué tu sientes en ese momento pero cuando me agarras de la cintura, cuando esperas a mi paso, cuando me invitas a un café, siento esa unión; tal vez se trata del hilo rojo invisible que por mucho que nos separemos, no nos veamos, se tensa pero siempre está ahí.

Pero tú, tú tentador cobarde tienes miedo de sentir, tienes miedo de ser feliz, tienes miedo de vivir, dices que no quieres hacerme sufrir pero es justo lo que haces. Creo que no quieres sufrir tú, tienes miedo de perder la falsa libertad, tienes miedo de que sea yo quien te haga daño, tienes miedo de no poder hacerme feliz, pero lo que no sabes atractivo ignorante es que yo soy muy fácil de hacer feliz, sólo tienes que querer quererme porque ya me quieres. ¿No te das cuenta de que no sólo son nuestros cuerpos los que se solapan a la perfección?

Y mientras no voy a ninguna parte…

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Yo deseo tardes de sofá y manta en compañía, senderismo en la montaña con un hombre a mi lado que me haga sonreír y reír a carcajadas como tú haces sin darte cuenta, ser yo sin tener que ocultarme ni siquiera tener que esforzarme porque cuando te aman y amas, cuando te aceptan y aceptas todo sale solo.

Quiero dejar de huir como las gacelas de los leones, quiero ser un cisne enamorado, quiero luchar con mi lobo por mis crías, quiero jugar con mi guacamayo eternamente. Quiero ser novia, esposa, madre, amante, amiga, confidente, cómplice de un solo hombre, pero no de cualquier hombre.

Autor: María Chamorro

Ilustradora: Mer Hidalgo

Editora: Silvia Moreno