Me da miedo dejarte entrar. Sí, tan valiente para algunas cosas y tan pequeñita para otras. Pero es que me ha pasado tantas veces ya. Ya sabes, eso de enamorarme. De entregar el alma antes que la piel. De comprar el pack entero de ilusiones y que estuvieran caducadas.

Y un día, cuando tenía tan roto el corazón que pensaba que nunca podría volver a juntar todos los trocitos, dije se acabó. Hasta aquí hemos llegado. Me declaro en huelga de sentimientos. Anestesia emocional. Pero entonces llegas tú y me haces cuestionarme todo lo que un día dije nunca más . Y firmas una declaración de intenciones que mi corazón no está dispuesto a aceptar. Porque tiene miedo, como yo. Podemos ser muy tontos a veces. Luego la cabeza se enfada con nosotros, sobre todo cuando lloramos. ‘Os lo dije’ nos dice enfadada, y yo creo que ella también tiene un poco de miedo y que en el fondo, está enamorada del corazón, pero no lo acepta la muy cabezota. Por eso me da miedo dejarte entrar, porque ya nos han robado por dentro, demasiadas veces, incluso cuando estábamos de liquidación .

Explícame qué sentido tiene dejarte entrar, si al final vas a irte, igual que el resto. ¿Qué sentido tiene dejar que me importes si tú no te vas a aprender todos esos detalles en los que yo sí me fijaré? Si nunca sabrás que siempre me preparo la leche con tres cucharadas de colacao, que tengo la estúpida manía de cortar las tostadas en trocitos o que siempre voy descalza porque no soporto llevar calcetines?

Así que no lo intentes. Te lo pido por favor. No me toques. No te acerques. Porque duele, porque duelo.