Este título no hace referencia a la película protagonizada por Drew Barrymore, donde soy una periodista que decide embarcarse en un artículo rompedor trasladándome para ello al instituto para revivir la adolescencia y enfrentarme a diferentes experiencias relacionadas con la popularidad. No, no es nada de todo eso. Pero si algún domingo estas de bajón, te recomiendo que la veas en el sofá con la manta y un gran bol de palomitas, porque te darás cuenta de que siempre hay alguien que está peor que tú.

Este título hace referencia a mi vida, sí, a mi vida.

Perdóname, qué falta de respeto no haberme presentado. Tengo 27 años, tengo sobrepeso, nunca he tenido novio, nunca he tenido ningún rollo, nunca me han besado y nunca he tenido relaciones sexuales.

Si, esta chica tan completa soy yo.

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Hoy más que nunca tengo la necesidad de poner en voz alta todo lo que he pensado y sentido durante todo este tiempo, y aunque me está costando horrores (todo hay que admitirlo) quiero compartirlo contigo que sé que me estás leyendo, porque tú te puedes encontrar en mi misma situación y esto te ayudará haciéndote saber que no estás sola.

Te pondré en antecedentes para que sepas cómo ha sido mi vida hasta el día de hoy.

Como anteriormente he dicho, nunca he tenido una relación con un chico, en el plano del “amor”.
De pequeña la mayoría de los chicos se metían conmigo y me ponían motes relacionados con mi sobrepeso. A pesar de eso, me sentía más cómoda con ellos que con las chicas ya que estas se pasaban todo el día criticando todo lo habido y por haber. Los chicos me veían como uno más, jugaba con ellos al futbol  y a cualquier cosa que fuera surgiendo. En muchas ocasiones pasaba desapercibida para ellos, porque la gran mayoría solo tenían ojos para esas chicas guapas que con solo su presencia encandilaban el ambiente.

En mi pueblo era la única chica en un grupo de chicos, aquí también me veían como uno más, hacía las cosas que hacían ellos, y ninguno de ellos sentía nada hacia mí, al igual que yo por ellos, solo y simplemente amistad.
A pesar de todo esto, a lo largo de mi infancia me gustaba algún que otro chico, pero nunca fui correspondida por ninguno de ellos. Yo intentaba acercamientos y solo recibía rechazos e incluso cuando yo iba en serio (escribía cartas, mandaba mensajes confesando mi amor por ellos) siempre acababa cagándola y ellos me ponían en evidencia delante de sus amigos y  se burlaban de mí. (Sí, muy bochornoso).

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Yup. Así es la vida.

A raíz de todas esas malas experiencias, me cree una coraza. Una coraza donde me prometí a mí misma que nunca nadie entraría a hacerme daño, donde nunca nadie me haría llorar o pasarlo mal.
Me intenté convencer de que yo estaba bien como estaba, me convencí de que no había necesidad de sentir nada por alguien, porque ese alguien me acabaría haciendo daño y me convencí de que no necesitaba a nadie, de que sola era como mejor estaba.

Así que yo vivía las primeras experiencias de mis amigas, sus primeros besos, sus primeros novios, sus primeras citas… y yo me quedaba atrás de todas ellas, me convertí en su confidente, pero yo nunca tuve nada que compartir y confesar con ellas.

Tanto de pequeña como ahora, cuando veía a alguien que me gustaba o atraía, me emocionaba e ilusionaba con mucha facilidad. Sin apenas conocerlos, recibiendo miradas y buenos tratos me montaba películas en mi cabeza, de que en ellos había una pequeña posibilidad de que yo también les pudiera gustar, llegaba a pensar que se abrirán a mí y me dirían que se morían por mí, porque no podían concebir una vida sin que yo estuviera en ella.

Y ante todas esas situaciones, siempre he actuado igual, me bloqueaba con los primeros contactos directos, me cerraba en mi misma y no permitía que nadie entrara en mi coraza. Me acababa por convertir en el ser más rancio del planeta y acababa no afrontando las cosas de forma madura.Llegaban a mi cabeza pensamientos de que yo no era lo que estaban buscando, que no era lo suficiente buena para ellos, y siempre venían golpeando en mi mente todos los rechazos que he recibido, las burlas, los insultos y las preguntas del palo de . ” Mírate, tienes 27 años nunca te han besado, ¿por qué lo iban hacer ahora?

Pero he llegado a un punto de mi vida, en el que pensándolo fríamente tengo dos opciones: una, encerrarme en una cueva con toneladas de helado, películas romanticonas, miles de cajas de pañuelos y diciéndome a mí misma lo triste que soy y la pena que me da mi vida. O dos, aceptar y asumir esta situación y poner todos mis medios para darle la vuelta a la tortilla, disfrutando de todo aquello que hago, queriéndome como soy, con mis defectos y mi virtudes y no perder nunca la esperanza de que todo lo bueno aún está por llegar.

Reconozco que tengo mis momentos de bajón, negarlo sería una tontería. Pero no voy a consentir quedarme de brazos cruzados por todo lo que me rodea.

Por ello la opción que escojo, y que tú también deberías coger, es la de plantarte con unos buenos tacones, el mejor vestido que hay en la  tienda o en tu armario, pintarte los labios del rojo  más bonito jamás visto y decirle al mundo que estas aquí para ser feliz y que vas hacer todo lo posible para conseguirlo.

No consientas nunca que la situación te domine, domina tú la situación. Y no te conformes nunca con lo que hay. Lucha por aquello que quieres y en el momento que menos te lo esperes te toparás de frente con ello.

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Yo a día de hoy, sigo sin saber lo que quiero, no sé lo que voy buscando, no sé qué me encontraré y no sé si alguien acabará cruzándose en mi camino, pero lo que sí que tengo claro es que voy a romper esa coraza, voy a permitir que me conozcan como soy en realidad, voy a disfrutar sin pensar en el mañana  y no me voy a permitir perder la esperanza.

Así que por favor, solo te voy a pedir una cosa, no la pierdas tu tampoco.

Date la oportunidad de ser feliz, porque te lo mereces más que nadie.

Autor: Dulce locura.