Cuenta la leyenda que, cuando llevas mucho tiempo saliendo con alguien, en la intimidad de la pareja existen las guerras de pedos, e incluso os podéis hasta reír de ello. Pero desde la primera cita hasta los eructos con dedicatoria hay un camino a recorrer, y en los inicios nadie se libra de hacer auténticas TONTERÍAS para no espantar al folloligue.

Yo la otra noche acababa de dormir a mi peque y estaba respirando despacito para no despertarlo, y me vino como un flashback un repaso mental de todo lo que hacía cuando empecé a salir con mi chico. Y sí: parecía gilipollas. Lo hablé con el resto de Loversizers y sí: TODOS parecemos gilipollas. Seguro que tú también. Y si no a ver cuántas de estas no has hecho:

  • Respiras muy despacito cuando os quedáis a dormir juntos, intentando parecer una persona dulce y no un puto jabalí con neumonía. Aunque, seguramente porque algún dios se está riendo de ti en ese momento (porque pareces gilipollas), no falla: de repente tendrás un moco que hará que te silbe la nariz.
no way man
No way, man.
  • Sales a comer/cenar y te quedas con hambre. Muy fino comerte un platito pequeño y un postre compartido. Ya luego en casa perderás la finura cuando te pongas hasta el culo de todo lo que pilles: bollitos, chocolate, chorizo, el gato…
  • Pides ensalada. Esto te hace quedar como una persona medianamente elegante sólo si después de la ensalada no te metes un plato de pasta, un entrecot y un tiramisú. Entonces no cuenta.
  • Aprendes a cocinar. O lo intentas. Da igual. Cuando viváis juntos os vais a hartar de macarrones.
  • Lavarte los dientes cincuenta veces al día. Que parezca que tienes un huerto de menta en el esófago, de manera natural.
  • Si tienes catarro, los mocos te los suenas como si fueras Cenicienta el día de su comunión. Casi, casi, como si no tuvieras mocos, aunque tengas ahí la saga entera de Ghostbusters.
  • Intentas que tu habitación se vea ordenada haciendo una MACRO-pelota con toda la ropa y encerrándola a presión en el armario. Y rezas, rezas mucho para que no abra la puerta.

 

closet

 

 

  • Usas SIEMPRE tus mejores bragas/bóxers, no vaya a ser que haya tema y tú te hayas puesto las/los que tienen el agujero.
  • Te depilas. Cada día. Constantemente. Como si tú no tuvieras pelo así, por genética.
  • Por supuesto: te aguantas los pedos. Ya habrá guerras más adelante: ahora tiene que parecer que tú no te tiras pedos. Es más: tiene que parecer que tú no tienes ano. Ya le darás una sorpresa.
  • Mear es un espectáculo. Tienes dos opciones: abrir mucho el grifo para que no te oiga, o apretar mucho mucho para que salga un chorro finito y que no parezca que lo que hay en el baño es un jamelgo percherón.

 

pee
¿Me estará oyendo?

 

 

  • Cagas muy, muy rápido para que parezca que sólo has hecho pis. ¿Recuerdas? NO-TIENES-ANO.
  • Intentas por todos los medios lavarte los genitales antes de darle al tema. Recuerda: no hueles. No puedes permitirte el lujo de ser un ser humano.
  • Te sujetas –atención- LAS TETAS mientras follas. Porque no sólo no tienes ano, ni pelos, ni mocos ni ningún tipo de olor corporal: tampoco te afectan las leyes de la física. Tus tetas tienen que parecer un atentado gravitacional. Eres así de perfecta.

Pero bueno, que esto (¡menos mal!) sólo es una situación temporal. Cuanto más crece la confianza, más crecen los ascos. Algún día mirarás atrás y te reirás. Mucho. Y más todavía cuando te enteres de que él/ella hacía lo mismo.

Así que ya sabes: la próxima vez que delante de tu futurible se te escape un pedo, nada de avergonzarte: sólo mírale, sonríe, parpadea cuatro veces y dile “Creo que eres el amor de mi vida”. Si vas a parecer gilipollas, al menos que sea con estilazo.

Nota: en este artículo ha contribuido el equipo WLS.