Tengo que comenzar esto post confesando que soy soltera, así que si de repente me odias por ese hecho, será mejor que dejes de leer…

Sí, resulta que soy soltera, y resulta que es porque lo he elegido, aunque a alguien pueda sorprenderle. He elegido ser soltera, igual que otras personas eligen acabar con el primer hombre que se le acerca para no estar solas, o deciden seguir con su pareja aunque pierdan toda su identidad.

Sí, tuve un novio, (no os preocupéis que sé lo que es eso) y si alguna vez encuentro al HOMBRE DE MI VIDA, me gustaría tener una relación con él, y sexo, mucho sexo… Pero resulta que de momento no lo he encontrado. Y a aquel novio no lo consideré el hombre de mi vida, ¿tenía que haberme quedado con él para no estar sola?

El caso y motivo de estas palabras es que últimamente todo mi entorno ha aumentado su grado de preocupación por mí. En mi familia, grupo de amigas, e incluso en el trabajo, para mi estupefacción, han pasado del típico “¿No tienes novio?” a directamente no preguntarme, porque vamos, con treinta y un años se me ha pasado el arroz, o a decirme que “me apunte a una de esas páginas webs tan interesantes de búsqueda de pareja”, con el subsiguiente “Si yo estuviese soltera, me apuntaría…”. Pues nada, si yo no estoy en contra, ve y apúntate…

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Y luego está la envidia. Sí sí la envidia. Si es que las solteras somos muy envidiables… Hace poco una amiga mía me dijo que si ella estuviese soltera (como yo) iría todos los días al gimnasio, total nosotras las solteras no tenemos vida. Vivimos en un mundo de Yupi, con tiempo a manta, tíos buenos a todas horas en nuestra cama, y sin niños que ocupen nuestros días de la mañana a la noche… Y yo digo, pero bueno, ¿Tú no elegiste casarte, tener hijos y todo el paquete completo? Pues cada uno tiene en la vida la consecuencia de sus decisiones.

Y repito, yo he elegido ser soltera. Pero vamos que tampoco es que por eso nadie tenga derecho a mangonearme la vida, preguntar con cuántos tíos me he acostado la semana pasada, tener pena de mí por no ser la buscona del pueblo, o envidiar lo que sea que se les pase por la cabeza que es la maravilla de mi vida. Que tengo mis problemas, así que parece que no…

Total que planeo seguir así, entre gimnasio y gimnasio, sin preocupación por qué comeré al día siguiente, sin ningún problema en la vida, sin necesidad de realización personal en otras materias, y sin ningún futuro. Al menos hasta que encuentre al HOMBRE DE MI VIDA, que por supuesto me hará muy feliz…

Pero de momento, mientras que no le encuentro, perdóname, pero soy soltera.

Autor: Elvira Ashton