Un tema de conversación que puede llegar a ser frecuente entre colegas es hablar sobre los famosos que te atraen y te gustan: los llamados «empotradores y empotradoras» por estas tierras.

Lo curioso es que no me ha pasado una vez, sino dos, que al decir que me molaba Seth Rogen la gente se me queda mirando con cara de póquer (cuanto menos).

Os pongo en situación; la primera vez estaba con mis amigos en la playa, riéndonos y todo muy bien. Estábamos haciendo la típica chorrada de cartas en la que se «adivina» con quién te vas a casar, el dinero, los hijos y los cuernos, pero todo desde el lado no formal/gracioso/a ver si toca algo raro y nos reímos. Para esto, te colocan dos «pretendientes» que saben que te caen pichi pichá, uno que saben que te gusta y un famoso que decidas.

Después de colocarme a los dos susodichos que no me agradan y al que me gustaba, me preguntan al actor, a lo que yo respondo, sin pensármelo dos veces, Seth Rogen. No sabían quién era, así que tuve que decirles: «¿El de Supersalidos? ¿El de Superfumados? ¿El de malditos vecinos? ¿El de lío embarazoso?».

Silencio rotundo.

A lo que uno pregunta: «¿El gordito de rizos?» Yo asiento.

«Estás fatal, ¿eh?» Añade otro. «¿Te pone en serio? (risas)”

Tras asegurarles que me pone y me repone, sueltan «Pues no lo entiendo”.

¿Perdona? ¿Que no entiendes qué?

Total, que tras una conversación breve pero bizarra sobre el por qué de mi gusto hacia el susodicho, concluyen diciendo que no es normal y que normal es que te ponga Mario Casas, pues yo que queréis que os diga…

¿Acaso tienen que decidir ellos que es «normal» que me ponga, quién me tiene que gustar?

Lo dejé como un caso aislado, ya que bueno, puedo entender que a lo que estamos acostumbrados (y no digo que sea normal) es que te gusten tremendos chicos y chicas con cuerpos que parecen el David de Miguel Ángel, y se ve raro, como en mi caso, que te guste un chico de lo más normal y corriente (físicamente, que luego el tío es actor y tal).

Total, que no fue un caso aislado. Hace unos días, comentando con un familiar sobre famosos y famosas que nos atraen, después de declararle mi amor incondicional a Ruby Rose, después de mencionar a varios, salió, por ejemplo, Kit Harrington (aquí amantes incondicionales de Juego de Tronos) y le dije que físicamente no me va mucho. Seguidamente, le «confieso» que me pone Seth Rogen. Se empieza a reír y me dice «¿En serio te pone Seth Rogen y no Kit Harrington?» y risas.

Después de un rato, me puse a reflexionar. ¿Por qué es raro que me guste Seth Rogen? ¿Por sus papeles tan característicos en las pelis? ¿Porque está gordo? ¿Por qué me tienen que poner ciertas personas y eso se vería normal?

Sé que cada uno tiene sus preferencias. Yo respeto que no te guste Seth Rogen, pero no entiendo por qué el hecho de que me ponga a mi es motivo de risa. ¡Hasta me dicen que estoy mal! Es que parece que soy de otro planeta porque me guste un chico como Seth y no me gusten los guaperas que a todo el mundo le van, que le prefiero a él que a mi querido Jon Nieve.

Todo esto me llevó a darme cuenta de que cada uno tiene sus gustos, y que todos deberíamos respetar los de los demás. Aunque hay avances, seguimos en una sociedad donde que te guste un chico con algún kilo de más en vez de un chico mazado es raro, muy raro, y hasta motivo de risa.

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Seguiré pensando yo sola que Seth Rogen es jodidamente adorable.

Ro.