Todas tenemos polvos pendientes. Pueden ser polvos pendientes de la infancia, de la adolescencia, de aquel verano, de un curro, de la universidad, etc. Tíos con los que has tonteado, ha habido feeling, mucha atracción y mucho rollo. Pero justo en ese momento, en esa franja horaria y en ese ciclo lunar era imposible que os enrollarais. A lo mejor uno de los dos tenía pareja, no era apropiado por mil razones y a pesar de la atracción mutua, nunca pasó nada.

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Pero la vida que ya sabemos que no deja de sorprendernos, de repente te vuelve a poner delante de las narices uno de esos polvos pendientes. Y quizá ahora los astros se han alineado y podéis dar rienda suelta a esa tensión sexual contenida durante tanto tiempo.

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Porque cuando te encuentras con un polvo pendiente no hay palabras que valgan. Empezáis a sonreír tontamente. Te llevas el alegrón del día. El  corazón se te desboca por momentos. Os rozáis y saltan chispas. Os miráis desde el otro lado de la sala como dos adolescentes sin evitar quitaros los ojos de encima. Así que sin poder aguantar más la tensión sexual, os morreáis con desenfreno en los pasillos de los baños y os largáis de la fiesta a follar como teenegers en cualquier portal. Los polvos pendientes saben a gloria. A capítulo cerrado, a conquista. A sueño cumplido.

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Pero a lo mejor no. A lo mejor ese tampoco es el momento. Ahora también es inviable que os enrolléis. Uno de los dos tiene pareja y sigue siendo inconveniente. Puede que siempre vaya a ser imposible. Hay polvos que se quedan pendientes para siempre. Da igual que la persona en sí no sea exactamente como la recuerdas, puede que sea más gilipollas, más tonto o más engreído. O puede que sí, que sea más atractivo, más interesante y con la misma pinta de empotrador de siempre. Porque lo mejor de los polvos pendientes es que siguen ahí, idealizados, te hierven la sangre, te suben la moral, te desatan la libido y te remueven el coño.

Puede que lo mejor de los polvos pendientes es que sigan pendientes para siempre. Porque nos recuerdan que la vida está llena de pasión, de lujuria, de ímpetu y de locura. Y no hay nada mejor que mojarnos las bragas con la imaginación.

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Fdo. The perfect wife