El amor no son mariposas destrozándote el estómago. No son fuegos artificiales. No son los cuentos de Disney, no es Noa. No son Romeo y Julieta. El amor es reírse a carcajadas. Es poder llorar sin sentir vergüenza. Son las llamadas a las tantas de la madrugada para calmar la angustia. Es poder ser tú misma, sin tener que disimular. Es ese abrazo que te hace sentir segura. Esa mirada que no necesita rellenarse con palabras. Ese mensaje contando lo desastroso que ha sido tu día. El amor no es morirte por nadie. Ni que se mueran por ti. El amor es saber, sin ningún tipo de duda, que en cualquier momento, a cualquier hora, en cualquier circunstancia, puedes contar con alguien.

Así pues, el amor es, sencillamente, esa persona que consiga que los fantasmas de tu pasado dejen de atormentarte. Que vuelvas a fiarte de tu sombra. Que, de una vez por todas, puedas perdonar y perdonarte. Que cada mañana te despiertes con ese hambre voraz de los que salen a la vida a comerse el mundo. Que la angustia no domine tus días. Que ya no tengas miedo, ni te de la gana tenerlo. Que olvides que las agujas del reloj corren demasiado deprisa, porque estás ocupado viviendo. Que te enseñe a enamorarte de cada segundo que pasa a tu lado. Que logre que tus inseguridades se queden por el camino, que te quieras cada día un poco más, que desees ser mejor persona. Que te mire y no necesite decir nada. Que te haga reír, sobre todo cuando no te apetece. Que te quiera sin preguntarse por qué. Que te admire por dentro. Que te cure. Que te salve. Que te elija todos los días, que no necesite nada más, aún sabiendo que hay más. Esa persona con quien ser feliz no sea una asignatura pendiente. Con quien la vida sea tremendamente sencilla y merezca la pena.

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El amor consiste en que, cuando la encuentres, no la pierdas.

El amor es eso que está ahí, aunque no lo veas. El amor no son los catorce de ningún mes. El amor es estar. Hoy, aquí, ahora… todos los días.

Ali Cia