Querida distancia:

Quiero decirte que hoy, ya no te tengo miedo. Que ya no me importa. Que estoy harta de todo lo mal que me lo has hecho pasar. Porque sí, porque te has empeñado en poner miles de kilómetros de distancia entre todos aquellos a los que más he amado.

Porque has sido cruel, puta e injusta. Porque cuando yo más quería acercarme, más los alejabas, llenándome las manos de todo aquello que había perdido. Porque has hecho que aumente mi colección de besos, miradas, abrazos y sonrisas perdidas, porque me has hecho llorar hasta que pensé que me quebraba por dentro.

Te odio, distancia, porque me has hecho depender de un aparato para poder respirar de nuevo. Porque me has convertido en un ser inseguro y apagado, en alguien que ha llegado a desconfiar de los suyos porque se sentía apartada.

 

Pero también me has hecho crecer. Y por eso te quiero. Te quiero porque contigo me he vuelto gigante. He aplastado todos mis problemas, porque nada era equiparable a no tenerlos conmigo. Contigo, distancia, he aprendido a valorar cada segundo de su compañía, a no dar por sentado hechos que antes creía a pies juntillas.

Así que, querida distancia, te quiero. Te quiero porque nunca me has dejado rendirme. Porque siempre me enseñaste como salir de todos tus jaques mate y aunque has sido la otra, la fulana, la tercera en cada una de mis relaciones, he sabido superarte e incluso te he dado lecciones. Porque sin mí, tú no sabrías nada.

No sabrías lo que es capaz de superar el amor. No entenderías que da igual cuanto te esfuerces, cuantos kilómetros me escupas en la cara, que yo no voy a dejar de pelear.

Así que aquí me tienes otra vez, dispuesta a levantar y alzar el vuelo, porque ya, ya no te tengo miedo.