»¿En serio lo eres? ¡Pues no me lo imaginaba!»

»Ay… pobrecita/o… bueno, tú con tranquilidad, que ya te llegará el momento.»

»Pero… ¿lo sigues siendo?»

»Pues yo te podría ayudar si quisieras. / Eso lo podríamos arreglar. / Quita, bicho.»

»Tú calla, que de este tema no entiedes/no puedes opinar/no puedes preguntar porque me voy a sentir rara hablando contigo de ello.»

»Cuándo seas más mayor te vas a arrepentir de no haberlo hecho antes.»

Llega un momento en tu vida en el que te haces a ti misma una pregunta. Una pregunta en la que quizás le das la razón a todos, porque son los demás los que la llevan mientras que tú… tú que vas a saber ¿no?.

Uf, ahí va.

Venga que sí, que lo digo.

1… 2… 3…

¿QUEREÍS QUE OS COMPRE UN HIMEN PROPIO PARA VOSOTROS Y NO TENGAIS QUE PREOCUPAROS POR EL MÍO?

Dicho.

A ver, señoras y señores del mundo, desde hace un tiempo me he dado cuenta de que todos (cuando digo todos es t o d o s, género femenino y masculino inclusive) estáis bastante interesados por el estado de MI himen.

Estoy en el umbral de los 20 años y es increíble que una de las cosas que me tengan que definir es el estado de un repliegue membranoso que reduce el orificio externo de mi vagina.

Hoy día, cuando alguien se entera de que eres virgen, se suceden una serie de reacciones/situaciones:

Sorprenderse (véase el primer ejemplo arriba). Sucede en la mayoría de los casos independientemente de la edad que tengas. No les cabe en sus cabezas que lo eres por decisión propia y que no te estás sometiendo a ningún tipo de celibato/promesa/antigua tradición o lo más gracioso, que quizás no has tenido oportunidad *mientras te miran de arriba abajo como si tu físico fuese »el problema» *.

Compadecerse (véase el segundo ejemplo arriba). Sé que intentáis ser amables. No lo seáis, de verdad. En primer lugar no tienes por qué compadecerte de mi, ni te tengo que dar pena, no tengo una enfermedad terminal. Lo primero de todo es que no os tendría que interesar, porque (reitero) es MI DECISIÓN.

Checking (véase el tercer ejemplo arriba). Al cabo de un tiempo, parece ser que os crece una incesante necesidad de saber si mi himen sigue en su sitio, o bien si me lo han robado o se lo han llevado de un pollazo.

Almas caritativas + manitas de la casa + agentes secretos (véase cuarto ejemplo arriba). Seguimos con esas necesidades incesantes que os crecen. De repente, cuando os enteráis de que mi himen sigue en su lugar y que no lo han tocado hay tres reacciones:

  • En la primera, vuestra humanidad y amor por el prójimo hace que vuestro yo más caritativo y servicial aflore y vuestro primer objetivo sea »ayudar». Queréis ayudar. ¿Quién cojones os ha pedido ayuda? Soy una gordibuena, y no por ello me han faltado oportunidades, así que no es necesario que ningún baboso venga a decirme que me puede ayudar porque a lo que yo le podría ayudar es irse por donde ha venido con un movimiento de caderas.
  • En la segunda, os convertís en manitas de la casa. ¿Qué se estropea la caldera? Tú la arreglas. ¿Que también se ha caído una estantería? Tú lo arreglas. ¡¿Qué aún tienes el himen intacto?! ¡Santo cielo!, que no te lo digan dos veces porque… ¡¡tú también lo arreglas!! Querido amigo forofo de bricomanía y similares, me gustaría decirte que te revises la vista porque resulta que no estoy rota por ningún orificio para que tú vengas y me tengas que arreglar.
  • Finalmente en la tercera, te encuentras en la situación de que estás conociendo a una persona, todo muy cute, todo muy bonito, os faltan las velitas y el filtro de corazoncitos de las fotos y de repente, ocurre. Se entera de que eres virgen. Es fuerte ver cómo os convertís en verdaderos agentes secretos y recurrís a lo que haga falta para abortar la misión.

Expertos en la materia (véase cuarto ejemplo arriba). Tu grupo de amigos/conocidos están hablando de temas sexuales. Tú, tan inocente como la Virgen de Fátima intentas involucrarte en la situación. Todo va bien. Y cuando menos te lo esperas aparece la temida frase: ‘‘Pero tú que vas a saber si eres virgen».

Futurólogos (véase quinto ejemplo arriba). Desarrolláis una nueva capacidad, muy interesante, sabéis que me arrepentiré… verdad, verdad… cuando pase un tiempo me voy a arrepentir de no haberte mandado directamente a la calle para que os pongáis a leer las cartas. Para vuestra tranquilidad y preocupación por mi futuro arrepentimiento de no haber tenido suficiente placer, no se si estáis al tanto de que hay muchos modos de disfrutar del sexo sin necesidad de que tenga que haber penetración, también puede que os venga bien revisar eso de la masturbación, sí, quizá así os entretengáis y no tengáis que meteros en los pantalones del otro.

Estas situaciones solo son algunos de los casos a los que nos enfrentamos. La presión social en este tema se ha convertido en un estigma para todos aquellos que simplemente no quieren. Cuando estaba en el instituto recuerdo a una amiga que me dijo »Es que tengo miedo de llegar virgen a los 18». Yo tenía su misma edad y aún así lo dijo. No entendía el por qué, por qué esa prisa, que más dará cuándo lo hagas.

Yo, siendo una virgen, casta y pura (un poquito de humor, porfa please) soy la primera que saca el tema de la sexualidad. Lo siento, pero es así, ah… que eso tampoco os lo esperabais o qué. Es un tema que siempre está presente, y es de lo más divertido de hablar, ahora venid, y decidme lo contrario.

También siendo la virgen de mi grupo de amigas, soy a la que vienen a pedir consejos, y me tienen por la pervertida del grupo.

Venga, vamos a ponernos un poco serios. Cuando me preguntan que a qué espero (personas con dos dedos de frente que de verdad les importo, ergo no intentan hacer la gracia) la verdad es que no lo sé. No estoy esperando a mi príncipe azul que venga a lomos de un caballo blanco y que me haga el amor en la orilla de una playa con aguas cristalinas. No estoy esperando tener una super aventura de una noche para poder rememorar como fue de increíble mi primera vez. Lo haré cuando quiera, eso incluye, cuándo me encuentre cómoda con la otra persona, preparada, y con ganas sin que ningún elemento como la presión social interfiera. Eso puede ser cuando lleve uno, dos o tres años o meses con mi novio »formal» o bien cuando lleve un par de horas hablando con un chico que he conocido en una discoteca y me ha caído de puta madre y me encanta o cuando lleve tres días hablando con algún guiri majete de Tinder. No lo sé, es que no lo sé. Y lo más importante de todo, tampoco estoy empeñada en saberlo.

Queridísimos weloversizers, como ya he dicho, sí, somos vírgenes, pero no por ello, necesitamos ser arregladas, ni compadecidas, ni ayudadas… es nuestra elección serlo. Ello no es algo que te haga mejor ni peor que nadie, ya tengas 15, 20 o 40; al igual que no serlo tampoco te hace mejor o peor que nadie. No es nada por lo que avergonzarse, ni algo que tenga que estar en tu carta de presentación »Hola, me llamo Periquito de tal, me gusta viajar, leer libros al atardecer justo en la parte este de la Plaza de la Constitución y soy virgen» o que te consideren mentirosa por no decirlo en cuanto conoces a una persona, no hace falta que tengáis que ir divulgándolo por ahí.

Haced con vuestro chichi lo que queráis, con quién queráis y sobretodo, cuándo queráis (mientras no infrinja el orden público). Ah, y pensad lo del negocio de la venta de hímenes y contactad conmigo si le veis futuro.

P.D: Se que este post va dirigido mayormente al público femenino, pero soy consciente de que el público masculino también sufre presión social, y en algunos casos casi más que las chicas. Chicos, no os avergoncéis y tomad el mismo mantra: haced con vuestra pilila lo que queráis, con quién queráis y cuándo queráis, sin tener que rendirle cuentas a nadie.

Autora: Made Wanderlust.