Hace justo 10 años que te conocí. Fue en la RockSound cuando no se llamaba RockSound, antes de entrar a Razz y después de salir de Dixi. Me viste y por lo visto me hablaste, pero yo no fui consciente. Horas después esa sería tu excusa.

Has venido a ese bareto de malamuerte, has entrado, has preguntado por un tal David y yo te he dicho que si querías yo me llamaba así, y tú en vez de contestar te has dedicado a hacer el numerito de Femme Fatale.giphy

«Baboso» pensé. Pero inmediatamente acabé atrapada en tu conversación, en tu calor, en tu olor, en tu voz. Mucho tira y afloja hasta que decidimos disfrutarnos como tocaba, en tu casa. Lejos quedaron los manoseos en los bares de Marina, en los callejones de Gràcia y en el asiento trasero de tu coche. Aquello tenía fecha de caducidad desde tu primer «Hola», los dos lo sabíamos, pero ninguno tuvo la fuerza de dejarlo correr. Lo sexual ganaba a lo sentimental, nos entendíamos mejor en horizontal que en vertical, y los dos sabíamos que no podíamos vivir eternamente en apaisado. 5 meses de discusiones hasta que te dije adiós, por primera vez.

Primer intento, voy por Barcelona paseando, pasa alguien con tu mismo perfume, te mando un mensaje, estoy perdida.

Segundo intento, empiezo a salir con un chico, pero ese chico no eres tú, no folla como tú y  no me pone como tú, te mando un mensaje, de nuevo perdida.

Tercer intento, salgo de fiesta con mis amigas al Razz, me acuerdo de cómo me hacías un dedo mientras pedía en la barra, te mando un mensaje y una hora después estás tocándome como mientras pedía en la barra, perdida.

Cuarto intento, coincidimos en un concierto, de ese grupo que poníamos de fondo para follar, nos encontramos entre toda la gente y media hora después estamos follando en tu coche con nuestro grupo de fondo.

Quinto intento, paso cerca de tu curro y, coincidencias de la vida, sales a esa hora, no hace falta hablar, pasan 15 minutos y estamos destrozándonos las bocas en un portal. giphy-1

Cinco intentos que en realidad son cientos, repartidos en meses, muchos meses. Solo recuerdo mis tentativas, las tuyas nos quiero recordarlas porque me enciendo. Sexto intento, borro tu número para tenerlo difícil (o fácil), dejo los mails, los perfiles y todo, pero es inevitable porque acabo encontrándote siempre por nuestra Barcelona.

Decidimos hablar y echarlo a suertes, nos dividimos la ciudad, nos repartimos los barrios, los bares, los restaurantes, los parques y hasta las líneas de metro. Los dos sabemos que tenemos ESO, el calor que te recorre el cuerpo cuando le miras, las ganas de beberte su alma, la urgencia de ser uno. ESO se convierte en algo vomitivo y negativo cuando dejas de estar con esa persona, ESO se convierte en fuego real, por eso te conviene alejarte de ello lo máximo que puedas. 9 largos años en los que los dos hemos cumplido nuestra división territorial, años en los que nos hemos evitado pero nos hemos espiado (por nuestro bien).

Sabemos lo que somos, sabemos lo que hacemos y dónde estamos. Somos enemigos que no quieren encontrarse pero que se deben tener controlados. Hace justo 9 años que decidí evaporarme, hace 9 años que decidí no bailar más contigo al fuego, que decidí salvarme para no quemarme.

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Autor: Puti Jones.