Muchas viven con el miedo de irse a la cama con un hombretón, y que a la hora de bajarle los calzoncillos vean que hay más bien poco con lo que trabajar, y ya ¡Se jodió todo! La excitación, el deseo, el empotramiento que le ibas a dar… fiiiuuu se esfumó.

Bueno para ser justas, ese miedo esta más que infundado, ¿Qué qué quiere decir esto? Pues hombre… que si solo basas tu vida sexual en el pene del otro, es decir, en su pene entrando y saliendo de tu vagina, pues poco hacemos. Un pene pequeño no tiene por qué ser una desgracia. Es solo una característica más.

Además que la falsa idea de que un pene grande da más placer nos ha llevado a muchas a darnos una buena hostia ( y precisamente contra el cuello del útero), porque amigas mías, un pene muy grande, muy largo, muy ancho, trae más problemas que otra cosa.

Lección número uno de anatomía femenina básica, y es que a muchas y muchos les hace muy buena falta. La vagina tiene TOPE, es decir, no es el bolsillo de Doraemon donde todo entra. Esta tiene una longitud de entre 8 y 11 cm que termina en el cuello del útero (una parte bastante sensible), que aunque durante la excitación se puede estirar, todo tiene un límite. Por lo que ya empezamos a descartar los penes kilométricos, ya que al final lo importante es la puntita y el resto no vale ni para empujar, ya que si te empujan demasiado, (todas visualizando esa postura a 4 patas donde lo que sientes es ganas de morir con cada empujón), las molestias son más que evidentes, es como si te fuera a salir por la garganta…no gracias.

Segunda parte a tener en cuenta: la vagina tiene muy poquitas terminaciones nerviosas (si nena lo sé, qué fuerte), que son aproximadamente los 4 cm primeros desde la entrada, el resto va perdiendo bastante sensibilidad por eso no las gozas ni notas nada cuando llevas el tampón o la copa menstrual. Por lo que volvemos a lo de la longitud, ¡Sobrevalorada!

Aunque no te lo creas, estás avanzando.

Ahora hablemos del grosor, que sí, que vale, que todas hemos dicho eso de mejor gordita que larga, pero también hay un límite. La vagina de forma natural se encuentra con sus paredes pegadas, es decir, es como un globo deshinchado (lo sé no es una imagen muy erótica), pero es la verdad, por eso notamos perfectamente y disfrutamos cuando nos introducen desde un dedo hasta el puño. Además que la vagina cuenta con una elasticidad determinada, algo muy gordo puede forzarla demasiado y lo único que vas a sentir es molestia.

Una vez que ya sabemos todo esto, pasemos a la otra parte más importante todavía, el sexo no se reduce solo a la puñetera PENETRACIÓN. Es más, solo un 30% de las mujeres consiguen llegar al orgasmo mediante esta práctica, por lo que vamos a empezar a darle el valor que tiene, SOBREVALORADA.

Nos centramos tanto en nuestra estupenda y maravillosa vagina, que se nos olvida muchas veces nuestro órgano del placer, el extraordinario clítoris, fuente inagotable de disfrute, que se puede estimular mil veces más y mejor mediante la masturbación y el sexo oral (bien hecho detalle importante).

Por tanto, si nos encontramos con un pene que catalogamos de “pequeño”, volved a recordar el tamaño de vuestra vagina, y que puede que ese chaval al que estáis menospreciando puede tener unas manos y/o una lengua que te da más orgasmos que el pollón de Nacho Vidal.

Dejemos de reducir la sexualidad, ya que es algo más amplio y tan variado, donde los gustos son miles y miles, y reducirlo simplemente al pene…  ¡Es una pena!

Está claro que hay gustos para todos, y muchas mujeres pueden y estoy segura de ello, disfrutar de la penetración y tener orgasmos, y me parece perfecto, siempre hablo desde la generalidad, pero como profesional de la sexología también sé que no son la gran mayoría, y que además por tener ideas erróneas sobre la penetración y el pene, se genera muchísima frustración.

La penetración es solo una pequeña parte, ya tenga un pene pequeño o un pollastre, lo importante es que haya deseo, ganas, confianza, excitación… Si es así, ¡Éxito asegurado!