«Tengo miedo de no gustarle físicamente» es una de las búsquedas más recurrentes, por las que más chicas llegáis a la web. Y bueno, no estás sola. Sí, amiga, a mí también me pasa, yo también dudo y también tengo miedo, aunque he conseguido que sólo sea a veces y que no me paralice.

chica timida

Soy una chica normal, como tú, como todas pero creemos equivocadamente que nuestro físico no es atractivo. Una parte es responsabilidad nuestra, sin duda: nuestro miedo, nuestra inseguridad, nuestros complejos… Y otra la hemos aprendido a nuestro alrededor por comentarios más o menos sutiles, más o menos bien intencionados.

Por ejemplo, cuando tu primo se solidariza contigo y te dice:

–A ti te pasa como a mí, prima, que físicamente, de primeras, no podemos gustar pero a la larga enamoramos.

O cuando le enseñas a un amigo las fotos de tu último ligue y suelta con voz sorprendida un Ah, oye, pero este chico está muy bien, está cachitas porque, claro, de ti sólo puede esperarse que te juntes con un orco, y tú inconscientemente completas la frase tal que así:

«Ah, oye, pero este chico está muy bien para estar contigo, está cachitas».

Y ya es hora de dejar de creerles, de pensar que tienen razón, que parece que quien se junta con nosotras nos hace un favor. Pues mira, no. No sólo somos unas tías de puta madre por dentro –de 9,75 como dice mi amiga Ali, porque siempre hay un margen de mejora– sino también por fuera y es hora de empezar a creerlo. ¿Acaso toda la gente que te gusta es clavadita a Brad Pitt y Angelina Jolie Ryan Reynolds y Blake Lively, por nombrar a una pareja cañón? Pues no creo, así que tampoco tú tienes que serlo.

 

Aunque te diré otra cosa: eres cañón a tu modo, en tu estilo… como todos. Y sólo por ti deberías creerlo y reconocerlo pero, además, resulta que eso que tú consideras un defecto y que llevas media vida lamentando, eso que tratas de esconder, justamente eso es lo que a la otra persona le resulta irresistible, te hace especial a sus ojos… Y no tienes que cambiar nada porque resulta que tú ya eres así. Sólo tienes que verlo. Así que deja de preocuparte de cómo se supone que debes ser para gustar a otro porque tal y como eres ya le gustas.

Le pones con tus kilos de más o de menos, con tus tetas grandes y caídas o pequeñas y respingonas, con tu frente o tu nariz marcada por una cicatriz, con tus dientes torcidos o tu piel blanca. Hay personas a las que ese conjunto de características que tienes les gustan, así, sólo de verte. A más de una y más de dos, seguro. Y, antes de eso, se trata de que te quieras tú, de que te veas tan especial como eres y descubras la belleza en esa diferencia que te acompleja y que en realidad te hace única.

 

Y que sonrías por ello y que, cuando vayas por la calle y veas que te miran, no pienses que es por algo negativo, sino porque le has parecido guapa o simpática, porque le ha encantado tu sonrisa o el color de tus ojos. Así que sonríe siempre, siempre, porque no sabes quién se puede enamorar de tu sonrisa.