Las experiencias de Tinder que había tenido hasta que encontré a Samuel fueron tan fatales que me hicieron perder un poco la esperanza en el amor del siglo XXI, pero soy una mujer que mira a la vida con optimismo y esperanza. Hice match con Samuel y enseguida me pidió mi número. Estuvimos hablando por Whatsapp durante días, nos mandamos mensajes de voz y nos contamos muchísimas tonterías, por lo que sentí que habíamos entrado en confianza y tenía muchas ganas de conocerle en persona.

Samuel trabajaba para una marca deportiva que organizaba una carrera en mi ciudad, así que como primera cita me propuso ir a correrla. Cabe mencionar que yo no corro absolutamente nada, así que no sé por qué no le vi inconveniente a su propuesta.

Quedamos un viernes cerca de mi casa, porque el lindo de Samuel me quiso regalar todo un kit para la carrera: zapatillas, camiseta, cinta del pelo… Cuando le vi, mis piernas empezaron a temblar, era guapísimo, tenía una sonrisa increíble y su acento francés me volvió loca. Le dije que para agradecerle todo le invitaba a cenar unas pizzas a mi casa y él aceptó. Estando en el ascensor me besó así que llegamos a mi apartamento y fuimos directamente a la cama.

Fue maravilloso, de esas experiencias sexuales que te hacen creer en el poder del cosmos y piensas que los planetas se habían alineado esa noche para ti. Nos dio hambre y me devoré como tres cuartos de pizza de pepperoni, después de cenar nos metimos en la cama. Samuel se quedó dormido enseguida y yo puse la alarma a las 6 de la mañana para el día siguiente ir a la carrera juntos. En el momento que puse la alarma empecé a darme cuenta en la que me había metido y me dio mucha ansiedad, ya no podía dormir. ¿Cómo iba a correr 7 km si me cansaba subiendo escaleras?.

Creo que dormí como dos horas cuando sonó el despertador, tenía una cara horrible, así que me pareció muy propio echarme antiojeras y un poco de rímel para correr (lo sé, patético, pero lo necesitaba).

Fuimos a la carrera y la verdad que yo ya estaba más animada. Sin embargo, esa carrera fue de las peores cosas que se me han ocurrido en mi vida, a medida que iba pasando kilómetros estaba más convencida que moriría antes de llegar a la meta. Tengo que decir, que el lindo de Samuel, que podría haber corrido la carrera dos veces en lo que yo hice, me acompañó en todo momento e iba a mi lado dándome ánimos. En los últimos 15 minutos antes de la meta yo me empecé a sentir muy mal, como con ganas de vomitar, pero pensé que en cuanto parase se me pasaría.

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Llegué a la meta y no lo pude evitar, me puse a vomitar al lado de un árbol las tres cuartas partes de pizza de pepperoni que había cenado la noche anterior. Quería literalmente que me tragase la tierra, desaparecer, mudarme de planeta.

Samuel, con su acento sexy francés me dijo: “no te preocupes bonita, seguro que estaba mal la pizza y te ha sentado mal”. Tras este espectáculo, me acompañó a casa, obviamente no me besó y subí para ir directamente a la cama a dormir. Me desperté por la tarde y en la noche le mandé un mensaje para ver qué tal estaba: JAMÁS CONTESTÓ.

Lorena.

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