Creo que lo que os voy a contar es la cosa más rara que me ha pasado en esto del mundo del online dating.

Lo acababa de dejar yo con mi ex (de 8 años, que se dice pronto), y estaba en etapa ‘mefolloatodoloquesemenea’. Vamos, dándole como loca al Tinder y teniendo citas extrañas cada 2×3. De hecho yo creí que estaba curada de espanto hasta que apareció él. Jonathan.

Me encantaron sus fotos de leñador barbudo de las montañas de Heidi. Pero es que encima estuvimos hablando un rato por el chat y me conquistó con una labia brutal. Un sentido del humor de esos que piensas: ‘tengo que conocer a este tío pero YA’. Así que cuando me propuso una cerve para el día siguiente, tuve claro que no debía esperar.

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Ni siquiera llegamos a darnos el WhatsApp, quedamos directamente por el chat de Tinder desde el que hablamos a ratos, aunque tardaba mucho en responder a mis preguntas. ¿Sinceramente? No sospeché nada, creí que sería de los que no hacen mucho caso al móvil.

El caso es que llegó la hora de la cita, y le vi de lejos. Efectivamente, era un maldito leñador fornido con una barba frondosa y espalda de nadador. Ya estaba yo que no sabía cómo agarrarme las bragas para que no salieran volando, que se me acerca, sonríe, me da dos besos y me dice:

– I’m sorry, I’ve got something to tell you.

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GRACIAS A ESE VERANO EN IRLANDA que financiaron mis padres pude entender que tenía algo que decirme. Pero he de decir que aunque mis progenitores me enviaron a aprender inglés, yo me pasé el verano bebiendo cerveza con mis amigos españoles en un pub, y chapurreo ciertas cosas, pero no tanto como me gustaría.

Nerviosa, le dije ‘what happens’  y me explicó despacito que el que había hablado conmigo era un amigo suyo. Que como él no hablaba ni papa de español le había pedido ayuda para conocer chicas durante su estancia y que por eso había querido quedar tan rápido, porque no quería engañarme.

De los nervios y de no entender nada me dio tal ataque de risa que casi me meo encima. Él también empezó a descojonarse y me señaló una terraza como diciendo: ‘mira chica, no nos vamos a entender mucho pero la cerveza nos la tomamos’.

Porque todos sabemos que cuando hay química hay muchas formas de entenderse, y aún hablando idiomas diferentes los dos supimos perfectamente el camino hacia la cama ;)

PD: el leñador ya se ha vuelto a su país y yo me quedé con ganas de conocer al amigo simpático… ¿debería decirle algo?

Nipapa

 

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