Si estás gordo es más que probable que te haya tocado estar con una chica en la cama y haber pasado por la siguiente situación. Tras los abrazos de rigor, las caricias y demás llega el momento cumbre y ella parece tener claro cuál es tu papel. Decía una amiga mía que follar con un gordo es “como si te pusieran encima un armario con la llave puesta en la puerta”. Muchas piensan lo mismo, de ahí que vayan dirigiendo tus pasos.

Lo primero, y esto es altamente positivo, es que parece existir una especie de sentencia universal que reza de la siguiente forma: Gordito= comedor de coños. Y es que no falla, nos tenemos que amorrar a salva sea la parte y estar ahí varios minutos hasta lograr varios orgasmos de nuestra compañera.

Luego le llega su turno y ya llega el tío Paco con la rebaja. Las mamadas volcánicas se traducen en envolverte la polla con su mano y terminan chupándose los dedos entre un amplio repertorio de movimientos y gemidos. Luego se la meten y se follan ellas solitas. Te permiten, como mucho, un poco a cuatro patas y nada de correrse encima porque ya se sabe que tus huevos guardan ácido en su interior.

Y luego volvemos a sentirnos como esos inmensos osos de peluche con polla, por no decir consolador, sin que nadie se preocupe lo más mínimo por nuestro placer.

David López

 

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