Y no, esto no es una comedia de Steve Carell, es el San Benito de mi vida.Tengo 30 años y ‘mi flor’ está intacta. Ni soy desagradable a a vista ( o eso creo), soy una chica culta, divertida y con cierto sentido de la estética

Supongo que acostarse con alguien es fácil, acostarse con el primero que pasa sin pedir explicaciones ni esperar que se queden a desayunar. Uno de esos que mientras se suben la bragueta ya están abriendo la puerta de tu casa para marcharse. Y hombre, yo no espero al príncipe azul y una noche con velas, pero sí he tenido siempre cierto criterio y me gusta decir que jamás me he conformado. Vivir con mis padres no ayuda. Tener pánico a despelotarme ante otra persona, tampoco.

Una vez hace ya muchos años estuvo a punto de ocurrir. De los besitos a ‘second base’, del sofá a la cama y del ‘me gustas mucho’ al ‘para, Laura, creo que es mejor que solo seamos amigos’ cuando yo tenía ya las bragas medio bajadas. Supongo que ese día se me quedó tan grabado en la mente que tardé siglos en volver a dejarme llevar y que eso de perder la virginidad pasó totalmente a un segundo plano.

Y cuanto más mayor te haces es peor, porque… ¿quién es el simpático que quiere desvirgar a una mujer de 30 años o más? En cuanto lo intuyen huyen despavoridos pensando que acostarse conmigo incluye firmar los papeles del juzgado o lo que es peor, no quieren perder el tiempo con una chica cuya experiencia es básicamente nula. Entonces, una vez más piensas: pues no les digo nada. Pero claro, luego te entra el pánico, ¿cómo narices no se va a dar cuenta de que por ahí nunca ha entrado nada? ¿qué pasa si se da cuenta en mitad del tema y me pide explicaciones? . Así que mis expectativas se limitan a esperar y encontrar algún chico que no le de tanta importancia y que entienda, que si soy virgen es por circunstancias de la vida y no por ser un troll o fomar parte del ‘Amo a Laura’.

No voy a decir que ‘busco a alguien para perder mi virginidad‘, aunque en realidad… sí lo hago. Me atormenta pensar que me estoy perdiendo tantísimas cosas y que una juventud sin sexo ha sido juventud a medias. Sé que algo así no puede convertirse en el centro de mi existencia, pero la sociedad no ayuda y mi reloj biológico todavía menos. Espero poder contaros pronto que ‘he superado la prueba de fuego’ y olvidarme de este lastre que aún encima, no le había contado a nadie hasta ahora. Pero eso, eso es otra historia…

Autor: anónimo.