Hace años que dedico parte de mi tiempo de trabajo (¡y de ocio!) a desarrollar e impartir diferentes propuestas de educación sexual, muchas en aula con chicos y chicas menores de edad, y otras con personas adultas que quieren formarse específicamente sobre algún aspecto concreto, o que quieren vivirse de una forma más positiva. Gracias a esta experiencia me he dado cuenta de que las mujeres tenemos una habitante desconocida en nuestro cuerpo a la que tardamos mucho tiempo en prestar atención: NUESTRA VULVA.