Todas tenemos un ¿y si…? en nuestras vidas que nos persigue allá donde vayamos. ¿Y si no me hubiera zampado la hamburguesa de desayuno después de salir? ¿Y si hubiera estudiado la otra carrera? ¿Y si me hubiera ido a vivir fuera? ¿Y si me hubiera comprado un perro en vez de la bola de pelo vaga que tengo por gato? ¿Y si mi madre no fuera tan pesada y me llamara solo una vez al día? ¿Y si me dedicara a viajar íntegramente lo que me queda de vida? ¿Y si mi piel fuera verde y tuviera antenas en vez de orejas? Bueno en ese caso tengo tu respuesta, serias una alienígena monísima con pendientes en las antenas.

Todos tenemos esa espinita de lo que pudo ser pero al final no fue, o de lo que podría ser pero no tenemos el valor de que sea. Podría ponerme hablar de mi propia experiencia y dejar al descubierto los muchos dolores de cabeza que me doy a mi misma día tras día. Sin embargo veo más interesante contaros la historia de alguien que conozco, llamémoslo K.

K es una persona joven, vital, algo neurótico pero feliz al fin, K tiene una relación con Y, no es una relación sencilla a decir verdad, se quieren, mucho, ya no saben si por la costumbre o por verdadera devoción, pero como toda relación tiene sus altibajos. Han pasado tantos años que K e Y tienen ya reglas establecidas sobre la organización de su relación, desde la forma de darse los buenos días, hasta la de las buenas noches, desde el tiempo que están sin hablar después de discutir hasta el que están retomando aire después de follar. Llegados a este punto todos supondríamos que se conocen a la perfección, pero como algunas veces puede ocurrir, nos equivocamos. Que K mantenga una relación desde hace tanto con Y no implica que Y no haya cambiado en absoluto con el paso de los años, al igual que K. Sin embargo ellos se siguen viendo como esas dos letras jóvenes de abecedario que se conocieron hace tanto, es posible que por ello cada uno tenga su propio mundo aparte en el que se desenvuelvan más cómodamente siendo el ellos mismo del presente, mundo en el cual no tienen cabida el uno en el del otro. Me saltaré algunos capítulos de la típica pareja hasta llegar a lo realmente interesante de esta historia. K un día cualquier se encuentra con un tal X, X es sencillo, rozando lo mundano, con una sonrisa de palo a palo, de mirada tímida pero intensa. Consigue sacarle los colores a K con solo decir su letra, se conocen y profundizan, siempre teniendo claro que K es una letra comprometida, y que lo que tiene con X no es más que una amistad entre dos letras que conectan, sorprendentemente, muy bien.

Pasarán los días, las conversaciones, las risas, y los pensamientos fugaces repentinos comenzarán, ¿y si….? Pasan más días, y más risas y más ¿y si..? y tras varias situaciones incómodamente cómodas X decide alejarse, si, X no K, porque K no tiene fuerzas para aceptar la realidad, porque a veces como nos pasa a muchos preferimos engañarnos, solo para mantener ese estado de bienestar lo máximo posible. Pero X se va, ya no hay conversaciones, ya no hay risas y mucho menos ¿y si…? Pasa el tiempo, los días, los meses, K es feliz, o eso cree, con su Y de toda la vida. Sin embargo en su mente retumba la misma pregunta cada noche antes de ir a soñar con su maldita X que siempre se cuela por la tangente cuando se despista, ¿y  si…? zZzzzZzZzZZZzzzZZz…

 

 Lo que acabo de relatar es tan solo un vida más de las millones que salen cada día al mundo a pelear contra sus ¿y si…? Cada uno de nosotros tomamos decisiones, decidimos apostar o no hacerlo, saltar, caer, soñar, llorar y querer. Decidimos el rumbo que debe tomar nuestras vidas, decidimos acomodarnos a esperar que las cosas lleguen, o ir a por ellas, decidimos ser felices, o pensar que lo somos, porque es más cómodo, menos duro. Decidimos millones de cosas en nuestras vidas, la cuestión es,  si por algún casual esa decisión ocupa día tras día un sitio en nuestros pensamientos, si nos aturde los sueños nos marea el sentimiento y no implora solución. Si sentimos que algo no encaja en nuestro puzzle vital, quizás es el momento de romper moldes, salir de nuestro escondite y cargar a toda máquina contra ese maldito y si…  de una vez por todas.