¿Recordáis el comienzo de vuestra relación? Cómo olvidarlo… ¿verdad? Seguramente os conocisteis en una fiesta y sentisteis conexión desde el primer minuto, él te hizo reír como nunca, bebisteis de más y acabasteis en tu/su habitación. O puede que fuerais amigos desde hacía tiempo, hasta que un día dejasteis de serlo para comenzar algo nuevo.

Tal vez los dos teníais pareja cuando os conocisteis y aun así el destino supo cómo hacer que llegarais dónde estáis. Tal vez fue divertido, o igual no lo fue hasta que las aguas llegaron a su cauce. Pero nunca lo olvidarás. Ni el comienzo ni los primeros meses.

Y es que esos primeros meses son auténtica magia, como en las películas. Cenas románticas los sábados por la noche, experiencias nuevas que compartís juntos una y otra y otra vez, que hacen que vuestros ojos se iluminen, que suspiréis al llegar a casa pensando en ese beso que te ha robado justo antes de irse. Esas largas noches de sexo, de quedaros despiertos sabiendo cada minuto un poquito más del otro. Porque al principio todo es nuevo, y atrae precisamente por eso. Porque cuanto más descubres que tenéis en común, más perfecto se vuelve para ti.

Pero llega el día. La verdad es que no sabes cuándo llega, pero lo hace. Y estáis los dos en el sofá, con un pijama sin conjuntar de ya no recuerdas qué año, comiendo pizza que acaba de traer el repartidor y en la tele echan una de esas pelis cargadas de escenas que te hacen creer en el amor verdadero. Y empiezas a extrañar sentir esos momentos de máxima emoción. Es solo un instante, pero, aunque adores tu vida como la tienes, desearías volver a vivir alguno de esos momentos. Porque llega el día en el que ponerse lencería sexy de esa que ni él sabe quitártela de la de cosas que tiene da pereza si sabes que el sexo va a ser igual de bueno. Porque ni tu ni él (depende de quién dé la sorpresa a quién) va a tirarse tres horas destrozando la cocina cuando sabes que una pizza estará mucho más rica, barata y fácil. Y que si, que los detalles no faltan, pero cada vez son cada más tiempo.

En los casos más extremos, en los días malos, incluso llegas a pensar “¿Será que ya no estoy tan enamorada? ¿Le pasará algo a él? ¿Estaremos bien?” Entonces le miras mientras está sentado a tu lado, con ese pijama viejo, despeinado y con restos de pizza en los morros. Recuerdas todas las cosas buenas que te han llevado hasta allí, también recuerdas todas aquellas cosas que tenías claro que no querrías jamás y que sabes con seguridad que él no tiene. Entonces en medio de esa pequeña crisis mental, él te abraza, te coge la mano, o te besa, cualquiera sirve, y tu sientes la conexión de siempre. Ahí es cuando lo comprendes y mandas a la mierda a todas esas películas que se empeñan en decirte que las relaciones deben ser siempre como el comienzo, porque en ninguna nos enseñan qué pasa después de que el chico besa a la chica.

Y lo que pasa es que ya no estamos en la cresta de la ola… ¿Y qué? Es maravilloso igualmente.

N.G Pérez