Podría parecer que el follamigueo es la relación estándar del siglo XXI. Todavía quedan raros que se comprometen y hasta se casan, pero en general, la gente joven y guapa como yo tiende a apuntarse al «quedamos para follar de vez en cuando y ya está, no quiero movidas». ¡Pero no siempre es oro todo lo que reluce! Es verdad que el follamigueo está muy bien, sobre todo cuando te apetece a tope que le den vidilla a tu chichi pero no te apetece nada preocuparte por la otra persona, (que hay momentos de tu vida en que te apetece más centrarte en ti y no es algo egoísta en absoluto, es de lo más normal y saludable). No obstante, a mí esto de «quedamos y follamos y hasta luego Mari Carmen» nunca me ha acabado de convencer. ¿Que he recurrido a ello? Sí. ¿Que me ha dejado completamente satisfecha, no solo sexualmente? Mmmm… podría decir que nunca.
Siempre he preferido el sexo como parte de otro tipo de relación, no como relación en sí misma. Quiero decir, si me gusta un chico, generalmente me gusta por más cosas que por las ganas de follármelo que pueda despertar en mí. Y muchas veces, antes o después de follar, me apetece ver una peli, o hablar sobre si era mejor ‘El Resplandor’ novela que ‘El Resplandor’ película, o interesarme por la vida del tío que me estoy follando. Y a veces, también me ha pasado, que de tanto que me gusta pasar tiempo con un tío comienzo a sentir algo por él. Que no es amor romántico, que no quiero parir tus hijos, pero quiero estar contigo y disfruto del tiempo que pasamos juntos, así que ya eres para mí mucho más que un follamigo, te has convertido en algo que a mí me gusta llamar un nonovio.
Un nonovio/a no es tu novio/a. Porque un novio es otra cosa, ni mejor ni peor, solamente otra cosa que requiere otras responsabilidades. Sobre todo porque, por mucho que las películas se empeñen en decirnos lo contrario, un noviazgo no es una relación tan sencilla como parece, es un tipo de relación que debes trabajar y cuidar a diario, que requiere un esfuerzo, y a lo mejor en este momento de tu vida no te apetece meterme en un embolao así. Un nonovio tampoco es tu novio porque no estás enamorada de él. Porque hay cariño pero no hay amor. Porque quizás no te veas con él dentro de diez años pero te encanta estar con él en este momento de tu vida. Un nonovio no es tu novio, así que no le puedes exigir que se comporte como tal, que te llame, que te regale bombones por San Valentín, que te haga sopa cuando estás enferma o que conozca a tus padres. Un nonovio es más que un follamigo pero menos que un novio. Y no hay más.
El nonovio básicamente responde a una necesidad que quizás no todos sentimos pero que yo sí la siento: y es la necesidad de crear una intimidad con la otra persona porque solo así el sexo es mejor. Si me enrollo con un tío cualquiera una noche de fiesta o porque nos hemos dado superlikes en Tinder, probablemente me quede muy bien follada, pero conociendo mi historial, es bastante complicado que así sea. Hay excepciones, por supuesto. Pero con los años me he dado cuenta de que la clave de una relación sexual satisfactoria es sentirte cómoda, a todos los niveles. En mi caso, y recuerdo que estoy hablando de una opinión totalmente personal, aunque intuya que es totalmente extrapolable (contadme en los comentarios qué creéis vosotros), esa comodidad me la da el conocer bien a la otra persona: el haber hablado con él, el saber qué le gusta, qué le asusta, qué prefiere… y haber sentido, por supuesto, que ese interés por el otro es recíproco.
El nonovio no deja de ser un roto para un descosido. La relación de nonoviazgo se consigue cuando los dos buscáis algo similar, y ese algo que buscáis no es una relación «seria». Los dos queréis sexo, pero también algún cariñito, los dos buscáis a otra persona con la que compartir ciertos aspectos de vuestra vida, pero ninguno de los dos está dispuesto a adquirir un compromiso, los dos queréis un plan para el sábado por la noche pero sin renunciar a vuestra independencia entre semana. Y mientras eso sea lo que los dos queráis, el nonoviazgo será la solución perfecta.
