Antes que nada quiero dejar clara una cosa: sí creo en el amor. En el amor tradicional quiero decir, el de encontrar a tu alma gemela, el de envejecer juntos agarrados de la mano, el de mirar a esa otra persona con quien compartes tu vida como si no hubiera otra en el mundo entero con quien pudieras compartirla.

Pero un amor así no se presenta todos los días. Ni todas las semanas. Ni todos los meses. Y no sé vosotros, pero yo no soy de los que se queda en casa esperando a que aparezca. La vida es muy corta para estar esperando.

El sexo por el sexo está muy bien. Follar es divertido, sano y se conoce gente. Produce endorfinas, te hace sentir genial, eufórico, deseado. Pero todos necesitamos amor. Y os voy a contar un secreto: se pueden tener ambas cosas a la vez sin necesidad tener una pareja. Porque el amor, amigos, es muy grande, y se puede pintar de tantos colores como uno quiera.

Y aquí es donde entra un término que, aún estando un poco en desuso, a mí me encanta: el amante. Amante es esa persona con la que, sin ser tu pareja, mantienes relaciones de forma periódica. Pero, además, amantes son aquellas personas que se aman. Y se pueden tener las dos cosas la vez sin tener un compromiso, porque todo pacto es bueno si ambas partes están de acuerdo.

El amante es esa persona con la que echas unos polvos increíbles en la cama y con la que además puedes quedarte luego viendo una peli, hablando hasta el amanecer o dormir abrazados. Es esa persona a la que respetas, entiendes y aprecias, pero a la que no pides más explicaciones ni justificaciones de su vida que las que te quiera dar, porque cada uno tiene la suya y solamente se mezclan en esos momentos íntimos en los que vuestros mundos se unen para hacerse uno solo, el vuestro, que es como una isla a la que escapáis juntos cuando a los dos os apetece.

El amante es esa persona a la que escribes un “¿Qué tal estás?”, así de repente, pero no porque quieras iniciar una conversación para terminar follando con él, sino porque de verdad quieres saber cómo está. Si quieres follar se lo dices, y punto.

Y, además de todo esto, le quieres. Porque el amor no es solo eso que nos venden por San Valentín. Hay tantas formas de amar, y son todas tan válidas y tan bonitas. Le quieres porque te parece una persona maravillosa, porque le quieres en tu cama, porque le quieres en tu vida, porque te alegras de sus éxitos y le abrazas en sus penas. Le quieres porque le echas de menos de vez en cuando y no te da vergüenza decírselo. Le quieres porque, llegado el día en el que encuentre una pareja con la que compartir su vida, tú te alegrarás mucho por él, de corazón, porque aunque eso suponga dejar de ser amantes, su felicidad será infinitamente mayor que esa pequeña espinita que supone el dejar de tener sexo con él. Y su felicidad será tu felicidad, porque de eso va el querer a otra persona.

Folla, quiere, diviértete, hazlo todo junto, que la vida son dos días y uno llueve. En el mundo hay tantísimas personas con las que podríamos tener una relación, pero muchas veces no lo hacemos por trabas y miedos que, en realidad, solo están en nuestra cabeza. Cada una de esas personas puede ser una aventura maravillosa y ¿qué es la vida si no una aventura?

Abre tu corazón, coño, que el amor no es solo cosa de novios.

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