Al entrar en mi casa su cara no puede ser más sonriente, es la cara de felicidad de un niño al ver una bolsa de chuches, pero él lo que ha visto es que le estaba esperando completamente desnuda.
Hemos empezado a besarnos casi comiéndonos, no podíamos más. Me tocaba todo el cuerpo como si fuera lo último que iba a tocar en su vida y, cogiendome de la cintura, me apoyó contra la pared. Volvía a darme besos y bajó un poco para pasar su lengua por mis pechos, jugueteando con mis pezones. Con una mezcla de delicadeza y dominación me gira para empezar a follarme de pie pero antes me vuelvo a girar para bajar unos instantes a su polla ya dura, la chupo, la beso y me la meto por completo en la boca mientras él me aprieta contra su cuerpo. Ahora sí, me gira contra la pared y se cuela dentro de mi, me toca todo el cuerpo y me azota el culo.
Me pone muchísimo este hombre.
Jadeando me dice que vayamos a mi cama. Me tumba en la cama y el se mete entre mis piernas, me besa por el cuello y por la boca con una pasión desorbitada y vuelve a introducirme la polla aunque por poco tiempo porque en seguida baja su boca a mi sexo y lame mi clítoris mientras introduce sus dedos dentro de mi vagina húmeda. Vuelve a colar su cuerpo entre mis piernas y me embiste con unas sacudidas que me dejan fuera de juego, agarra mis piernas y las sube a la altura de sus hombros, las penetraciones ahora son más lentas y mientras me folla muerde la parte de mis piernas que le queda a la altura de la boca.
Me come, y no sólo con la boca, me come con los ojos y con las manos, manos que pasea por todo mi cuerpo.
Le pido que se tumbe en la cama, ahora me toca mandar a mi. Me coloco encima de él y me muevo bruscamente haciendo movimientos secos mientras el gime y sopla del gusto, sus manos azotan mi culo y tocan todo mi cuerpo a su alcance.
Se remueve para volver a ponerse él sobre mi. Y mientras cuela su cuerpo entre mis piernas yo las enrosco a su cadera para moverme a su compás.
El roce de su cuerpo y la excitación hace que me corra en la tercera embestida. Él está a punto también y, como a los dos nos encanta, la saca para acabar en mi boca. Después de succionar, acariciar y lamer su polla acaba corriendose en mi boca, que sabor tan bueno desprende, me trago su leche y sonrío.