Todo comenzó en mi época de colegio. No sé en qué momento empezaron a torcerse las cosas, pero yo, que siempre había sido una más del curso, comencé a recibir ataques, al principio sin (demasiada) mala intención por parte de mis conpañer@s por mí acné. Lo hacía gente con la que no tenía demasiado trato, pero me hundí totalmente cuando los que habían sido amigos o simplemente, personas con las que me llevaba bien, se unieron al carro. Los comentarios eran cada vez más hirientes y casi no podía salir nada de mi boca que no fuese respondido con un mordaz comentario sobre mi problema de acné y, con el tiempo, con mi fealdad. Los más bonito que me llamaron fue eso, fea, porque los motes humillantes mejor los dejamos aparte. Estaba deseando terminar el colegio y empezar el instituto para todo acabase, pero allí todo fue peor. Los insultos y desprecios por “fea” eran diarios, recuerdo un viaje que hice con mi clase y chic@s de otros institutos y la que fui con mucha ilusión, pero de la que volví llorando porque ni allí quisieron dejarme en paz. Por la calle siempre había algún gracioso que me insultaba cuando iba, ya arreglada a buscar a mis amigas para salir, y me chafaban la noche. Chico en el que me fijaba, chico que encontraba tema de risas porque “a la fea esa” se le había pasado por la cabeza tener algo con él. Con el tiempo, los ataques fueron mengüando, pero ya habían hecho mella en mí, y hoy, con 34 años tengo esa visión de mí que toda esa gente tenía, soy incapaz de creer que pueda gustarle a alguien, tengo pánico a intentar acercarme a alguien y no solo en el ámbito de las relaciones. Lo que pienso cada vez que conozco a cualquier persona es que estará fijándose en lo fea que soy. Tengo la sensación de que han destrozado mi vida por que se han cargado mis habilidades sociales. Ahora además, que trabajo como profesora, tengo la paranoia de que mis alumnos se ríen de mí a mis espaldas por lo mismo. Paranoias, ansiedad, deseo de haber nacido otra persona… El bullying también afecta en la vida adulta y de qué manera, son los acosadores de turno los que moldean tu personalidad porque no te dejan otra opción con sus machaques. Me da mucha pena porque siento que no estoy viviendo como debería, solo voy pasando de puntillas por todos sitios para que nadie se fije en mí y en mi cara. Es la primera vez que cuento esto, pero me parecía que es el único sitio donde se me va a entender. Gracias chicas por la labor que hacéis diariamente. Sois unas heroínas. Gracias por leerme.