Hace unos días fue el cumpleaños de un amigo. Éramos muchas personas (la mayoría chicos) y yo apenas conocía a unas pocas. En ningún momento me sentí fuera de lugar ni incómoda hasta que pasó algo que nunca pensé que me ocurriría.
La noche estuvo muy guay, me junte con un par de chicos para hablar y la conversación fluía muy bien. A lo largo de la noche, uno de ellos empezó a hacer comentarios que yo consideraba que eran broma tipo: «Nos tenemos que casar», «Viviremos juntos», etc. Pero conforme pasaban las horas, el chico cada vez se me acercaba más y me empezaba a decir cosas rollo: «Cari, tú no te pongas celosa que sólo tengo ojos para ti», «Esta noche dormimos juntos, ¿no? Tengo una cama muy grande donde cabemos los dos», entre otras. Yo siempre le decía a todo que NO porque, evidentemente, no voy a ponerme celosa por alguien que no me interesa y, mucho menos, me voy a ir a su casa a dormir, por muy grande que sea su cama. Todo ello iba acompañado de caricias, cogidas de mano o pase de brazo por el cuello.
Yo me lo tomaba como una broma pero, en uno de esos comentarios, me acerqué al otro chico que venía siempre conmigo (¡GRACIAS!) y le dije: «Menos mal que todo esto es de broma, que si no…» a lo que me contestó: «Él nunca va de broma». Mi cara debió de ser todo un poema porque el chico me comentó que, aún así, podría estar tranquila. No fue así.
Pasó la noche entre risas, bailes…, y no sé por qué pero el chico se acercó a mí, me pasó el brazo por el cuello y no sé cómo pero me empezó a ahogar. El resto del grupo siguió a su rollo, sin inmutarse ninguno de ellos excepto el chico de antes que le dijo que me soltase y me ayudó a ello. En cuanto me soltó, me fui al otro lado, me terminé mi copa, me despedí de mi amigo (el del cumpleaños) y me marché a mi casa.
Sinceramente, no sé como tomarme esta situación, como interpretarla. Llevo varios días dándole vueltas a la cabeza para saber si realmente lo que me pasó fue así…