El Vecino: capítulo 12

Inicio Foros Querido Diario Relatos El Vecino: capítulo 12

  • Autor
    Entradas
  • Moetsi
    Participante
    Moetsi on #146197

    Cuando terminó la película estaba medio adormilada, tenía la cabeza apoyada en sus piernas y me despertó jugueteando con un mechón de pelo sobre mi cara.
    Estiré un poco los brazos mientras bostezaba:

    -Lo siento, me he quedado dormida.
    -No pasa nada, la película tampoco era nada del otro mundo.

    Me incorporé apoyándome en el sofá.

    -Me duele un poco la espalda, he debido tener mala postura.
    -Ven, ponte aquí.

    Hizo un gesto con la mano, para que me colocase entre sus piernas, de espaldas a él.
    Empezó a masajear mis hombros suavemente bajando hacia el centro de la espalda mientras ejercía presión con sus pulgares.

    -Quítate esto- dijo mientras me subía la camiseta.

    Me deshice de ella y el simple contacto de sus manos en mi piel hizo que un escalofrío recorriera todo mi cuerpo.
    Frotó sus palmas durante unos segundos, aunque ese escalofrío no había sido culpa de la temperatura.
    Realizaba movimientos suaves, sus dedos presionaban algunas zonas y dibujó figuras con sus manos que viajaban desde mi cabeza mezclándose entre el pelo, pasando por mi cuello y hasta la parte más baja de mi espalda.
    Alternaba sus caricias con besos que repartía como si quisiera cubrirme con ellos.

    -Sigues tensa, pero creo que sé cómo puedo hacer que te relajes un poco.

    Una de sus manos rodeó mi cuello, tirando de mí hacia atrás, obligándome a apoyar la espalda sobre su pecho.
    Mientras, la otra mano comenzó a deslizarse más allá de mi cintura, perdiéndose por debajo de la ropa.
    Cogí aire y exhalé un suspiro profundo.
    Los nudos de la espalda habían desaparecido pero los músculos de mis piernas empezaban a contraerse y con cada movimiento mi respiración se agitaba cada vez más.
    Continuó acariciándome y a mí me parecía que sus manos se multiplicaban para poder seguir estimulando de manera muy hábil todos los puntos exactos, no había una sola terminación nerviosa en todo mi cuerpo que no estuviese activa en ese momento.
    Intentaba no perder el equilibrio sujetándome con fuerza a las almohadas de aquel sofá.
    Tenía una sensación casi real de ahogo, pero a la vez resultaba tan placentero que contuve la respiración todo el tiempo que pude hasta que, aún con los ojos cerrados, fui capaz de ver las estrellas, las constelaciones y hasta una galaxia entera.
    Volvió a rodear mi cuello con uno de sus brazos, enredando los dedos en mi pelo, ya no quedaba ni rastro del moño.
    Me aparté los mechones de pelo de la cara y me froté los ojos, por un momento dudé si aún seguía dormida porque aquello que acababa de experimentar no me parecía real.
    Nunca había participado en una maratón pero podía hacerme una ligera idea de cómo terminaban los corredores al cruzar la meta. Estaba exhausta.

    -¿Te sigue doliendo la espalda?- preguntó susurrándome al oído.

    Me giré sentándome sobre sus piernas, y le rodeé con mis brazos.

    -Ya no, pero he temido por mi vida.

    Me miró frunciendo el ceño, sorprendido por aquella respuesta.

    -Durante un buen rato he sentido que me ahogaba, y después me he quedado sin fuerzas unos segundos, como mareada, y cuando me he recuperado he dado gracias al chocolate que hemos comido antes y si no fuera porque ahora estás aquí delante y puedo tocarte, juraría que incluso he tenido alucinaciones.

    Se reía sin parar, pero yo estaba segura de que me había entendido perfectamente.

    -No sé si en algún momento te he dado las gracias.
    -No tienes por qué hacer eso- contestó.
    -No me refiero solo a esta noche, es por todo, siempre eres generoso conmigo, en todos los sentidos, siempre preocupado porque yo esté cómoda y tenga todo lo que necesito, y tan paciente… y sé que conmigo a veces no es fácil y puede que no siempre te corresponda de la misma manera.
    – Escúchame bien, lo que hago es porque quiero, porque así es como soy y como quiero ser contigo, y no espero nada a cambio. Tú me das muchas cosas, más de las que crees, solo espero que algún día te des cuenta.

    Le besé en los labios, por agradecimiento, por necesidad y por placer.

    -Aunque hay una cosa que sí me gustaría pedirte…
    -Dime.
    -Quédate esta noche, duerme conmigo. Siempre te vas, pero hoy no quiero que lo hagas.
    -Yo tampoco quiero irme, y además te prometí todo el fin de semana.

    Me di cuenta en ese momento.

    -¡La lavadora!
    -¿Qué le pasa a la lavadora?
    -Que la dejé puesta con el uniforme dentro, tengo que bajar, pero prometo volver con pijama y cepillo de dientes incluido.

    Me dejó las llaves de su casa para que no tuviese que llamar al volver.
    Bajé las escaleras tan rápido como pude, saqué el uniforme y lo tendí de cualquier manera, cogí el neceser y recordé el desayuno, asique volví a la cocina a por algo de fruta y un bote de sirope y regresé subiendo los escalones de dos en dos.

    -¡Genial! Me he dejado el pijama.
    -No bajes otra vez, yo te dejo algo de ropa. ¿Y qué haces con eso?- señaló los dos plátanos y el kiwi que tenía en la mano- ¿te has quedado con hambre?
    -No, pero te dije que haría tortitas.

    Recogimos un poco el salón, aún seguían allí las copas y el montón de chocolatinas, y nos fuimos a la habitación.

    -En ese cajón hay un montón de camisetas, coge la que quieras.
    Salió en dirección al baño y yo me quedé buscando un pijama improvisado.
    Elegí una camiseta blanca con unas letras en azul, recordaba habérsela visto puesta alguna vez y me gustaba cómo le quedaba.

    -Si necesitas algo más te busco unos pantalones en el armario de mi hermana porque los míos se te van a caer- gritó desde el baño.

    Él era delgado pero me sacaba media cabeza.

    -Creo que con esto me vale, me queda más larga que algunos de mis vestidos.

    Le miré mientras se lavaba los dientes, se había quitado la camiseta y aunque no estaba especialmente musculado, tenía buen cuerpo. Pensé que estaba siendo superficial, yo que me molestaba tanto si alguien me miraba de esa manera, pero no podía evitarlo. Todo en él me atraía, su pelo, su cuerpo, su sonrisa…

    -Me siento observado.
    -Estás siendo observado, con detalle.
    -Descarada.
    -Sí, pero te gusta, reconócelo. Una vez leí que hay que irse a dormir teniendo pensamientos agradables, así descansas mejor.
    -¿Dónde has leído eso?
    -Probablemente en ningún sitio y me lo estoy inventando, pero creo en ello, mirarte me hace pensar en cosas agradables.

    Me lavé los dientes después de él, me cepillé el pelo y volví a recogerlo en un moño.
    Nos metimos en la cama, me rodeó con uno de sus brazos y yo me recosté sobre él.

    -Me gusta esto, estoy acostumbrada a dormir sola pero aquí me siento bien. Ha sido un buen día.
    -Espero que haya muchos más como éste. Descansa, buenas noches.

    Respiré profundamente una vez más para sentir su olor y cerré los ojos.
    Me desperté temprano a la mañana siguiente, algo raro en mí porque solía ser bastante dormilona.
    Salí de la cama despacio, él seguía dormido y no quise molestarle.
    Fui al baño, me aseé un poco y me dirigí a la cocina a preparar el desayuno.
    No sabía dónde estaban las cosas y rebusqué por todos los armarios hasta que encontré lo que necesitaba.
    Preparé las tortitas y mientras estaba cortando la fruta le escuché caminar por el pasillo en dirección al baño.

    -¡Buenos días!- le dije en voz alta.
    -Dame un minuto- respondió con voz aun desgastada por el sueño.

    Entró en la cocina bostezando, se había lavado la cara y se había mojado un poco el pelo, lo llevaba alborotado.

    -Buenos días- dijo mientras se acercó a mí para darme un beso en la mejilla- ¿porqué te has levantado tan pronto? Me hubiese gustado verte al despertarme.
    -Me desvelé y decidí levantarme a preparar el desayuno, esto ya casi está pero no sé cómo poner la cafetera.

    Él preparó el café mientras yo terminé de colocar la fruta en los platos.
    Desayunamos allí sentados sin apenas hablar.
    Pero nuestros silencios nunca eran incómodos, teníamos confianza y los dos sabíamos disfrutar también de esos momentos.

    -No tengo costumbre de comer fruta por las mañanas pero está todo muy bueno, me gustan las tortitas.
    -Hombre de poca fe ¿pensabas que no sería capaz de preparar un desayuno en condiciones? Puede que no sea tan buena cocinera como tú, pero la repostería la domino.
    Bueno ¿qué tienes pensado para hoy? alguna venganza más que quieras llevar a cabo?
    -No, de momento…- contestó con sarcasmo- ¿te apetece salir? No vamos a pasarnos todo el fin de semana aquí encerrados.
    -¿Dónde quieres ir?
    -Había pensado que podríamos dar una vuelta por las casetas y tomar algo.
    -Vale, recogemos esto, voy a cambiarme y nos vamos.

    Fui a casa para cambiarme de ropa y arreglarme un poco, aproveché para llamar a mi tía y decirle que no estaría en casa, no me apetecía que se presentase sin avisar.
    Media hora después él bajó a buscarme.
    Decidimos ir caminando, hacía buen día y las casetas no estaban demasiado lejos.
    Dimos una vuelta por los puestos del mercadillo y entramos a tomar algo.
    Pedimos un par de cervezas y algo de picar y mientras estábamos allí llegó un grupo de chicos que se acercaron a saludarle.

    -Pensábamos que te habías ido al pueblo, hace días que no quedamos ¡a ver si te dejas ver el pelo más a menudo!
    -Este fin de semana tenía planes, con ella- dijo señalándome.
    -¿No piensas presentarnos?- preguntó uno de sus amigos.
    -Si claro, ésta es mi… vecina- dudó por un momento y a mí me entró la risa.

    Les saludé a todos y les invitamos a quedarse con nosotros.
    Un rato después nos despedimos y volvimos dando otro paseo en dirección a casa.

    -Así que tu vecina- dije sonriendo.
    -No estaba seguro de cómo presentarte ¿Qué se supone que tengo que decir?
    -Tranquilo, que no pasa nada, solo que me hizo gracia porque te quedaste pensando, pero no necesito ninguna etiqueta que nos defina, simplemente di mi nombre.
    -La próxima vez entonces diré que eres mi… Elsa.
    -Tu Elsa.
    -Sí, para el resto no sé qué seremos, pero entre nosotros eso lo tengo claro, eres mía.
    -Me gusta ser tu Elsa…

    Esta vez fuimos a mi casa, mi madre como siempre, había dejado comida preparada. Abrí la nevera y le pregunté:

    -Tengo canelones de atún, pollo asado al limón, albóndigas en salsa y revuelto de champiñones ¿qué prefieres?
    -¿Tu madre se ha ido un fin de semana o un mes?
    -Mi madre se va 36 horas, me deja la nevera llena y cree que nunca es suficiente ¿Caliento un poco de cada cosa y así las pruebas? Y de paso me ayudas a terminar con las existencias, que luego cuando vuelve siempre dice que no he comido nada.
    Puedes fumar si quieres en el balcón mientras pongo la mesa.
    -¿No te importa si salgo ahí y me ve algún vecino en tu casa?
    -A estas alturas ya… cada vez me preocupa menos.

    Preparé los platos y llevé las cosas al comedor.

    -Reconozco que tu madre es mejor cocinera que yo, no sé qué plato me gusta más.
    -Pues todavía falta el postre, ese lo he hecho yo.
    -¿Pretendes que salga de tu casa rodando? No puedo comer más.
    -Bueno pues más tarde nos hacemos un café y si te apetece lo pruebas.

    Recogí la mesa, puse el lavavajillas y nos sentamos en el sofá.
    Hablamos durante mucho rato, y aunque acumulábamos ya varias horas de conversaciones en los últimos meses, era el primer fin de semana que pasábamos realmente solos para disfrutar de la compañía del otro.

    -Ven, que hay una cosa que quiero enseñarte.
    Le llevé a mi habitación, no era la más grande de la casa, pero lo suficiente para que hubiese podido adaptarla como si fuese un pequeño estudio.
    La había reformado hacía poco y todo estaba decorado en blanco y en un tono muy suave de verde, podía parecer un poco fría pero a mí me resultaba acogedora y muy luminosa.
    Tenía una cama grande, un armario empotrado bastante amplio al fondo y dos espacios distintos en los laterales, en uno había un escritorio antiguo que mi padre había reformado y un tocador. Y al otro lado, junto a la ventana había puesto un diván de forja, me gustaba sentarme allí cuando leía algún libro o cuando llovía y me quedaba embobada mirando por la ventana. Al lado del diván había una estantería bastante grande llena de libros y de discos.

    -Esto es lo que quería que vieras, es una colección de discos que mi hermano me regaló, eran suyos pero cuando se marchó a vivir fuera no quiso llevárselos. La mitad aun no los he escuchado, supongo que heredé de mi hermano los gustos musicales porque la mayoría son de rock, aunque hay grupos que ni siquiera conozco.
    -Pues esto es como un tesoro, consérvalos bien y cuando puedas escúchalos porque hay grupos muy buenos. ¿Sabes? Creo que nunca había entrado aquí.
    -Es verdad, la última vez que estuviste en mi casa no viste más que el baño y el salón, así que toda tuya, puedes mirar lo que quieras.

    Se entretuvo un rato con los discos y después empezó a mirar todas las cosas que tenía en el tocador.
    Abrió uno de los botes de perfume, miró dentro de una caja en la que guardaba algunas pulseras y cogió una de las fotos.

    -¿Son tus amigas?
    -Sí, eso fue un verano que nos fuimos de vacaciones todas juntas a Portugal , esa tarde salimos a dar una vuelta y cuando nos dimos cuenta nos habíamos perdido, no éramos capaces de saber por dónde teníamos que volver al hotel, nos metimos en un bar a preguntar y nos fuimos de allí hora y media después prácticamente borrachas. La foto nos la hicimos al salir del bar y estamos muertas de risa porque nos habían dicho como llegar al hotel, pero con tanto vino se nos había olvidado, y tardamos casi 4 horas en regresar.

    Me miraba con los ojos entornados y negando con la cabeza mientras se reía.

    -No me mires así ¿tú nunca te has perdido?
    -Si claro, pero me rio porque creo que estabais encantadas de haberos perdido.
    -Esa foto define muy bien la relación que tengo con ellas, por eso me gusta. La mitad estamos llorando de risa y la otra mitad mirando a cualquier sitio menos a la cámara. La verdad es que nos lo pasamos tan bien que al final es cierto, lo menos importante fue perdernos.
    -Tengo ganas de conocerlas.
    -A propósito de eso… dentro de tres semanas es mi cumpleaños, y siempre lo celebro en el bar de los padres de un amigo, tienen un local bastante grande en la parte de atrás que está montado como un comedor, asique encargamos la cena en el bar y luego nos quedamos allí, ponemos música, tomamos algo,…
    -Y lo que me estás intentando decir es…
    -Lo que estoy intentando decir es que quiero que vengas, quiero que ese día estés conmigo y quiero que conozcas a mis amigas, si tú quieres.

    Se acercó a mí y me sujetó por la cintura.

    -Claro que quiero, no me perdería esa fiesta por nada, solo quiero que tú estés segura.
    -Lo estoy- dije al mismo tiempo que le daba un beso- invitaré también a tu hermana, me preguntan mucho por ella, les cayó muy bien y además necesitarás refuerzos.
    -¿Tan peligrosas son?
    -No, que va, pero son curiosas y como nunca les he hablado de ti, cuando te vean allí van a querer saberlo todo y no se van a cortar en preguntarte cualquier cosa que se les pase por la cabeza. Pero tranquilo, estoy segura de que les vas a gustar, a mi me gustas.
    -¿Todos los muebles de esta habitación son nuevos?
    -Si ¿porqué?- pregunté extrañada.
    -Porque estoy pensando que ya va siendo hora de que estrenemos la cama.

    Me empujó hacia atrás y caímos encima del colchón, sujetó mis manos colocándolas por encima de mi cabeza y me quedé allí quieta unos segundos mientras él desabrochaba los botones de mi camisa. Estaba sentado sobre mí, y se inclinó para volver a besarme, sabía que yo lo necesitaba y a él empezaba a pasarle lo mismo. Continuó desabrochando un par de botones más mientras yo no podía dejar de mirarle a los ojos, me gustaba ver su cara y sus gestos cuando estábamos juntos, era casi hipnótico.
    Abrió la camisa y recorrió mi torso parándose a besar cada rincón, entreteniéndose en mi ombligo. Cuando se deshizo de toda mi ropa yo seguía tumbada en la cama y se quedó de pie, quieto, esta vez era él quien observaba y cuando me miraba así, me hacía sentir que era perfecta.
    Me incorporé y me senté en el borde de la cama, se estaba quitando la camisa y pensé que podría ayudarle con los vaqueros, desabroché uno a uno los botones sin dejar de mirarle, y cuando bajé la mirada e hice intención de acercarme un poco más, me sujetó por las muñecas y volvió a tumbarme sobre la cama cayendo sobre mí.

    -¿Qué crees que estás haciendo? –dijo con una sonrisa pícara.
    -Yo iba a…
    -No, aquí no- me interrumpió.
    -Pero tu ayer…
    -Ayer acordamos que me dejarías jugar contigo y eso hice- me interrumpió de nuevo- pero no me debes nada y aunque quisieras hacerlo, hoy no, aquí no.

    Me besó en los labios, de manera dulce.

    -Me haces sentir mal, como si fuera algo… sucio- dije un poco cabizbaja.
    -Oye, no seas exagerada, no es eso, mírame- me sujetó la cara con las dos manos- nada de lo que hacemos es sucio, y jamás debes sentirte así, es solo que quiero que recuerdes esto de otra manera, que cuando te acuestes en tu cama pienses que hubo caricias, y besos y que nos acostamos y fue bonito y especial. Y habrá otros momentos y otros lugares donde jugaremos y haremos todo lo que queramos, pero no quiero que sea hoy y aquí en tu cama, quiero respetar eso, quiero que este lugar sea algo diferente para nosotros. ¿Lo entiendes?
    -Está bien, pero quiero que sepas que cualquier cosa que haga será porque quiero hacerla, no porque sienta que te deba algo. Además- me volteé para poder intercambiar la postura- ayer fuiste tú quien impuso el ritmo, y hoy será algo entre los dos, pero habrá una noche en la que sea yo quien decida, no vas a librarte de eso.
    -De acuerdo, y ahora que me has informado ¿podemos continuar? No tenemos todo el día.
    -¡Vaya! Mira quien tiene prisa ahora- dije riéndome.
    -Anda cállate y bésame.

    Lo hice, llené su cuerpo de besos y caricias como él había hecho antes conmigo y nos abrazamos y hubo sexo y deseo y fue algo simple pero especial. Porque con juegos o sin ellos, conectábamos de igual manera.
    Nuestras horas juntos llegaban a su fin, eran casi las 7 y mis padres tardarían poco en regresar, no quería que se fuera, habían pasado muchas cosas y habíamos disfrutado tanto, que al final se me hizo corto.
    Justo cuando iba a abrir la puerta para salir, le aparté contra la pared y le besé, de la misma forma en que él lo hizo aquella primera vez en el garaje, como si llevara conteniéndome mucho tiempo.
    Apenas pudo reaccionar y me despedí de él advirtiéndole:

    -La próxima vez que nos veamos, será así.
    -¿Es una amenaza?
    -Es una promesa.

    Esa noche, de nuevo, me costó coger el sueño, no dejaba de rememorar cada minuto que había pasado con él y fantaseé con todas las cosas buenas que aun nos quedaban por vivir juntos.
    Recordé también lo que había pasado en mi cama unas horas antes, y por qué había reaccionado así, y aunque en cierto modo entendía las razones que me dio, estaba segura de que lo había hecho más por mí que por él.
    Se dedicaba mucho a cuidarme, a protegerme, a complacerme, a hacerme sentir segura y eso estaba muy bien, muchas veces lo necesitaba, y me hacía ser más libre porque confiaba en él, pero también tenía que hacerle ver que yo no era una niña desprotegida e inocente, ya era mayorcita para tomar decisiones y si no podía ver eso en mí, corría el riesgo de terminar envuelta en otra burbuja.

    Responder
    Moetsi
    Participante
    Moetsi on #146206

    Espero que os guste, éste capitulo viene con sorpresa!!! ¡Cuidado con los spoilers! jijiji
    INSTAGRAM: moetsirelatos
    FACEBOOK PAGE: Moetsi Relatos (@moetsirelatos)

    Responder
    Ladychic
    Invitado
    Ladychic on #146217

    Esperando el 13!! Es como una droga jajaja

    Responder
    Iria
    Participante
    Iria on #146225

    Enhorabuena por el trabajo!!????????
    Gracias por incluir detalles (ya sabemos el nombre de la prota!!).
    Esta historia me tiene enganchadísma, creo que ya sueño con tener un vecino así en mi vida ????

    Responder
    Dewita
    Invitado
    Dewita on #146232

    Genial como siempre!!!! Ole tuuuu!!!!

    Responder
    Brujilla
    Invitado
    Brujilla on #146236

    A tus pies Moetsi!!!
    Se me ha hecho cortísimo de lo que me ha gustado
    Eres como una droga de la que necesito mi dosis diaria,sigue escribiendo porque vas a llegar muy lejos
    Espero el siguiente capítulo como agua de mayo????

    Responder
    Sara AR
    Invitado
    Sara AR on #146245

    Aaaarg!!!! Dios es genial!!!! Llevaba todo el día esperando, despues de leerme los 11 primeros del tiron, ahira ir de 1 en 1 es fataaaal ???????????????? sigue asi!!! Enganchadita estoy!

    Responder
    Alma
    Invitado
    Alma on #146247

    Cada capítulo más interesante que el anterior! Enganchadísima!! Sigue escribiendo….

    Responder
    Sara
    Invitado
    Sara on #146249

    Cada capítulo mejor que el anterior! Enganchaita me tienes!!!

    Responder
    Eva
    Invitado
    Eva on #146484

    Estoy enganchadisima a tu historia!!! Deseando capitulo nuevo! Besos!!!

    Responder
WeLoversize no se hace responsable de las opiniones vertidas en esta web por colaboradores y usuarios del foro.
Las imágenes utilizadas para ilustrar los temas del foro pertenecen a un banco de fotos de pago y en ningún caso corresponden a los protagonistas de las historias.

Viendo 10 entradas - de la 1 a la 10 (de un total de 22)
Respuesta a: El Vecino: capítulo 12
Tu información: