El Vecino. capítulo 14

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    Moetsi on #147330

    Después de contestar a su mensaje me preparé rápido y me fui a trabajar, tenía turno hasta las 4 y después unas horas libres para descansar, hasta las 9 que habíamos quedado para la cena.
    A las 4 en punto dejé todo cerrado y me fui rápido para no perder el autobús y cuál fue mi sorpresa que me lo encontré esperándome en la parada.
    Se había bajado del coche y estaba allí apoyado, con los brazos cruzados y una sonrisa de oreja a oreja.
    Salí corriendo hacia él y le abracé colgándome de su cuello.

    -¿Pero qué haces aquí?- le dije sorprendida y feliz de verle.
    -No podía esperar para verte ¡feliz cumpleaños!

    Le besé tan fuerte que temí hacerle daño, pero me había hecho tanta ilusión verle allí que no podía contener la alegría.

    -Estás encantada de cumplir años ¿verdad?- dijo riéndose.
    -¡Sí! Me encantan los cumpleaños, para mí es un día especial y lo disfruto mucho, me gusta celebrarlo y divertirme y me encantan las sorpresas.
    -Pues tengo un regalo para ti.
    -¿Otro?
    -Pero si todavía no te he dado nada.
    -¿Cómo que no? El CD que grabaste con todas esas canciones, el mensaje de esta mañana, y ahora estás aquí, eso es lo que me hace feliz, para mí esos son los regalos que importan.
    -Bueno, pues siento decirte que esto es algo más material, pero si te consuela, también lo elegí pensando en ti.

    Me cogió de la mano y fuimos a la parte lateral del coche, y cuando abrió la puerta vi una cesta enorme que ocupaba la mitad del asiento trasero.
    Tenía un lazo verde en el centro, y estaba llena de tabletas de chocolate de distintas formas y tamaños y con un montón de variedad de sabores, había varias bolsas de chocolatinas diferentes, 2 cajas de bombones, también un par de botes de sirope para tortitas y un libro de recetas para preparar postres con chocolate.

    -¡Me encanta! ¡Muchísimas gracias! Pero ¿te has vuelto loco? Aquí hay chocolate como para los próximos 5 años.
    -Bueno, es que no sabía por cual decidirme, asique cogí todo lo que había en la tienda con chocolate negro. La chica que me la preparó pensaba que era para un sorteo.
    Reí a carcajadas:
    -¡No me extraña! Mi cesta de navidad es más pequeña que esto. Es una locura, pero me encanta, de verdad, y sé que la has elegido pensando en mí ¡pero si hasta el lazo es de mi color favorito!

    Al tocarlo, vi que en el lazo había un sobre atado. Me metí en el coche y me senté junto a la cesta para poder cogerlo.
    Él se quedó fuera, arrodillado junto a la puerta, le miré como pidiendo permiso para abrir el sobre.

    -Ábrelo.

    Dentro había una tarjeta blanca, y en la portada estaba impreso en letras verdes:

    TE PRE-QUIERO

    Al abrirla, sobre ese fondo blanco dos palabras más, ésta vez en color azul:

    SIN PREFIJOS

    Me quedé unos segundos concentrada en esas palabras, le miré a los ojos y las repetí asintiendo:

    -Sin prefijos.

    Coloqué mis manos en su cara atrayéndole hacia mí y le besé y mientras lo hacía, de manera involuntaria, brotaron de mis ojos varias lágrimas y una de ellas cayó en su mano.
    Al verme así se asustó e intentaba limpiarme la cara:

    -Ey, no llores, yo no quería…
    -No- le interrumpí sujetando su mano- jamás nadie me había dicho algo tan sincero de una manera tan bonita, y las lágrimas han salido solas pero no quiero evitarlas, porque no es tristeza, son lágrimas de felicidad.

    Me dio la mano ayudándome a salir del coche, y me abrazó de nuevo.

    -No pretendía hacerte llorar el día de tu cumpleaños, lo siento.
    -No tienes que disculparte, ojalá todas las veces que llore sean por algo así.

    Nos fuimos a casa, eran casi las 4:30 y aún no habíamos comido, y nos esperaba una gran noche.
    Me ayudó a subir la cesta a casa, apenas podía con ella yo sola.
    Mi madre al verme aparecer por la puerta preguntó:

    -Pero ¿y esto? ¿Quién ha sido? Tus compañeras de trabajo ¿verdad? ¡Qué exageradas!
    -No mamá, ha sido él- dije mirándole con una sonrisa.
    -¡Pues ya puedes empezar a venir a ayudarla a comer todo eso, porque no sé donde lo vamos a meter!
    -Ya la has oído, tendrás que bajar a mi casa más a menudo a partir de ahora.
    -Eso está hecho- contestó con un guiño- ¿te recogemos a las 8:30?
    -Perfecto, y ahora vete a comer que es súper tarde- le despedí con un beso en la mejilla.

    Tampoco podía hacer mucho más con mi madre allí delante y cuando vi que ya estaba subiendo las escaleras, grité:

    -¡Gracias!

    Escuché como se reía mientras cerraba la puerta.
    Después de comer me tumbé un ratito en el sofá, quería estar descansada, más tarde me di un baño, llamé al bar de mi amigo para asegurarme de que todo estaba listo y me preparé para salir.
    Un poco antes de la hora su hermana bajó a casa.

    -He venido antes para darte tu regalo ¡ya no aguantaba más! Y así si quieres, ya lo dejas en casa. Mi hermano ha bajado a sacar el coche, asique ábrelo rápido ¡que nos vamos!
    Abrí la caja y dentro había una camiseta de mi grupo favorito, una taza y una edición especial del último disco.
    -Supongo que has tenido ayuda para elegirlo.
    -¡Como lo sabes!- dijo entre risas- venga vámonos ¡que nos espera una fiesta!

    Cuando llegamos al bar mis dos mejores amigas ya estaban en la puerta esperando, asique me bajé mientras aparcaban el coche.
    Aproveché rápido para advertirlas:

    -Vienen mis vecinos conmigo, ahora no es momento de explicaros más, ya os contaré con calma pero solo os pido que os porteis bien con él, es importante para mi ¿vale?

    Empezaron a bromear entre risas sobre aquel chico misterioso del que nadie sabía nada mientras entramos en el local.
    Justo después llegaron, e hice las presentaciones:

    -Chicas, a Irene ya la conoceis, y él es su hermano. Éstas son Carol y Ana, mis dos mejores amigas.
    -Oye, pues no estás nada mal- dijo Carol- ahora entiendo porqué no nos había hablado de ti antes. ¿A ti te ha hablado de nosotras?
    -Sí, algunas historias he escuchado- contestó él riendo.
    -Entonces siéntate a nuestro lado, que hoy nos vas a contar tu todo lo que ella no cuenta- le dijo Ana.
    -¡Pero bueno! al final se va a asustar con vosotras dos.
    Déjalas- dijo él- a mí también me interesa lo que tienen que decir de ti.
    -¿Llevais juntos 5 minutos y ya estais conspirando? Creo que os vais a llevar bien, pero no sé si eso me alegra o debería empezar a preocuparme.

    Les dejé hablando tranquilos mientras saludaba al resto de personas que iban llegando.
    Un par de amigas y el hijo de los dueños del bar, nos conocíamos desde pequeños cuando vivía en mi antiguo barrio, un compañero de instituto con el que siempre tuve amistad y que venía con su novia y mis dos compañeras de trabajo, que nada más ver que él estaba allí fueron directamente a presentarse solas.
    Un ratito después empezaron a servirnos la cena, todos hablaban entre ellos y había buen ambiente, Irene estaba tan sonriente y divertida como siempre, vi que él se encontraba cómodo, reía y bromeaba con Ana y con Carol continuamente y yo estaba feliz, tenía allí conmigo a todas las personas que realmente me importaban.
    Después de la cena corté la tarta, abrí un montón de regalos y una vez que terminamos, retiramos las sillas y mesas a un lado para poder movernos libremente por el local.
    Pusimos música, nos pedimos unas copas y la fiesta se animó aún más.
    Aunque estábamos rodeados de gente, tuvimos algunos momentos para acercarnos y hablar entre nosotros de forma un poco más intima mientras el resto nos miraba con sonrisas cómplices.
    Sobre la una de la madrugada sonó su teléfono, la música estaba un poco alta así que salió fuera para contestar.
    Era un poco extraño recibir llamadas a esas horas, así que Irene fue tras él, por si había pasado algo.
    Habían pasado varios minutos y no volvían, empezaba a preocuparme y me dirigí a la puerta, justo en ese momento vi entrar a Irene.

    -¿Y tú hermano?- me asomé pero no le veía, y su coche tampoco estaba.
    -No le busques, se ha ido- contestó muy seria.
    -¿Ha pasado algo? Irene me estás asustando.
    -No tranquila, no ha pasado nada, pero…es que no sé cómo decírtelo. He intentado que no se marchara así, pero no me ha escuchado.
    -Dime por favor qué ha pasado porque me estoy poniendo nerviosa.
    -Pues que estaba mal, y no sé exactamente que le había pasado pero la habían llevado al hospital y estaba muy nerviosa…
    Hablaba tan rápido que no lograba entenderla.
    -A ver, a ver, para porque no me estoy enterando de nada.
    -La estirada. No sé muy bien por qué pero creo que estaba en el hospital y ha llamado a mi hermano llorando para que vaya a buscarla, ha estado intentando tranquilizarla y como la ha notado tan nerviosa y no entendía lo que le había pasado, se ha marchado. Le he dicho que no lo hiciera, que no se fuera sin decirte nada, le he dicho incluso que si quería podía ir yo, pero se ha montado en el coche sin escucharme, me ha pedido que te avisara, que volvería en un rato y te explicaría todo y se ha ido.

    Me quedé sin saber cómo reaccionar, no me podía creer que se hubiese marchado así, sin decirme nada y encima sabiendo que se iba con ella.
    A pesar de que estaba molesta, decidí esperar un rato hasta ver si regresaba, pero casi una hora después no daba señales, salí a llamarle por teléfono pero no me respondió.
    Volví a la fiesta, todo el mundo se lo estaba pasando bien y no podía fastidiarles a ellos la noche, así que disimulé como pude mi cara de disgusto.
    Pero Ana y Carol me conocían y sabían que pasaba algo.
    Se acercaron a hablar conmigo y les conté un poco por encima todo lo que había pasado en los últimos meses hasta aquella noche.
    Ya eran las 3 de la mañana, el bar estaba cerrando asique nos marchamos de allí.
    Alguien propuso ir a un local que había cerca a tomar la última copa, pero yo ya no tenía ganas de nada, así que les dije a las chicas que me iba a casa.

    -Me voy contigo- dijo Irene.
    -No, quédate, lo estás pasando bien y no es justo que te vayas por mí.

    La convencí para que se quedase con el resto del grupo, cogí un taxi y me marché a casa.
    Tardé un buen rato en dormir, la última vez que miré el teléfono eran casi las 4.
    Cuando desperté el domingo lo primero que hice fue mirar el móvil, 5 llamadas perdidas y dos mensajes.
    Las llamadas eran todas suyas, y uno de los mensajes también, el otro era de Irene.
    Decidí leer primero el de Irene:

    «Volví a casa a las 5, mi hermano ya estaba aquí, he hablado con él y me ha contado lo que pasó. Tranquila ¿vale? luego bajo a verte y hablamos»

    Me daba miedo abrir su mensaje, pero tenía que hacerlo:

    «Elsa, coge el teléfono por favor, necesito hablar contigo. Volví a buscarte anoche pero te habías marchado. Siento mucho haberte fastidiado el cumpleaños, pero te juro que no pasó nada»

    Contesté al mensaje de Irene:

    «Baja después de comer si quieres, pero sola por favor. No quiero ver a tu hermano.»

    Mis padres se habían ido a comer con mis tíos, cogí un zumo de la nevera y me quedé tumbada en el sofá el resto de la mañana.
    A eso de las 4 sonó el timbre, me asomé por la mirilla, si era él no pensaba abrir la puerta.
    Era Irene, y venía sola, asique le abrí.

    -Menuda pinta tienes- dijo.

    Me miré en el espejo de la entrada, aún estaba en pijama, no me había desmaquillado la noche antes y tenía los ojos hinchados de llorar, entendí su cara de lástima.

    -Pasa, voy a lavarme un poco la cara.

    Fuimos hacia el baño y mientras me quité todo el maquillaje y me arreglé un poco el pelo ella estuvo en la puerta, esperando a que me recompusiera un poco para empezar a hablar.

    -Me ha costado bajar aquí sin él, quiere hablar contigo pero al final le he convencido de que me dejara a mi primero.

    -No quiero verle Irene, y no quiero que me vea así.

    Los ojos se me volvían a llenar de lágrimas, pero intenté contenerlas.

    -Tranquila, lo entiendo. Esta mañana hemos discutido, me explicó todo lo que pasó anoche, y no tienes de qué preocuparte, pero lo que hizo contigo estuvo mal. Ven, vamos a sentarnos tranquilas y te cuento todo.

    Nos sentamos en el sofá y me explicó todo lo que él le había contado.
    La estirada había venido a la ciudad a pasar el fin de semana con una amiga y salieron de fiesta. Su amiga se había ido con el novio y ella se quedó un rato más con un grupo de conocidos. Iban haciendo el tonto por la calle y se subieron a un banco que había en una plaza, pero entre los tacones y que había bebido más de la cuenta, se cayó del banco y se había hecho daño en un tobillo. No podía andar del dolor asique llamaron a una ambulancia y la llevaron a urgencias.
    Se había hecho un esguince y tenían que escayolarla, estaba allí sola, no conseguía localizar a su amiga y le había dado un ataque de ansiedad. Decidió llamarle a él para que la recogiese y la llevase a casa de su amiga. Entre los nervios, el alcohol y la ansiedad no era capaz de explicar con calma lo que le había pasado, él se preocupó al escucharla así y se fue al hospital a buscarla.
    Estuvo allí casi dos horas acompañándola, la dejaron un rato en observación hasta que vieron que se había calmado y le dieron el alta.
    La llevó a casa de su amiga y se quedó un rato más con ella para asegurarse de que estaba bien.

    -No había escuchado tu llamada porque se olvidó el teléfono en el coche y no lo cogió de nuevo hasta que la dejó en casa. Elsa, no se ha acostado con ella, me ha jurado que no ha pasado nada entre ellos, y le creo. Cuando salió de allí te llamó, fue hasta el bar a buscarte y como no te localizaba me llamó a mí y le dije que ya te habías marchado.
    -¿Pero porqué no me dijo nada? ¡Es que no lo entiendo! No sé cómo pudo marcharse así, era tan fácil como explicarme lo que pasaba y hasta yo misma le hubiese acompañado. Lo que más me duele es que no me tuviera en cuenta, porque así demuestra que no le importo.

    Irene se quedó un rato más conmigo, consolándome mientras yo no podía dejar de llorar.
    Cuando me tranquilicé un poco le pedí que me dejara sola, pero antes de marcharse le insistí en que no quería ver a su hermano, no pensaba cogerle el teléfono ni contestar a sus mensajes, necesitaba tiempo para pensar, para calmarme y quería ser yo la que decidiese cuando estaba preparada para hablar con él.
    Me metí en la cama otra vez, cuando regresaron mis padres le pedí a mi madre que no me molestasen, le dije que no me encontraba bien y que necesitaba dormir un rato.
    Mi madre me conocía bien y sabía que algo me pasaba, pero también sabía que si yo no le contaba nada, no servía de nada insistir.
    No salí de la habitación en toda la tarde, decidí torturarme un poco más de la forma que mejor sabía, elegí la canción más triste que recordaba y la escuché entre lágrimas, intentando entender su comportamiento.
    ¿Cómo podía decirme que me quería y unas horas más tarde dejarme tirada de esa manera?
    Cogí el móvil y había otro mensaje suyo pidiéndome por favor que hablase con él, y decidí contestarle:

    «No quiero hablar contigo, no quiero verte y no quiero que me recojas a mediodía, lo que ahora necesito es que me dejes tranquila y te pido que al menos respetes eso.»

    5 minutos después llamaron a la puerta. Era él, y escuché que preguntaba por mí.
    Mi madre le dijo que no me encontraba bien y que me había acostado, pero insistió en verme asique ella se acercó hasta mi habitación:

    -Elsa, quiere hablar contigo, ha dicho que solo será un minuto.
    -Mamá dile que se vaya, dile que estoy dormida, dile lo que quieras pero que no entre aquí.

    Mi madre volvió para decirle que seguía dormida y que prefería no despertarme y cuando se fue, ella vino a hablar conmigo.

    -Elsa yo no sé qué pasa y no quiero meterme hija, pero no te veo bien y me preocupas.

    No quise darle demasiadas explicaciones pero tampoco podía seguir ocultándole ciertas cosas, le conté que él me gustaba, que habíamos salido unas cuantas veces y que la noche antes había hecho algo que me molestó, por eso estaba triste y no quería verle.
    Quise volver a la cama, pero me obligó a cenar algo antes de acostarme.
    Sentía como el corazón se me partía en mil pedazos.
    Me había enfrentado a mis miedos, a mis dudas, a lo que pensaran los demás y me había enamorado perdidamente, confiaba en él y ahora me sentía traicionada.
    El lunes cuando salí de trabajar estaba nerviosa, no sabía qué podía encontrarme, pero al llegar a la parada de autobús, no estaba allí. Y así fue durante toda la semana.
    Hablé con Irene en varias ocasiones, me dijo que le veía triste, que él también lo estaba pasando mal pero que había decidido respetar lo que le pedí y que esperaría lo que hiciese falta hasta que yo estuviese dispuesta a hablar con él.
    Mis jefes abrían una tienda nueva en otra ciudad y necesitaban a alguien que les ayudase a organizar el montaje antes de la inauguración, así que me ofrecí voluntaria para trasladarme allí la semana siguiente, me vendría bien coger un poco de distancia.
    El sábado no quise salir así que Ana y Carol vinieron a pasar la tarde conmigo, y me ayudó mucho rodearme de su alegría y olvidarme por un rato de todo.
    Invité a Irene a venirse con nosotras pero me dijo que se marchaba al pueblo y que su hermano se iba con ella.
    Los siguientes diez días los pasé fuera de la ciudad, no pensé demasiado en todo aquello, iba del trabajo al hotel y llegaba tan tarde y tan cansada que no tenía tiempo ni ganas de nada más.
    Volví un miércoles por la noche y el jueves mi jefe me dio permiso para librar, así que dediqué el día a hacer terapia a mi manera, me fui de compras, quedé con unos amigos para tomar unas cañas y por la tarde me fui a la peluquería.
    Regresé a casa sobre las 7:30 y al llegar al portal me lo encontré allí, esperando al ascensor.
    Le vi desde la calle y dudé unos segundos si esperar a que subiese él primero, pero al final entré.

    -Hola- dije sin apenas mirarle a la cara.
    -Elsa, yo…
    -No, no voy a tener una conversación contigo en el portal, me niego a que sea así. De hecho ¿sabes qué? Prefiero subir por las escaleras- me giré para marcharme pero me sujetó agarrándome la mano.
    -Al menos dime que estás bien.
    -Estoy todo lo bien que se puede estar cuando la persona que más te importa te hace daño.
    -Habla conmigo, por favor, necesito explicarte lo que pasó.
    -Ya sé lo que pasó, estaba allí ¿recuerdas? Ah claro, como vas a recordarlo, eras tú el que no estaba. Mira, no quiero seguir con esto, hablaremos, otro día y en otro sitio, pero ahora me quiero ir.

    Me soltó la mano y subí las escaleras sin despedirme.
    Entré en casa y respiré hondo.
    Había pasado casi tres semanas sin verle y encontrarme con él así, sin esperarlo… El corazón me iba a mil por hora y me temblaba todo el cuerpo.
    Recordé lo que había sentido al notar su mano sujetando la mía y cerré los ojos, quería que todo aquello desapareciera, aun estaba dolida.
    Me sentía dividida en dos, por un lado le quería y estaba dispuesta a perdonarle pero por el otro sentía rabia, y me había vuelto insegura, por mucho que desease arreglarlo todo y volver con él, no sabía cuánto tiempo me iba a costar recuperar la confianza.
    No podía mantener esa situación eternamente, asique decidí que había llegado el momento, tenía que hablar con él.
    El viernes por la noche, cuando salí del trabajo reuní todo el valor que pude y le llamé por teléfono.

    -Irene me ha dicho que este fin de semana no vas al pueblo ¿estarás en casa mañana?
    -Sí, tengo que salir después de comer a recoger algo de material para la cabaña, pero el resto de la tarde lo tengo libre.
    -Me gustaría quedar contigo, y que hablemos.
    -Sube cuando quieras, a partir de las cinco ya estaré.
    -No, mis padres se van y prefiero que sea en mi casa si no te importa.
    -Está bien ¿a las 5:30?
    -Perfecto, hasta mañana.

    Como siempre, salí de trabajar el sábado a las 4 y me fui a casa, me cambié de ropa, comí algo y estaba poniendo la cafetera cuando sonó el timbre.
    Al abrir la puerta percibí su olor, y pensé cuanto lo echaba de menos, extrañaba muchas cosas de él.

    -Pasa, estaba poniendo la cafetera ¿te apetece un café?
    -Si, por favor.

    En el tiempo que tardé en preparar las dos tazas ninguno de los dos dijimos nada. Esta vez el silencio era un poco más tenso, no estábamos acostumbrados a eso y los dos estábamos nerviosos, aunque yo intentaba disimular todo lo que podía, tenía claro cómo quería que fuera la conversación y no me podía dejar llevar por lo que sentía.
    Fuimos al salón, él se sentó en el sofá pero yo preferí mantener un poco de distancia, asique cogí una silla, la acerqué a la mesa y empecé a hablar:

    -No te he pedido que vengas para que me des explicaciones, hablé con tu hermana y me contó todo lo que había pasado aquella noche, sé todo lo que tengo que saber. Eres tú quien desconoce la otra parte, la que yo viví y cómo me hizo sentir. Solo quiero que me dejes hablar y después digas lo que quieras, si tienes algo que decir.

    Asintió sin pronunciar una palabra.

    -Por muchas vueltas que le he dado, sigo sin saber porqué te marchaste así, puedo entender que sea tu amiga y te preocupes por ella, pero me dejaste sola. Dijiste que no pasó nada entre vosotros, y de verdad te creo, pero es que eso ya es lo menos importante de todo. Lo que realmente me hizo daño fue ver que con una sola llamada, consiguió tenerte donde quería y a ti no te importó lo más mínimo cómo podía afectarme eso.
    -No tengo excusa para lo que hice, solo puedo decir que en ningún momento fue mi intención hacerte daño, eso es lo último que quiero.
    -Ya no importa porqué lo hiciste, sucedió así y eso no podemos cambiarlo, el problema es que confiaba en ti y ahora todo ha desaparecido y yo no sé si puedo seguir con esto…
    Y en cuanto a ella, no puedo culparla por mucho que quiera, al fin y al cabo me advirtió de que esto pasaría.
    -¿A qué te refieres con que te advirtió?
    -A que en las fiestas del pueblo tuve una conversación con ella, y me avisó, me dijo que el día que ella apareciese de nuevo, no tardarías en volver a su lado, y debí creerla. Pero me dejé llevar por lo que sentía y te creí cuando me dijiste que no la querías.
    -Jamás te he mentido en eso, sé que no puedo arreglar esto sin más, pero tienes que creerme cuando te digo que no la quiero.
    -Esa noche me hizo sentir que yo no era suficiente para ti.
    -¿Por qué no me lo dijiste? Las cosas habrían sido muy diferentes.
    – No te dije nada porque no quise crear problemas entre vosotros y porque no quería que te sintieras mal por mí, pero no hagas que esto parezca culpa mía ahora, tú eres el único responsable de las decisiones que tomas.
    -Sé que el error es mío, y tengo que asumir las consecuencias, si hay alguna forma de arreglar esto, haré lo que sea, y si tú decides que no quieres verme más, tendré que aceptarlo por mucho que me cueste, pero me niego a que creas que es porque la sigo queriendo, no puedo sentir nada por ella porque es de ti de quien estoy enamorado y para mí no hay nadie más.

    Escucharle decir tan claramente que estaba enamorado de mí hizo que me flaquearan las fuerzas, pero también me podía un poco el orgullo, y seguía dolida, no podía pasar página así tan fácilmente.

    -¿Y qué pasará el día que vuelva a llamarte? Porque lo hará. ¿Volverás a salir corriendo?
    -No estoy dispuesto a perderte, ahora sé en qué he fallado, te quiero, te quiero mucho y dedicaré el tiempo que sea necesario a demostrarte que tú eres todo lo que me importa.
    -No necesito que me quieras mucho, necesito que me quieras bien. Y no pretendo que siempre sea perfecto, quiero que sea real. Los problemas, los enfados e incluso algunas decepciones forman parte de eso. Y tampoco se trata de que yo sea lo único importante, tu familia, tus amigos, tu trabajo, todo eso forma parte de tu vida y de la persona que esté contigo también. Se trata de compartir, de ser justo en todos los aspectos, y trabajar en las cosas que fallan, pero para todo eso, hace falta algo que al menos yo de momento he perdido, confianza en el otro.
    -No puedo pedirte que te olvides y que hagas como si nada hubiera pasado, sé que te he hecho daño y no me lo perdono, pero si tu quisieras… si yo pudiera…
    -Lo único que puedes hacer ahora es darme tiempo, es todo lo que necesito. No te guardo rencor, quiero que eso lo tengas presente, aunque los primeros días te odié y juré no volver a verte. Pero el tiempo cura las heridas y pone cada cosa en el lugar que le corresponde, y si nosotros debemos estar juntos o no, es algo que solo el tiempo dirá. Te pido que seas paciente, porque aunque resulte irónico, esta vez soy yo la que necesita ir despacio.
    -Tómate todo el tiempo que necesites, y si alguna vez decides volver a mi lado, estaré esperándote.

    Mi móvil había sonado un par de veces y volvían a llamar, me levanté a buscarlo y cuando volví al salón él estaba de pie:

    -Creo que debería marcharme y dejarte sola.
    -Está bien, te acompaño.

    Cuando llegamos a la puerta vi su expresión, se notaba la decepción en sus ojos, pero no por mí, estaba segura de que se sentía decepcionado consigo mismo. Puse mi mano en su mejilla:

    -No te castigues por esto, no quiero verte sufrir por mí, no me lo perdonaría. Estaré bien, los dos lo estaremos.

    Quise abrazarle, quise besarle y quise decirle que mi corazón, aun estando herido, le pertenecía.
    Pero hubiese sido injusto para los dos. Quería perdonarle, quería recuperar la confianza que había perdido, quería borrar todo lo malo y volver a sentirme segura entre sus brazos, pero para eso necesitaba tiempo y aun así, no sabía si con eso sería suficiente.


    Responder
    Moetsi
    Participante
    Moetsi on #147332

    ¡Espero vuestros comentarios!

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    Responder
    Anónimo
    Invitado
    Anónimo on #147334

    Me encanta, me encanta, ME ENCANTA!!! Si es que no tardo nada en leerlo, ya quiero el siguiente… (Pero no te meto prisa jeje) Deberías escribir algún libro, enhorabuena

    Responder
    Ricitos
    Invitado
    Ricitos on #147335

    Madre mia, yo espero que solo sea un bache y que vuelvan, estoy super enganchada a tus relatos!!

    Responder
    Mar
    Invitado
    Mar on #147336

    Hola,
    Lo estaba esperando por minutos…Que pena que estén en esa situación :( pero creo que yo hubiese reaccionado peor de ahí jajajajaja.
    Me ha encantado el capítulo, a esperar el siguiente! :D

    Responder
    Chiki
    Invitado
    Chiki on #147339

    Quiero un libro tuyo!!!! Yaaaaa!!!!

    Haces que entremos en la historia como si fuésemos la mismísima Elsa!

    Enhorabuena por tu arte!

    Responder
    Alba
    Invitado
    Alba on #147340

    Quiero más!!! te he conocido hoy y no paro de leerte!!! he reído tanto con la cesta de chocolates..tan bonito!!

    Responder
    LittleToy
    Invitado
    LittleToy on #147341

    Llevo todo el día esperándolo, me encanta, estoy enganchadísima.
    Llegarás lejos!
    Esperando el próximo con ganas.
    Un besote

    Responder
    M. Angeles
    Invitado
    M. Angeles on #147343

    me encanta la me encanta, me encanta

    Responder
    Iria
    Participante
    Iria on #147344

    Cada nueva entrega se me hace más corta que las anteriores. Gracias!!
    Me esperaba que la estirada entrase en acción, pero para nada me esperaba la reacción del vecino. La ha hecho buena!

    Responder
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