El Vecino: capítulo 16

Inicio Foros Querido Diario Relatos El Vecino: capítulo 16

  • Autor
    Entradas
  • Moetsi
    Participante
    Moetsi on #149167

    Lo primero que hice nada más llegar fue bajar del coche corriendo para poder admirar lo bonito que estaba todo.
    Me encantaba aquel paisaje, habían crecido un montón de flores por todas partes, y la cabaña había quedado preciosa.
    En el porche había un par de sillones de rafia y una mecedora junto a una mesita de madera baja y al otro lado había un balancín de forja con unas almohadas grandes en tonos marrones y dos faroles en la pared.
    El interior era mucho más amplio de lo que parecía desde fuera, tenía una cocina abierta y una barra central bastante grande que separaba la zona del salón, donde había dos sofás y una mesita colocados frente a una chimenea de piedra.
    Tenía 3 habitaciones con varias camas y amplios armarios y había dos cuartos de baño, uno pequeñito con plato de ducha y otro más grande, con una bañera antigua y un lavabo con dos picas.
    El olor a madera lo inundaba todo y aunque la cabaña era nueva, se podía respirar ese aire de antigüedad y de historia que escondían aquellas vigas, era un lugar muy especial.
    Había unas escaleras que subían a la buhardilla y quise subir a verla pero estaban todos sacando las cosas del coche así que me fui a ayudar, colocamos la comida y todo lo que llevábamos en la cocina y fuimos a las habitaciones a dejar las maletas.
    Iba detrás de Irene cuando se dio la vuelta:

    -¿Dónde vas tú?
    -Contigo, a deja la maleta- le respondí.
    -Tú no duermes con nosotras, en esta habitación solo hay tres camas- dijo mirando a su hermano con un guiño.
    -Ven- dijo él- nosotros nos quedamos arriba.

    Señaló hacia las escaleras y subimos a la buhardilla.
    Era una zona abierta con una barandilla de madera, había una cama grande con tatami decorada con unos almohadones y un ventanal desde el que entraba mucha luz y se podía ver todo el paisaje.

    -Íbamos a dejar la buhardilla como trastero pero me gustaba tanto que al final decidí poner aquí mi habitación y así podía estar solo y no tener que compartirla con mis hermanas, solo contigo si tú quieres…
    -Pues claro que quiero ¡me encanta!

    Después de dejar la maleta y colocar algunas cosas, fuimos todos a la cocina y empezamos a preparar la comida.
    La tarde la dedicamos a divertirnos y a descansar, nos bañamos, compartimos risas y confidencias, unos leían un libro, otros escuchábamos música, otros jugaban a las cartas,…estábamos entretenidos y lo estábamos pasando muy bien.
    Llevábamos allí unos cuantos días y no nos escondíamos delante de nuestros amigos, todos sabían ya que estábamos juntos y eran muchas las muestras de cariño que compartíamos ante ellos.
    Una de las tardes Jaime propuso bajar a dar una vuelta por el pueblo e Irene se ofreció a hacer de guía, la visita terminaría en alguna terraza tomando una cerveza y a todos nos pareció buena idea.
    Los dos estábamos tumbados en el césped y cuando hicimos intención de levantarnos, Mateo se acercó:

    -Sé que con el calor que hace la idea de tomar unas cervezas os apetece, pero esta vez el plan no os incluye a vosotros dos. Hemos pensado que estaría bien dejaros una tarde solos, así que aprovechadla, porque no pensamos volver hasta la hora de la cena.

    En cinco minutos todos habían desaparecido.
    Desde la noche que nos fuimos del bar apenas habíamos tenido tiempo de vernos y ya habían pasado tres semanas, los días que llevábamos allí habíamos dormido juntos, pero no hubo nada más a parte de muchos besos y caricias, la buhardilla estaba abierta y a mí me daba un poco de vergüenza que alguien pudiese vernos o escucharnos, pero nuestros cuerpos tenían la extraña costumbre de necesitarse.
    Nos quedamos un rato más tumbados en el césped, y tardaron poco en aparecer las ganas de acercarnos más.
    Estaba tumbada boca abajo, llevaba puesto un pantalón corto y la parte de arriba del bikini que se sujetaba con un lazo anudado en el cuello y otro en la espalda, era bastante blanca de piel y los rayos del sol empezaban a enrojecerme.

    -Necesitas un poco de crema en la espalda o vas a quemarte.

    Sonreí pensando en lo rápido que había estado buscando una excusa para aproximarse.
    Cogió el bote de crema y se sentó sobre mí acomodándose en la parte baja de mi espalda.
    Empezó a aplicar la crema masajeando primero mis hombros y la parte baja del cuello, deslizándose hasta la mitad de la espalda, a pesar de los 30 grados de temperatura y el sol abrasándome la piel, sentí varios escalofríos al contacto con sus manos y me estremecía con cada movimiento.
    Deshizo el nudo que sujetaba el bikini:

    -Mucho mejor así- dijo.

    Siguió extendiendo la crema por toda la espalda, rozando suavemente los laterales con las yemas de los dedos, y ya empezaba a sentir cómo se me aceleraba el pulso.
    Recordé la noche de su venganza y aquel masaje:

    -¿Sabes? Si alguna vez necesitas un sueldo extra, podrías dedicarte a esto, se te da muy bien, ibas a tener una larga lista de clientas.
    Se inclinó sobre mi espalda para susurrarme al oído:

    -Mis masajes al igual que mis besos, son solo tuyos.
    -Entonces ¿puedo pedirlos cuando quiera?

    Me giró repentinamente y por instinto hice intención de taparme, pero no me dejó, sujeto mis muñecas por encima de mi cabeza y se tumbó sobre mí acercándose tanto como pudo a mi boca:

    -Y cuando no los pidas también te los daré, los necesito tanto como tú.

    Me besó, y lo hizo con pasión, intentando obtener el máximo placer que aquellos besos podían darnos.
    Siguió bajando hacia mi cuello y después hacia mi pecho, y yo ya empezaba a perder la cordura, pero en un acto de lucidez recordé donde estábamos:

    -Si alguien viene ahora y nos ve así…
    -Acaban de marcharse.
    -Pero si alguien se acerca, mira como estoy, no podemos hacer esto aquí.

    Colocó un poco la parte de arriba del bikini y me incorporé quedándome sentada para poder anudarlo de nuevo.
    Inmediatamente después me sujetó de la mano, tirando de mí para levantarme y me hizo salir corriendo hacia el interior de la cabaña.

    -Aquí nadie puede vernos, ya no tienes excusa y no pienso dejar que huyas.

    Me arrinconó contra una pared iniciando de nuevo su ritual de besos, todo iba tan rápido que cuando quise darme cuenta estábamos en la buhardilla y mi ropa había desaparecido. No sé cómo habíamos llegado hasta allí, pero no importaba, estábamos cegados por el deseo de entregarnos el uno al otro y no quisimos retrasarlo más.

    -Ha estado muy bien, pero se me ha hecho corto ¿Deberíamos repetirlo?- preguntó con picardía.
    -Oye, eras tú el que hoy tenía mucha prisa.
    -No me provoques, ya sabes qué pasa cuando lo haces.
    -¿Y no has pensado que a lo mejor por eso lo hago?- dije riendo.
    -¿Te apetece que nos demos un baño?
    -Me apetece, pero fuera no, prefiero estrenar la bañera, he tenido ganas de hacerlo desde el primer día, pero bañarse sola ya no ha vuelto a ser tan relajante desde el día que viniste a mi casa.
    -¿Necesitas relajarte? Entonces vamos, ya sabes que puedo ayudarte con eso.

    Abrió el grifo y mientras la bañera se llenaba él se dedicó a repartir besos y caricias por todo mi cuerpo.
    Me dio la mano para ayudarme a entrar en el agua pero él se quedó fuera.

    -¿No vas a bañarte conmigo?
    -Después, pero has dicho que te apetecía un baño relajante y quiero hacer eso por ti.

    Se arrodilló a un lado y comenzó a enjabonar primero la parte superior de mi cuerpo, presionó mis hombros, obligándome a tumbarme un poco más para poder mojarme el pelo y comenzó a masajear mi cabeza con las yemas de los dedos entreteniéndose en las sienes y la nuca. Empezaba a sentir escalofríos y me temblaba el cuerpo.

    -¿Tienes frío?- preguntó.
    -No, no es frío, es solo lo que tú me provocas.

    Después de aclararme el pelo, continuó enjabonando mis piernas, primero una, después la otra… soltó la esponja y ahora eran sus manos las que continuaban el trabajo, perdiéndose debajo del agua y provocando que arquease la espalda con cada roce.
    No dejaba de mirarme fijamente a los ojos:

    -No puedo dejar de mirarte, no tienes ni idea de cuánto me gusta verte así- susurró.

    Se acercó aun más a mí, colocando unos de sus brazos en el borde de la bañera y yo apoyé mi cabeza sobre él, no pude mantener los ojos abiertos mucho más tiempo, sus movimientos eran cada vez más rápidos y unos segundos después terminé completamente rendida a él y sin apenas poder moverme.
    Se inclinó para besarme y se metió en la bañera conmigo.
    Me acomodé entre sus piernas y tras unos minutos de besos y caricias volvimos a dejarnos llevar una última vez antes de salir de la bañera.
    Estábamos sentados ya en el porche cuando llegaron todos de su escapada al pueblo.

    -¿Qué tal ha estado la tarde chicos?- preguntó Carol.
    -Relajante- contesté mirándole a él con una sonrisa.

    Poco después encendimos la barbacoa y empezamos a preparar la cena.
    Esa noche hacía un poco de frío, él estaba vigilando la parrilla y me acerqué a las brasas, rodeándole por la espalda con mis brazos y pensando que no quería separarme nunca más de él.
    Al día siguiente por la mañana, le observé durante un buen rato mientras jugaba al fútbol con sus amigos, tirándose por el suelo, corriendo, riéndose despreocupado, disfrutando sin más de ese momento y me di cuenta de que quería tener eso en mi vida, quería tenerle a él, quería poder observarle siempre, quería que compartiese conmigo todas esas cosas que le hacían feliz y yo también quería ser feliz y poder compartirlo con él.
    Le necesitaba en mi vida y ya no la entendía de otra manera si él no estaba a mi lado.
    Pasé todo el día distraída, pensando en aquello.
    Por la noche, después de cenar nos reunimos en el salón y alguien propuso un juego en el que había que beber un chupito cada vez que fallabas una pregunta, estuve un rato allí, todo el mundo se lo estaba pasando bien, pero yo seguía dándole vueltas a algo.
    Decidí salir un rato fuera:

    -¿Te encuentras bien?- preguntó Ana.
    -¡Sí, sí, estoy bien! Seguid sin mí un rato ¿vale? Solo necesito tomar un poco el aire, soy muy mala jugando a esto y si sigo bebiendo voy a caer redonda ¡no os puedo seguir el ritmo!- contesté de manera despreocupada.

    Cogí una manta del sofá y salí al porche, me senté en el balancín y me quedé allí en silencio, mirando a mi alrededor.
    ¡Todo era tan bonito! El cielo parecía poder tocarse si alzabas un poco la mano y olía a hierba y a tierra mojada, la luna se reflejaba en el agua, todo estaba en completa calma. Me envolví en la manta al sentir un poco de frío, pero aunque refrescaba, la sensación era muy agradable.
    Un rato después él salió a buscarme y me encontró secándome una lágrima que resbalaba por mi mejilla.

    -¿Qué te pasa?

    Se sentó junto a mí, abrazándome al notar que estaba temblando y yo apoyé mi cabeza contra su hombro.

    -Llevas todo el día distraída, y muy callada y ahora te encuentro llorando ¿quieres contarme qué pasa?- me hablaba de manera dulce y preocupado por mí.
    -No es nada malo, es solo que estoy un poco sensiblona, y necesito decir algo pero no encuentro la manera de hacerlo.
    -Sabes que puedes contarme cualquier cosa ¿verdad? Sé que eres capaz de decir lo que piensas y de hacerte entender, lo has hecho cientos de veces conmigo- dijo sonriendo.
    -Lo sé.
    -Entonces inténtalo, habla conmigo.
    -Es algo que vi esta mañana cuando estabais jugando al futbol.
    Bueno, no es algo que vi, más bien lo que sentí mientras observaba.

    De pronto las palabras empezaron a fluir solas, y lo único que tuve que hacer fue pronunciarlas.

    -He tenido miedo muchas veces, he tenido dudas sobre ti, sobre mi y sobre que lo nuestro fuese posible, me he ilusionado, me he decepcionado, he desconfiado, he estado a punto de romper con todo, he cometido errores,… Todas las veces que no he creído en ti, simplemente era porque lo que tenemos es tan bueno que no me parecía real, y siempre esperaba a que algo malo sucediera.
    Pero esta mañana, y no sé la razón, lo he visto claro. Y aunque estés lejos de ser perfecto, he podido ver realmente quien eres para mí.
    ¿Sabes esa canción que tanto me gusta…? Nunca he sabido realmente porqué, hasta hoy. Tú representas las cosas que dice, estas aquí para mi, y cuando me siento ahogada, eres el aire que necesito para respirar un poco mejor.
    Yo ya no entiendo mi vida si tú no estás en ella, suena tan cursi que hasta me avergüenza reconocerlo, pero es tan cierto como que estoy enamorada de ti y te quiero tanto que no encontraba palabras que pudieran expresarlo.

    Me abrazó tan fuerte que por un momento sentí como me cortaba la respiración.

    -Te quiero, te quiero tanto que tampoco puedo describirlo, te quiero sin prefijos y sin límites- respondió.

    Nos besamos con todo el amor que sentíamos el uno por el otro, mientras el estribillo de esa canción resonaba en mi cabeza sin parar.

    I´ll be there for you, these five words I swear to you
    When you breathe, I want to be the air for you
    I´ll be there for you
    I´d live and I´d die for you, I´d steal the sun from the sky for you
    Words can´t say what love can do
    I´ll be there for you

    Nos quedamos allí abrazados y en silencio durante un buen rato, porque ya no había nada más que pudiésemos decir.

    El sábado por la noche después de cenar decidimos bajar al pueblo, en verano siempre había mucho ambiente, y los bares de la plaza abrían hasta la madrugada.
    Nos sentamos en una terraza y después de un rato la vi, allí estaba la estirada en la terraza del bar de al lado, y mirando hacia nuestra mesa.
    Irene también se había dado cuenta y nos miramos sin decir nada, pero sabiendo perfectamente lo que teníamos que hacer.
    Vimos como se acercaba hacia nosotros, Irene se levantó rápidamente y fue directa hacia ella para cortarle el paso, su hermano al verla hizo intención de levantarse pero le detuve colocando mi mano en su pierna:

    -No, déjala ¿confías en mí?- le pregunté.
    -Siempre- asintió.
    -Pues entonces deja que sea yo la que termine con esto de una vez.

    Me levanté y me acerqué hasta donde se habían quedado paradas.
    Escuché a Irene replicarle bastante enfadada:

    -¿Donde te crees que ibas? Ni se te ocurra acercarte a esa mesa.
    -Solo pretendía saludar- contestó ella.

    Le pedí a Irene que nos dejase solas.

    -Me sorprende verte aún con él- dijo.
    -A mí me sorprende que sigas sin ver lo que tienes delante.
    -Lo único que veo es que cuando le llamé vino a buscarme.
    -Sí, pero entonces él no sabía lo que sabe ahora. Conseguiste lo que querías aquella noche, me hiciste creer que eras mejor que yo, y si no se lo conté en aquel momento fue porque quise respetar vuestra amistad, pero está claro que tú no respetas nada y tengo que pararte los pies.
    -Tú no me conoces, ya te dije que siempre consigo lo que quiero.
    -Te equivocas, te conozco bien. Tu solo quieres lo que no puedes tener, porque eres una caprichosa y porque tienes celos ¿Crees que te basta con ser guapa? Eso no sirve de nada si por dentro estás vacía. Y por suerte, él se ha dado cuenta y ésta vez no vas a salirte con la tuya, a mi ya no me intimidas y a él ya no le interesas. Así que voy a pedirte que te des la vuelta y te vayas por donde has venido, no te acerques más a él y da las gracias porque haya sido yo quien ha venido a decírtelo, porque si es él quien se levanta, no hubiese sido tan educado.

    No dijo ni una palabra más, y yo tampoco tenía nada más que decirle, así que me di la vuelta y volví a mi asiento.

    -Está claro que no me necesitas- dijo él.
    -Te necesito para muchas cosas, pero para esto no, esto tenía que hacerlo sola y tenía que hacerlo por mí.

    Cuando nos fuimos de allí pasamos por su lado al salir de la plaza, él colocó su brazo por encima de mis hombros y me besó de manera dulce en la mejilla, y yo…
    Yo no pude evitarlo, miré hacia ella y le dediqué la más falsa de mis sonrisas.
    No solo le había hecho frente a ella, era mucho más que eso, no dejé que me intimidara, ni que me hiciera sentir inferior.
    Confiaba en él, pero más importante aún, confié en mí, y me sentí segura de lo que tenía y de lo que quería.
    Esa noche volvimos a entregarnos de manera absoluta a los besos, a las caricias y a la pasión, y fue algo mágico.
    Ya no había miedos, ni dudas ni inseguridades.
    Ya no teníamos que escondernos más, ya no había obstáculos entre nosotros y lo único que queríamos era vivir y disfrutar cada segundo de nuestro amor.
    El domingo era nuestro último día en la cabaña.
    Nosotros nos habíamos levantado un poco más tarde que el resto, asique fuimos a desayunar a la cocina mientras los demás ya habían salido fuera.
    Les observamos desde la ventana.
    Irene estaba con Álvaro y Adrián limpiando la barbacoa.
    Ana paseaba con Mateo por el muelle y Carol y Jaime reían y tonteaban sentados en las escaleras del porche.
    Bromeamos sobre lo curioso que era que hubiesen congeniado tan bien.

    -Creo que se gustan- le dije mirando hacia ellos.
    -Mateo y Jaime son buenos chicos.
    -Sí, y mis amigas son increíbles y esos dos no han podido resistirse a sus encantos.

    Un rato después salimos al jardín con ellos y después de comer empezamos a recogerlo todo para marcharnos.
    Estábamos en la buhardilla preparando la maleta y pensé en lo especial que había sido esa semana. Me iba de allí con mucha pena y me costaba hacerme a la idea de que las vacaciones con él terminaban.

    -Podríamos volver un par de días solos tú y yo antes de que terminen las vacaciones, tengo la sensación de que no hemos tenido tiempo suficiente- me dijo.
    -Estaba pensando exactamente lo mismo, se me ha hecho corto y no quiero que acabe, este lugar ya es especial para mí. Pero tengo que ir a casa, quiero pasar al menos un par de días con mi hermano, que le veo muy poco y se marcha el jueves, el fin de semana lo pasará con mis padres en el camping.
    -Entonces nos venimos el viernes y nos encerramos aquí todo el fin de semana ¿Qué te parece?
    -Me parece perfecto.

    El lunes por la mañana mi hermano llegó a casa, hacía meses que no le veía y a pesar de que nuestra relación no era muy estrecha, echaba de menos tenerle por allí.
    Pasamos mucho tiempo juntos, y una de las tardes que salimos a tomar algo le propuse venirse con nosotros.
    Le había hablado a mi hermano de él, y ese mismo día también quise hablar con mis padres, ya no quería ocultarme más, quería contarles a todos que estábamos juntos y que le quería.
    Tuve que aguantar algunas bromas y comentarios de mi madre referentes a lo evidente que era y lo mal que yo lo había disimulado.
    Le envié un mensaje:

    “Voy a salir con mi hermano ¿te vienes a tomar algo?”

    Enseguida me contestó:

    “¿No le parecerá un poco raro que vaya con vosotros?”

    Sonreí intentando imaginar su cara al leer mi respuesta:

    “En esta casa acaban de enterarse todos de que estamos juntos, así que si te atreves a bajar, será tu presentación oficial”

    De nuevo, el sonido de un mensaje:

    “Seguro que ahora mismo te estás riendo y pensando en alguna maldad, pero recuerda que tu tendrás que hacer lo mismo el próximo día que subas a mi casa. Bajo en 15 minutos.”

    No lo había pensado, me divertía mucho hacerle bajar a casa y ponerle en algún compromiso, pero tenía razón y además le conocía, sabía que si le provocaba, habría venganza seguro.
    Al final decidí ser buena y aunque bajó a casa a buscarnos, mis padres le saludaron como siempre lo hacían, le presenté a mi hermano y todo fue muy natural.

    -Esperaba algún comentario gracioso por tu parte ¿te ha entrado el miedo? – preguntó con burla.
    -Sabes que si, sé de lo que eres capaz y no he querido arriesgarme a que me hagas pasar vergüenza el próximo día que vea a tu madre.

    Mi hermano nos miraba divertido, sin tener mucha idea de qué iba todo aquello.
    Tomamos unas cervezas en una terraza y después dejamos a mi hermano en el centro, había quedado con unos amigos de la universidad a los que hacía tiempo que no veía.
    Nosotros volvimos a casa, pero era pronto y ninguno tenía ganas de despedirse, asique nos quedamos un buen rato sentados en las escaleras exteriores del portal.

    -¿Por qué has decidido contárselo hoy?- preguntó curioso.
    -No he elegido este día por nada en especial, pero le hablé a mi hermano de ti y simplemente pensé que ya no había razón para ocultarlo más, estoy feliz y quería decírselo a todos. ¿Te ha parecido mal que no lo hablase contigo antes?
    -¡Claro que no! Era algo que tenías que decidir tú, y me alegro de que lo hayas hecho. Si te parece bien mañana hablaré con mi madre.
    -Hazlo, o no lo hagas, no tienes por qué decírselo si no quieres.
    -¡Estoy deseando contarle a todo el mundo que estamos juntos! Sabes que por mí, lo hubiese hecho hace mucho tiempo. Aunque no sé porqué, pero creo que en mi casa ya lo deben saber todas.
    -Eso me ha dicho mi madre también, supongo que se nos da mal eso de escondernos.

    Al día siguiente había quedado con Carol y Ana para ir a la piscina, pasamos allí todo el día y él quedó en recogerme sobre las 8.
    Cuando salimos, también estaban allí Jaime y Mateo.

    -Hemos salido a tomar algo, les dije que venía a buscaros y han querido acompañarme.

    Nos fuimos a tomar un helado y cuando nos despedimos, nuestros cuatro amigos se quedaron un rato más en la terraza.
    Ya era jueves y mis padres y mi hermano salieron de viaje por la tarde para pasar unos días en el camping.
    Nosotros pasaríamos los días que me quedaban de vacaciones solos en la cabaña, el viernes por la tarde subí a su casa preparada para un fin de semana romántico.
    Cuando llegué él había bajado al garaje así que me encontré sola con su madre y todas sus hermanas. Pero fue divertido, su madre se reía recordando las fiestas del pueblo y la conversación en la cocina, cuando le dijo a su hijo que buscase una novia. Y sus hermanas como siempre, me recibieron muy bien, estaban más sorprendidas por saber que Irene había sido capaz de guardar el secreto que por el hecho de que estuviésemos juntos, todo el mundo parecía haberse dado cuenta desde hacía ya un tiempo.
    Llegamos sobre las 9, pasamos antes por la casa del pueblo para dejar allí a Irene y a su madre, nos despedimos y nos fuimos en dirección a la cabaña.
    Aunque estaba anocheciendo, las temperaturas habían sido bastante altas esa semana, aún hacía calor y después de sacar todas las cosas del coche, decidimos darnos un baño junto al muelle.

    -No hay nada que me apetezca más que estar aquí contigo- dijo abrazándome.

    Era el lugar perfecto y estaba con la persona que para mí era perfecta, yo tampoco podía pedir nada más.
    Aquella noche hicimos el amor en el jardín, con la única luz que desprendía la luna. Y los días y las noches siguientes fueron igual de maravillosos, nos dedicamos tiempo a nosotros, a querernos, a entendernos, a dejarnos llevar una y mil veces por el deseo y el amor que sentíamos uno por el otro.
    Recordamos juntos la primera vez que subí esas escaleras que me llevaron a su casa y estuvimos de acuerdo en que fue la mejor decisión que había tomado en mi vida.
    Regresé al trabajo a la semana siguiente, él aun tenía varios días de vacaciones pero decidió quedarse en la ciudad, así podríamos vernos, pasar algunas tardes en la piscina con sus amigos, salir y disfrutar de los últimos días de verano.
    Llegó septiembre, y faltaba poco más de un mes para su cumpleaños, había comentado que no solía celebrarlo demasiado, pero quería hacer algo especial por él, y esta vez sí, sería un cumpleaños inolvidable en el mejor de los sentidos.

    Responder
    Moetsi
    Participante
    Moetsi on #149170

    ¡Espero vuestros comentarios!

    Si quereis seguirme en redes sociales:
    INSTAGRAM: moetsirelatos
    FACEBOOK PAGE: https://www.facebook.com/moetsirelatos/

    Responder
    Barbara
    Invitado
    Barbara on #149174

    ????????????????????????

    Responder
    María F.
    Participante
    María F. on #149187

    ¡Me encanta! (Suspiro largo)

    Responder
    Henar
    Invitado
    Henar on #149192

    Que pena que se esté terminado ????. Quiero más!!!

    Responder
    Iria
    Participante
    Iria on #149194

    Ui ui ui.. muriendo de ganas por saber que pasará en el cumpleaños del vecino. Mientras tanto me voy imaginando posibles acontecimientos.
    Enhorabuena Moetsi por seguir enganchándonos (más aún si cabe) en cada nuevo capítulo. La próxima entrega será el martes??

    Responder
    Goretti
    Invitado
    Goretti on #149197

    Kiero maaaas!!! Me encanta!!

    Responder
    Brujilla
    Invitado
    Brujilla on #149246

    Ay que me muero de amor????????????
    Creo que este capítulo es mi favorito hasta el momento
    Me súper encanta

    Responder
    Pat
    Invitado
    Pat on #149315

    ????????????????????

    Responder
    Lila
    Invitado
    Lila on #149367

    Ayyyyy qué bonitoooo!!!! ainsssssss
    Por cierto, no he acertado jajajaaja pensé que desvelarías el nombre del vecino cuando ella por fin le dijese que lo quería ;-)

    Responder
WeLoversize no se hace responsable de las opiniones vertidas en esta web por colaboradores y usuarios del foro.
Las imágenes utilizadas para ilustrar los temas del foro pertenecen a un banco de fotos de pago y en ningún caso corresponden a los protagonistas de las historias.

Viendo 10 entradas - de la 1 a la 10 (de un total de 20)
Respuesta a: El Vecino: capítulo 16
Tu información: