Marcos y Lucía: capítulo 3

Inicio Foros Querido Diario Relatos Marcos y Lucía: capítulo 3


  • Autor
    Entradas
  • Moetsi
    Participante
    Moetsi on #161679

    El viernes a mediodía cuando llegué al bar Marcos no estaba, no me había dicho nada, pero supuse que saldría tarde del trabajo y me entristecí un poco, era fin de semana así que no podría verle en varios días.
    El sábado no había quedado con las chicas y decidí dedicar la tarde a preparar algo de comida para la semana y después preparé un baño con espuma, me puse una mascarilla, me serví una copa de vino y me pasé casi una hora metida en la bañera escuchando música.
    Estaba terminando de hacerme la manicura cuando, sobre las ocho y media, recibí un mensaje:

    “Un escritor nunca olvida la primera vez que acepta unas monedas o un elogio a cambio de una historia.”
    ¿Estás en casa?

    Era Marcos, pero no entendía nada de lo que había escrito, respondí a su mensaje:

    “Si, ¿…? ”

    De nuevo otro mensaje:

    “Tengo algo para ti ¿puedes bajar al portal?”

    Fui corriendo hacia la ventana y vi su coche aparcado frente a la puerta. ¡Estaba allí!
    Me quedé paralizada durante un momento sin saber qué hacer, ni siquiera estaba vestida como para salir a la calle, llevaba puestas unas mallas, una camiseta vieja y estaba descalza.
    Pensé en las cosas que me había dicho Marta la noche que hablamos de él y de nuevo, sin saber muy bien de dónde saqué el valor, respondí:

    “1ºA ¿subes?”

    Apenas unos segundos después sonó el timbre, respiré hondo un par de veces intentando calmarme, estaba temblando.
    Abrí la puerta y allí estaba, con su sonrisa perfecta, le brillaban los ojos y me quedé embobada mirándole sin poder asimilar aún que le tenía delante.

    -Perdona que me haya presentado así sin avisar, pero no podía esperar, quería darte esto- me enseñó el libro que traía en la mano, El Juego del Ángel- es la segunda parte del libro que leímos, lo que te escribí antes es la frase con la que empieza.

    Yo seguía allí parada como una idiota observándole y sin poder articular ni una sola palabra. Me fijé en cómo iba vestido, llevaba una camiseta negra de manga corta y unos vaqueros desgastados de color claro, sonreí imaginando cómo le sentarían por detrás.

    -¿Lucía estás bien?
    -Si, perdona- reaccioné por fin- es que me sorprende verte aquí. ¿Quieres pasar?
    -No quiero molestarte, igual estabas ocupada.
    -No, tranquilo, no estaba haciendo nada interesante.

    Fuimos directos al salón, Marcos curioseó un poco la estantería donde tenía todos los libros y los CDS mientras yo intentaba recoger un poco la mesa, había dejado el neceser con todos los esmaltes y los utensilios de manicura por allí y me di cuenta de que no me había pintado la mitad de las uñas.

    -Siento recibirte con estas pintas, no esperaba visitas.
    -Yo te veo bien así.
    -¿Quieres tomar algo? Tengo vino, cerveza y refrescos.
    -Prefiero cerveza, gracias.

    Me acerqué a la nevera y saqué un botellín, yo aún tenía la copa de vino en la mesa.

    -Te haría un tour por la casa, pero básicamente lo que ves es todo lo que hay, salón con cocina abierta, un dormitorio y un baño, este piso es pequeñito aunque para mí sola es suficiente, además tiene algo que me gusta mucho, en la habitación hay un balcón bastante grande y las vistas son lo mejor, por detrás de este edificio no hay nada construido y desde ahí puedo ver toda la ciudad.
    -¿Puedo verlo?
    -Claro, es la puerta de la izquierda- señalé.

    Marcos se adelantó, me quedé detrás de él y pude comprobar que aquellos vaqueros le sentaban realmente bien.
    Salimos al balcón y estuvimos allí un rato hablando.

    -Tenías razón, aunque creo que de noche con las luces tiene que ser aún mejor.
    -Lo es, ahora que llega el verano muchas noches salgo a leer aquí ¡Por cierto! Gracias por traerme el libro, pero ¿no dijiste que lo leeríamos juntos?
    -Si, pero teniendo guardias hay muchos días que no nos vemos, y pensé que a lo mejor te apetecía más leerlo sola.
    -Podemos leerlo a la vez, aunque tardemos un poco más no importa.
    -Entonces si te parece bien me lo llevo al bar y cuando coincidamos podemos empezarlo.
    -Perfecto, así me da tiempo a terminar el que estoy leyendo, aunque me falta poco, seguro que esta noche lo acabo.
    -Es sábado ¿vas a quedarte en casa leyendo?
    -Si, así de aburrida es mi vida. Y tú, ¿no tienes planes?
    -No, hoy no tengo el cuerpo para fiestas, acabo de salir de una guardia de 36 horas, por eso no estaba ayer a mediodía. Un compañero me llamó el jueves por la noche para preguntarme si se la podía cambiar, entré el viernes a las 8 de la mañana y he salido hace un rato.
    -¿Y has venido aquí directo?
    -He pasado antes por casa a ducharme. Encontré el libro en la biblioteca del cuartel, cuando lo vi me acordé de ti y no quise esperar al lunes. Aunque debí llamarte antes.
    -No importa- sonreí.
    -En fin… debería irme, ya te he entretenido bastante.

    No quería que se marchara, tenía que hacer algo para evitarlo así que no lo pensé demasiado.

    -¿Quieres quedarte a cenar? Si no estás demasiado cansado, claro, aunque seguro que lo único que te apetece ahora es irte a casa a descansar, es lógico después de tantas horas…
    -Lucía- me interrumpió- me encantaría quedarme. Aunque te advierto que no sé cocinar gran cosa.
    -Claro, si, vale… eh… no te preocupes, tengo la cena hecha- estaba nerviosa y no acertaba a hablar con claridad- los fines de semana suelo dejar preparadas algunas cosas y así no tengo que cocinar tanto cuando trabajo, que siempre tengo menos tiempo.

    Fuimos a la cocina y mientras yo terminé de preparar un pollo al limón que había metido al horno, Marcos me ayudó con la ensalada.
    Nos sentamos a la mesa un ratito después, era una situación un tanto extraña para mí, tenerle allí en casa y estar solos, era como una primera cita improvisada, me gustaba esa sensación, aunque estaba un poco nerviosa y no sabía muy bien de qué hablar.
    Pero Marcos no tenía ese problema, siempre encontraba un tema de conversación y esta vez el tema era yo, así que después de alabar mis dotes como cocinera, quiso saber más cosas sobre mí.
    Tenía curiosidad por saber de mi familia, le conté que me llevaba bien con mis padres y hermanos y les veía con cierta frecuencia, pero nunca tuve una relación muy estrecha con ellos.
    Me preguntó también por mis amigas, y por las cosas que hacía en mi tiempo libre.
    En realidad mi vida era bastante simple, mis planes se reducían a limpiar, cocinar, leer, escuchar música y pasar los fines de semana en casa con mis amigas, podía sonar aburrido pero a mi manera yo disfrutaba mucho con lo que hacía.
    Marcos me contó que él pasaba la mayor parte del tiempo con Alberto, se conocían desde pequeños y siempre iban juntos a todas partes, les gustaba hacer deporte y salían a correr o a montar en bici, los sábados por la noche se iban de fiesta y cuando no salían, a veces iba a casa de su hermana y cuidaba de su sobrino o se quedaba en el bar con sus padres.
    Tenían una pequeña parcela a las afueras de la ciudad y en verano pasaban allí los fines de semana en familia.
    Terminamos de cenar y seguimos hablando durante un buen rato hasta que el cansancio empezó a hacer efecto en Marcos, ya eran más de las 12, necesitaba descansar y llegó el momento de despedirnos, así que le acompañé hasta la puerta.

    -¿Sabes? Esta tarde cuando venía hacia tu casa estuve a punto de darme la vuelta, dudé por un momento si sería buena idea presentarme aquí sin avisar y que pensaras que era un poco descarado, pero no me arrepiento, me ha gustado mucho pasar estas horas contigo.
    -Me alegra que hayas venido, aunque tengo que confesar que al principio era un poco raro, pero la verdad es que yo también lo he pasado bien.
    -Está bien esto de vernos fuera del bar ¿no crees? Tenemos que repetirlo, además te debo una cena, así que no quiero excusas la próxima vez que te proponga quedar.
    -Lo pensaré.
    -Eso es mucho más de lo que conseguí la otra noche cuando te propuse ir a bailar. Me va a costar convencerte para que salgas conmigo alguna vez ¿verdad?

    Sonreí sin saber muy bien qué responder, pensé en cuánto me gustaría decirle que sí, que quería quedar con él, pero solamente la idea de pronunciar esas palabras ya me daba pavor.

    -No importa, me gustan los retos. ¿Te veo el lunes?
    -Claro… ¡el libro! Te lo has dejado en la mesa.

    Fui a buscarlo al salón y cuando di la vuelta me choqué de frente con él, pensé que se había quedado en la puerta pero había venido detrás de mí. Estábamos muy cerca uno del otro, nos quedamos allí parados unos segundos, observé cómo sus pupilas se dilataban mientras se mordía el labio sonriendo y en un acto de estupidez extrema, lo único que se me ocurrió hacer en aquel momento fue levantar las manos y poner el libro entre su cuerpo y el mío, provocando que Marcos diese un paso hacia atrás con gesto desconcertado.

    -Por poco te vas sin él- dije dirigiéndome de nuevo a la puerta.
    -Lucía…

    Quiso decir algo, pero por alguna razón decidió no continuar hablando, se acercó a mí de forma mucho más precavida, me besó en la mejilla y se despidió deseándome buenas noches como siempre.

    -Buenas noches Marcos- respondí mientras le veía desaparecer bajando las escaleras.

    Cerré la puerta y apoyé la cabeza contra la pared.

    “Definitivamente eres idiota” pensé.

    Estaba segura de que iba a besarme, y yo lo estaba deseando. ¿Por qué había hecho eso? ¿Por qué le había apartado así?
    Me torturé durante varias horas sin poder dormir intentando encontrar una razón lógica, pero no la hallé y cuando cerraba los ojos podía recordar su cara con esa expresión desconcertada y cierto aire de decepción en su mirada.
    Imaginé distintas posibilidades sobre cómo reaccionaría Marcos el lunes cuando nos encontrásemos de nuevo.
    Quizás se había sentido rechazado y estaría distante conmigo.
    No, no podía ser. Marcos no era la clase de chico que se ofendería por algo así.
    Estaba convencida de que era lo suficientemente inteligente como para asumir que no siempre podía tener todo lo que quería por el simple hecho de saberse atractivo.
    Pero si podría pensar que simplemente le había apartado porque yo no me sentía atraída por él.
    Y eso me entristeció aún más.
    No tenía valor para demostrarle lo que sentía, pero tampoco quería hacerle creer que no me interesaba.
    Me desperté temprano el domingo y seguía dándole vueltas a todo aquello.
    Llamé a Marta, hablar con ella me haría desconectar un poco, tuvo un evento familiar y durante un buen rato charlamos sobre lo que había hecho la noche anterior.
    Quedamos por la tarde para tomar algo, así que aproveché el resto de la mañana para hacer limpieza.
    Encendí la radio y no sé si por destino o por casualidad, sonó una canción que parecía escrita para mí.

    …soy un desastre y no sé qué está pasando.
    Me gustas a rabiar yo te deseo, me llegas a desesperar…
    …tiemblo sólo con la idea de rozar tus labios
    llenos de besos nuevos.
    No puedo dormir robas mi tranquilidad…
    …es algo que te lía una descarga de energía
    que te va quitando la razón, te hace tropezar te crea confusión.
    Seguro que es la fuerza del corazón…

    Así era exactamente como me sentía en aquel momento, y escuchar esa canción me hizo darme cuenta de algo, cuando se trataba de Marcos, pensaba demasiado con la cabeza, y no estaba prestando atención al corazón, a todo lo que él me hacía sentir.
    Por las cosas que había vivido antes, creía que dejarme llevar por los sentimientos era algo negativo e intentaba contenerme por miedo a resultar herida, pero si seguía así, jamás tendría una oportunidad, ni con Marcos ni con nadie.
    Cuando Marta llegó le conté lo que había pasado y las cosas en las que había pensado al escuchar esa canción, y llegué a la conclusión de que algo tenía que cambiar, no sería de un día para otro, pero estaba decidida a no negarme más la posibilidad de encontrar el amor y vivirlo y sentirlo de manera libre.
    El lunes a mediodía volvimos a vernos, Marcos hablaba y sonreía como siempre, aparentemente todo seguía igual, excepto su mirada.
    No sabía muy bien qué era, y no podía distinguir si era bueno o malo, pero noté que algo había cambiado.
    Tenía allí el libro y empezamos a leerlo, intercambiamos varias miradas durante la lectura, apenas unos minutos después Marcos cerró las páginas de golpe y me preguntó:

    -¿Vas a decirme qué te pasa? Hoy estás… diferente.

    Le miré extrañada y sorprendida.

    -Es curioso, porque yo he pensado lo mismo de ti.
    -Yo soy el mismo de siempre.
    -Puede que tengas razón, quizás soy yo la que hoy lo ve todo distinto.
    -¿Por qué?- preguntó con curiosidad.
    -Ayer escuché algo que me hizo pensar en ciertas cosas que no me gustan y supongo que estoy decidida a cambiarlas.
    -No lo entiendo muy bien ¿Esto tiene que ver algo conmigo? Es por lo del sábado ¿verdad? No debí presentarme así en tu casa.
    -¡No! Ya te dije que no me molestó, además fui yo la que te invité a quedarte, si no te quisiera allí no te habría dicho nada. En realidad se trata de mí, pero es complicado y largo de explicar.
    – Pues vas a tener que contármelo, ahora tengo más curiosidad aún por saber qué es eso que quieres cambiar.
    -Resumiendo mucho, según mi amiga Marta, debo aprender a centrarme en el lado bueno de las cosas y no ver solo lo negativo.
    -No conozco a tu amiga, pero me gusta cómo piensa, deberías hacerle caso.
    -Estoy en ello- sonreí.

    No era él quien había cambiado, era yo quien le veía de forma diferente, siempre me había costado mucho mirarle a los ojos y mantener la mirada, pero en aquel momento lo hice.
    Sus ojos, al igual que su sonrisa, transmitían muchas cosas que esa tarde percibí por primera vez.
    Quizás Marcos siempre me había mirado de la misma manera, pero hasta ese día yo no me había dado cuenta.
    Pasaron varias semanas después de aquella conversación, Marcos tenía trabajo y últimamente no habíamos coincidido demasiado.
    El cumpleaños de Estela coincidía en viernes, normalmente lo celebrábamos tomando algo al salir de trabajar, esa tarde ella insistió en ir al bar de Vicente, sabía que llevaba días sin ver a Marcos y con la excusa de su cumpleaños, podíamos pasar por allí y ver si estaba.

    -¿Podemos ir a otro sitio? No quiero que piense que voy allí solo para verle.
    -Vamos a ir a su bar porque yo quiero que le veas, que es muy diferente- dijo Estela riendo- además, somos compañeras y vamos a tomar algo, este es el bar que tenemos más cerca del trabajo, no es tan raro que vengamos aquí.

    La seguí resignada, sabía que no podía hacerla cambiar de opinión y en el fondo, no podía negar que me ilusionaba la posibilidad de encontrarme con Marcos.
    Y justo cuando estábamos llegando a la puerta nos cruzamos con él.

    -Habéis salido pronto- dijo sorprendido al vernos allí.
    -Si, hoy es mi cumpleaños así que hemos cerrado rápido y nos hemos venido a celebrarlo- dijo Estela- Lucía voy pidiendo ¿vale?

    Estela se adelantó y entró en el bar.

    -¿Tú también sales hoy?- pregunté.
    -No, la verdad es que iba a buscarte.
    -¿A mí?
    -¿Ves a alguien más aquí? ¡Pues claro que a ti! Acabo de llegar del cuartel y como hace días que no nos vemos, pensé que igual te apetecía pasarte un rato y podríamos leer algo.
    -Pues ya lo siento, pero vamos a tener que dejarlo para otro día.
    -No pasa nada, al menos he podido verte, lo de leer puede esperar.

    Entramos en el bar y me senté con Estela, que sonreía de manera cómplice.
    Marcos se quedó en la barra y después de un rato se acercó a nosotras para ofrecernos otra ronda.

    -Yo no quiero nada más, gracias. Me marcho ya, tengo que recoger a la niña, que mi madre estará esperando- dijo Estela mientras se levantaba- pero Lucía puede quedarse, tomad algo vosotros y así brindáis por mí.

    Marcos fue a por otra cerveza mientras yo miraba a Estela con ganas de asesinarla.

    -Dijiste que este fin de semana no tenías a la niña, por eso hemos salido hoy a tomar algo.
    -Y no la tengo- dijo riendo- está con su padre, pero no voy a quedarme aquí y fastidiarte la oportunidad de pasar un rato con él. Lucía, no hay más que verle la cara para darse cuenta de que estaba deseando verte y hablar contigo, y no seré yo quien se lo impida.
    -Te odio- dije con burla.
    -Yo también te quiero, te veo mañana y me cuentas.
    ¡Adiós Marcos!- dijo gritando mientras salía.

    Marcos regresó a la mesa con dos cervezas y se sentó conmigo.

    -Me cae bien tu compañera, parece simpática.
    -Lo es, no ha tenido una vida fácil y aun así nunca deja de sonreir.
    -Tu también sonries más cuando estás con ella.
    -Es contagioso, Estela es muy divertida y siempre me hace reir.
    -Me gusta verte reir, es una de esas caras que tienes y que utilizas poco, deberías hacerlo más.

    Siempre decía algo que me hacía sonrojar.
    Marcos era un seductor nato en su forma de hablar, pero no era algo forzado, ni algo que hiciera solo conmigo, le había observado hablando con más gente y le salía de manera tan natural que ni siquiera él era consciente de lo que podía provocar con sus palabras.
    Había echado de menos esa sensación que tenía cuando estábamos juntos.
    Aquella noche no leímos, pasamos el resto del tiempo hablando sobre las cosas que habíamos hecho en las últimas semanas hasta que llegó la hora de irme y una vez más me acompañó a la parada de autobús.

    -A este paso tardaremos meses en terminar el libro. ¿Qué te parece si a partir de ahora quedamos un día a la semana para leerlo? Seguro que podemos coincidir al menos una tarde.
    -Siempre que mi jefe no me llame a última hora, yo estoy disponible, así que cuando tu sepas los días que tienes libres me avisas.
    -¡Vaya! Casi daba por hecho que te negarías, no pretendo quejarme, pero pensé que me costaría más convencerte.
    -¿Recuerdas que te dije que había cosas que quería cambiar? Pues esa es una de ellas. Y lo de sonreir más, también.
    -¡Me gusta el cambio! El miércoles descanso, he quedado con Alberto por la tarde pero cuando salgas ya estaré en el bar.
    -Perfecto, nos vemos el miércoles entonces.

    No faltó nuestro beso de buenas noches, ni la sonrisa de Marcos al despedirse.
    Ese fin de semana lo pasé con mi hermana, cuando vivía con mis padres discutíamos mucho pero últimamente nos llevábamos mejor y habíamos quedado para comer juntas el sábado, conseguimos no discutir en toda la tarde y al final se quedó a dormir conmigo en casa.
    La relación con mi familia estaba mejorando, tenía un trabajo que me gustaba, contaba con unas amigas estupendas, y con Marcos todo iba bien, mi vida era estable.
    Estaba contenta, algo poco habitual en los últimos meses, podían ser pasos muy pequeños, pero sabía que algo en mí estaba cambiando y eso me hacía sentir bien.
    El miércoles tal y como habíamos acordado, al salir de trabajar me pasé por el bar, pero cuando llegué Marcos no estaba allí.
    Esperé un buen rato, y cuando estaba a punto de marcharme, por fin apareció, pero esta vez no venía solo.

    Playlist Spotify Marcos y Lucía

    Responder
    Moetsi
    Participante
    Moetsi on #161681

    ¡Espero vuestros comentarios!

    Si quereis seguirme en redes sociales:
    Instagram: https://www.instagram.com/moetsirelatos/
    Facebook: https://www.facebook.com/moetsirelatos/

    Responder
    La Chilena
    Invitado
    La Chilena on #161690

    Noooooooo!!!!
    Por qué tuvo que terminar así este capitulo !!! ????????????????????????????????

    Responder
    Anonima
    Invitado
    Anonima on #161691

    ????????????????

    Responder
    Ana
    Invitado
    Ana on #161694

    Ohhhh pero como nos dejas así??? Esta vez no venía sólo?? Será con su amigo Alberto??? Madre mía que intriga….

    Responder
    Alma
    Invitado
    Alma on #161701

    Que ganas de seguir leyendo…..
    Me encanta la historia!! ????????

    Responder
    Eva
    Invitado
    Eva on #161706

    ¿¿¿ que no venia solo??? Ay dios!!!como nos dejas asi???? Jijijiji deseando seguir leyendo! Besitos

    Responder
    Sara AR
    Invitado
    Sara AR on #161708

    Veras tu como aparezca con una estirada… Me matoooooo, y ahora a esperar otra semana, no puedo con la vidaaaaa ????????????????

    Responder
    Bolboreta
    Invitado
    Bolboreta on #161712

    Soy fan de Carlos Ruiz Zafón, pero muy muy fan. Que comiences un capítulo con las primeras líneas del Juego del Ángle es simplemente… maravillso.

    Me está gustando más que el anterior.

    Responder
    Sonia
    Invitado
    Sonia on #161720

    Simplemente…. me encanta!! Si «El vecino» me encantó este ya ni te cuento, de verdad, tienes un don…

    Responder
WeLoversize no se hace responsable de las opiniones vertidas en esta web por colaboradores y usuarios del foro.
Las imágenes utilizadas para ilustrar los temas del foro pertenecen a un banco de fotos de pago y en ningún caso corresponden a los protagonistas de las historias.

Viendo 10 entradas - de la 1 a la 10 (de un total de 14)
Respuesta a: Marcos y Lucía: capítulo 3
Tu información: