Hola a todas!!

Como en anterior relato ha tenido una respuesta no esperada por mi parte…he decidido colgar otro que ya tenía escrito. Seguramente continue en algún momento con el primero pero, de momento, voy a publicar este en dos partes. No sé si tendrá la misma aceptación pero bueno ahí va… De nuevo graciaaaaaas por dedicar un rato paraa leerlo!

«Fue unos de los polvos más intensos de toda mi vida. Quizás por la persona que lo disfrute, hasta el momento a la persona que más he querido. Pero primero he de contar, mi historia con esa persona.
Nos conocíamos de toda la vida. Yo estaba acostumbrada a que viniese con asiduidad a mi casa. Era amigo de mi hermano mayor y al no estar mis padres, pasaba muchas horas en casa. Yo veía mientras estudiaba mis interminables apuntes de la carrera como invertían juntos tardes enteras jugando a la consola.
No fueron pocas las veces en las que me toque pensando en él. Incluso me gustaba hacerlo mientras él estaba en el salón o en la habitación de al lado. Me encantaba imaginármelo encima de mí haciéndome suya, dándome el mayor de los placeres.
Él ni se había dado cuenta de mi existencia pero a mí me daba demasiado morbo. Realmente era muy guapo y un deportista nato. Eso le daba un cuerpazo de escándalo y él lo sabía. Siempre andaba picoteando con varias chicas y yo le veía como un chico inalcanzable. Sin embargo, él me consideraba su hermana pequeña, dejándome sin oportunidades.
Mi padre, por aquel entonces viajaba mucho y, en varias ocasiones pasaba fuera el fin de semana. Eran en esas ocasiones cuando tanto mi hermano como yo aprovechábamos para invitar a amigos a dormir en casa o llegar a altas horas de la madrugada.
En uno de esos fines de semana, mi hermano quiso aprovechar para hacer una fiesta en nuestra casa. Casualmente, yo ya había invitado a mi mejor amiga a dormir aquel sábado a casa y discutimos por quien se quedaría en esa ocasión con el piso.
Al final, termine rogando a mi hermano que dejase que mi amiga y yo nos quedásemos a su fiesta. Conocíamos a la mayoría de la gente y nos comprometimos a ayudarle a limpiar al día siguiente, cosa que le terminó de convencer.
Mi amiga y yo nos encargamos de todo: música, comprar comida,… así que mi hermano estaba encantado. El problema es que yo por aquel entonces, no disponía de coche y se lo tenía que pedir para poder hacer la compra.
El sábado de la fiesta, mi hermano tenía partido con su equipo de futbol, le iba a llevar su amigo en su coche, así que yo me quedaría con el de mi hermano para hacer la compra. Mientras mi hermano me daba las llaves de su coche cerca de nuestro portal, apareció su amigo en su coche recién estrenado… dios!! Estaba realmente bueno. Cada vez que me hablaba, me quedaba mirándole embobada. Debía pensar que era idiota.
Un grito me devolvió a la realidad. Ana! Sube tú también, que te acerco al hipermercado, me grito en el instante que bajaba la ventanilla del copiloto. Yo me quedé estupefacta. Mi hermano me dijo, dándome un codazo, aprovecha la oportunidad porque si no te va a tocar echare gasolina a mi coche.
Sin dudarlo me monté en el asiento de atrás. Iríamos al campo de futbol a dejar a mi hermano y mientras jugaba haríamos las compras para esa noche. Como siempre, me metí en mis propios de pensamientos cuando ellos dos empezaron a hablar de videoconsolas.
Al de unos minutos, me sonó el móvil. Era mi amiga, con la que había quedado en la puerta del hipermercado para que me ayudase con las compras. Le dije que primero teníamos que dejar a mi hermano y que luego iríamos hacia allí. No se lo podía creer!!! Ni yo tampoco… iba a llevarme él, solos en un coche…
Aparcamos y mi hermano bajo del coche. Ambos le deseamos suerte y tras alejarse un poco, él se volteó. ¿A dónde quiere ir la señorita?, me preguntó como si fuese un taxista. Le hubiese dicho que me llevase al cielo con sus besos… en vez de eso callé. ¿Por qué no pasas al asiento de delante, Ana? Tenía razón. Sin dudarlo me baje del coche para sentarme en el lugar del copiloto. En marcha, dijo sonriéndome.
Nunca se me ha hecho ese trayecto tan largo como esa vez. No llegábamos nunca. La situación no es que fuese tensa pero yo estaba un poco incómoda. Evitaba mirarle y él comprendió que no quería hablar, así que encendió la radio.
Al llegar el hipermercado, mi amiga nos esperaba. No sé si te acuerdas de mi amiga, dije a modo de presentación. Su contestación nos dejo perplejas a ambas. Mira, Ana, esta chica es para ti como yo soy para tu hermano… es hora de que los cuatros nos conozcamos un poco más, ¿no?
Sin prestarle atención a su comentario, nos adentramos dentro del establecimiento. No había mucho presupuesto, así que había que ceñirse a la lista que días antes habíamos elaborado mi hermano y yo.
Al terminar nos dirigimos a la caja y una allí, él nos preguntó de qué queríamos unos chupitos. A las dos nos encanta el licor de melón, así que contestamos al unísono. Acto seguido, se marcho dejándonos a las dos solas pagando. ¿A qué vienen estos comentarios?, me pregunto mi amiga con una mirada de extrañeza.
Cuando estábamos cargando las bolsas en el carro, él volvió con una botella de licor de melón. Cortesía de mi parte, esta botella la abriremos y la terminaremos nosotros tres (bueno, y si se anima tu hermano cuatro), gritó mientras nosotras le mirábamos como si se hubiese vuelto loco.
El camino de vuelta fue bastante diferente. Entre risas y vacileos, se me paso volando. Recuerdo que me dolía la tripa y todo de tanto reírme. Los tres queríamos que llegase la hora de la fiesta, todos estábamos muy emocionados.
Mi amiga decidió volver al campo con nosotros ya que vivía bastante cerca y podía volver andando desde allí. Al llegar y mientras mi amiga y yo nos despedíamos, él se marchó a ver cómo iba el partido. Así que mi amiga y yo aprovechamos la ocasión para hablar de él y de los planes de la fiesta.
¿Has visto cómo te mira?, no te ha quitado ojo de encima, me dijo. Yo, que aún hoy soy bastante inocente para estas cosas, no me había percatado de nada. De hecho, pensé que me estaba vacilando.
Al llegar la noche, llegaron también los invitados. Evidentemente, él llego bastante antes del resto. Se sentía como en casa y, según él éramos como su familia. Oh, me ve como su hermana pequeña, pensé para mis adentros.
Para calentarnos un poco, abrimos ese licor de melón que había comprado. Mi hermano y él pasaron un poco del tema y prefirieron hacerse un cubata. La gente siguió entrando en casa y como mi amiga aún no había llegado, me bebí unos cuantos chupitos yo sola.
Para cuando mi amiga apareció en la fiesta, yo ya estaba bastante feliz… vamos ese toque desinhibido. Es lo que tiene mezclar alcohol. Me acuerdo que me lo estaba pasando muy bien, que me divertía mucho, bailando como una loca y riéndome con la gente.
De repente sentí esas ganas de ir al baño y estando en casa que mejor que elegir el de mi habitación. Al llegar al cuarto de baño, me arreglé un poco, vaya pelos llevaba… decidí no peinarme en exceso y volver a pintarme los labios.
Al salir y con mi habitación a oscuras, alguien me agarró de la muñeca… yo chillé y él me tapó la boca. Shhhh, shhh!! Ana!!! Que soy yo!!!, y al voltearme pude verle. Yo me sentí mareada… verle tan cerca me dejó sin respiración. No me muerdas o no te soltaré, me dijo entre risas.
Poco a poco fue quitándome su mano de mi boca y yo respire holgadamente. Sin soltarme la muñeca me acompañó hasta mi cama. Yo no sé si fue lo que había bebido o la adrenalina que tenía por las nubes pero le agarré la otra muñeca y le besé.
Me sentí desfallecer en ese momento, cuando él ni se movió. No quería hacer más el ridículo e intenté levantarme. Tirándome de mi muñeca que aún tenía agarrada, me volvió a sentar encima de la cama y esta vez sí… esta vez me dio el más intenso de los besos!!
A partir de ese beso, nuestras lenguas empezaron a luchar dentro de ambas bocas y las manos empezaron a hacer de las suyas. No me di ni cuenta pero para cuando me percaté, él estaba tumbado sobre mí y me acariciaba los muslos con ansia.
Mis manos se recreaban en su culo, ese culo con el que había soñado miles de veces sola en aquella cama. No me lo podía creer, me estaba enrollando con él. Sus manos recorrían todo mi cuerpo y sus labios me lamian todo mi cuello con la intensidad y tantas ganas como los hacían los míos.
No sé cuánto tiempo pasó hasta que mi hermano entró en mi habitación, estaba buscándome desde hacía ya rato. Su cara no se me olvidará jamás… yo estaba muy avergonzada porque llevaba la falda arrugada en la cintura. Él no sabía dónde meterse y cogió unos de mis cojines para taparse la erección que yo le había provocado. Mi hermanó se fue dando un portazo.
Evidentemente, a ambos se nos bajo todo y dejamos lo que estábamos haciendo en una mera anécdota, prometiéndonos no volver a enrollarnos. Aún sabiendo que ninguno de los dos iba a poder cumplirla.»

Espero ansiosa vuestros comentarios

La científica empedernida