Soy una persona que ama a los animales y también soy una persona omnívora. Más que omnívora, incluso, porque si me dan a elegir creo que las comidas que más me gustan son las que llevan carne. Sus filetitos de lomo adobados, su solomillo de ternera a la brasa, la pasta boloñesa, el jamón serrano… si es que yo le echo carne hasta a las ensaladas.

Pero ahora que esto de ser vegetariano o vegano se ha disparado tanto que ya casi parece que estemos ante la nueva religión del siglo XXI, y que todos tenemos a un amigo en Facebook que nos taladra con mensajes a favor de la vida sin comer alimentos que provengan de seres que tienen carita, una a veces se encuentra a sí misma discutiendo consigo misma también sobre las ventajas y los inconvenientes de pasarse al lado verde.

Y después de tanta lucha di con la solución a mi conflicto: no me hago vegetariana porque no quiero. Y punto. Si en el fondo de mi alma no quiero, por mucha penita que me den los cerditos yendo al matadero, voy a seguir comiéndome mis chorizos, así que fin de la autotortura psicológica. Y me quedé tan ricamente hasta que descubrí un nuevo hashtag en Instagram que me hizo volver a plantearme las cosas.

El hashtag en cuestión es #Meatfreemonday, o lo que es lo mismo pero en nuestro idioma: Lunes sin carne. Tras estas palabras descubrí todo un movimiento impulsado, además, por un gran amigo mío de toda la vida, que me resultó del todo convincente. Esta campaña de concienciación fue lanzada en el año 2009 por la familia McCartney, que probablemente os suene porque el padre (el amigo mío de toda la vida) es uno de los músicos más importantes y conocidos del mundo y la hija una de las diseñadoras más valoradas. Su propósito es dar a conocer el fuerte impacto medioambiental que produce la industria alimenticia del primer mundo en prácticamente todos los ámbitos de nuestra vida, y cómo nos está perjudicando tanto a nosotros mismo como al resto de especies que viven en el planeta. Además, también se anima a todos los participantes de Los lunes sin carne a combatir el cambio climático, preservar las reservas naturales y mejorar nuestra salud con un sólo gesto: eliminar la carne de tu dieta un sólo día a la semana.

Ya no hay excusas. Al eliminar las carnes animales (llegados a este punto creo que es necesario aclarar que se ha usado la palabra «meat» para agrupar toda la carne, ya sea proveniente de animales que viven fuera como dentro del mar) solamente un día a la semana contribuirás a tres cambios. El primero es a nivel personal: probar diferentes recetas, comer más vegetales, conocer otras formas de alimentación e incluso ahorrar unos centimillos, puesto que la carne puede ser deliciosa, pero también está carilla; el segundo es a nivel ético: reconocer que el funcionamiento de la industria alimentaria nos satura y perjudica nuestro organismo a la vez que permite que millones de personas mueran de hambre en otras partes del mundo, reducir la explotación animal para el consumo, protestar por el modo en que se fabrican los alimentos en el primer mundo; el tercero es a nivel global: según la FAO (organización de las Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura), la ganadería está entre los tres primeros sectores que más contribuyen al aceleramiento del calentamiento global.

Hay varias webs en internet que ayudan a que los «Lunes sin carne» sean más fáciles para todos los que estamos empezando. Lo primero que dicen es que el día elegido para no comer carne puede ser cualquiera, no tiene por qué ser un lunes. Además, animan a ir aumentando el número de días a la semana, porque al fin y al cabo lo que esta organización está haciendo es defender el estilo de vida vegetariano. Por último, ponen a nuestra disposición un montón de recetas para que los que estamos acostumbrados a la carne vayamos probando diferentes sabores.

Yo quise empezar mi primer Meat Free Monday con toda la ilusión, pero se ve que la carne tiene poseído mi subconsciente, porque sin darme cuenta la cagué a la hora del almuerzo pidiéndome un bocadito de jamón serrano en la cafetería de la facultad, así que aún no puedo deciros que me he pasado por completo a los lunes sin carne, pero el martes lo vovlí a intentar y… ¡lo conseguí! ¡Ya he superado mi primer martes sin consumir nada de carne!

A vosotros, ¿qué os parece esta propuesta? ¿Os apuntáis al #MeatFreeMonday?