Lo reconozco. Uno de los motivos por los que pasé años y años sin ir al gimnasio (o apuntándome para no pisarlo jamás) es porque me daba una vergüenza terrible ser la más gorda del lugar.

¡Qué chorrada! – pensaréis muchos.

Pues para mi era razón suficiente para ponerme cientos de excusas que en realidad enmascaraban esto que os digo: me hacía caca solo de pensar que iban a recorrerme con la mirada mientras mis lorzas se movían al sudar.

Hubo una época en la que conseguí arrastrar a una amiga e íbamos las dos juntas. Ella era mi escudo protector. Sentía que si ella estaba a mi lado la gente no me miraba tanto y el ridículo era menor. Es increíble lo estúpidos que podemos llegar a ser y las pajas mentales que nos hacemos. Por supuesto mi amiga dejó de ir y eso fue suficiente para dejarlo yo también.

Que si el gimnasio me pilla demasiado lejos.

Que si voy fatal de pasta.

Que si justo el de mi barrio está lleno de canis y no me gusta.

Así pasaron los años, y aquí la menda siguió inventándose excusas y engañándose a si misma hasta un día dije BASTA. Hace ya más de un año que leo esta web, y solo me hicieron falta unos cuantos artículos para darme cuenta de que todos esos miedos y vergüenzas estaban dentro de mi cabeza. Que a nadie (y menos en un gimnasio donde nadie me conoce) le importa si yo estoy más o menos gorda y que mi salud es mi responsabilidad.

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Así que manos a la obra, me obligué a seguir estos 3 pasos sin bajar la cabeza:

1. Comprarme una equipación de gordibuena deportista.

Unas mallas monas, unas deportivas aptas para mi peso que eviten lesiones, una camiseta motivacional. Me hice con unas cuantas cositas ideales con las que me veo guapa y cuyos colores vivos me dan hasta energía cuando me las pongo.

2. Salir de mi zona de confort.

Adiós a la bici estática y la cinta. Mi pánico siempre fue meterme en una clase colectiva y parecer un pato mareado. Pues bien, me obligué a mi misma y no solo sobreviví, ¡sino que me enganché! Viva el cardio box, el Zumba, el step y todas las clases que impliquen música <3

3. Crear un hábito.

Dicen que hacen falta 21 días para crear un hábito nuevo. Durante 21 días no falté al gimnasio ni una sola vez, y lo cierto es que pasado el mes ya era mi cuerpo el que me pedía un poco de actividad. Luego fui espaciando hasta hacer deporte unos 4 días a la semana.

Insisto, olvídate de los malos pensamientos y preocúpate de ti. A la gente le importa tres pitos si la de al lado es gorda o no. Y si tienes la mala suerte de encontrarte a alguien que te haga burla, coméntalo aquí, que te contamos cómo ponerlo fino ;)

Autor: Piliwei