Me gusta mi cuerpo. Cuando era una adolescente hormonada me odiaba, pero a medida que crecí me di cuenta de la tontería que era torturarme de la forma que lo hacía por el mero hecho de tener algo de sobrepeso. Venga ya, ¡ni que fuera el fin del mundo! Y como dice mi madre: todo en esta vida tiene solución, excepto la muerte.

Así que sí, me gusta mi cuerpo. Pero resulta que, a la vez que me gusta mi cuerpo y estoy contenta con él, quiero mejorarlo. Quiero bajar ese par de kilitos que he subido en el último mes, quiero estar en forma, quiero sentirme sana y, por supuesto, quiero sentirme igual de buenorra de lo que me siento ahora.

Seguramente todos los que están leyendo esto estarán pensando “vale, me alegro, pero… ¿qué problema hay?” Ninguno, queridos, NINGUNO.

Sin embargo, por triste e increíble que parezca, hay mucha gente que ve incoherencia entre estos dos puntos. Para estas personas hacer deporte es sinónimo de querer adelgazar, y querer adelgazar es igual a tener complejo de tu cuerpo. Para estas personas hacer deporte no es querer estar más sano, dormir mejor, sentirte más feliz… No. Para ellos hacer deporte es estar más buenorro a ojos de los demás. Por eso, para estas personas, que te guste tu cuerpo y decirlo a los cuatro vientos no es coherente con hacer deporte para querer estar en forma, solo es postureo o una mentira que te cuentas para no parecer un gordo deprimido.

Lo peor es que a veces llegamos a creérnoslo y todo, nos creemos que es verdad y nos desmotivamos y no volvemos a ponernos un chándal never. “No sé para qué hago deporte si al final no voy a conseguir nada”; “Esto no tiene sentido, mejor me siento a comer, admito mi condición de gordo y ya”.

Pues, ¿sabes qué te digo? Que pases de todo, que disfrutes, que te diviertas. Que hagas todo el deporte que quieras, que ames tanto a tu cuerpo que a los demás les duela y que lo ames como sea, con 10 kilos más o con 20 menos. Da igual. Disfruta de lo que tienes mientras trabajas por lo que quieres y si alguien no está de acuerdo, que no mire. Porque los gordos también hacemos deporte y no es porque queramos estar delgados para que los demás estén cómodos con nuestro cuerpo, sino para estar cómodos nosotros con él.

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