Me levanto temprano por la mañana, tomo una breve ducha y desayuno cereales y algo de fruta. Ya en mallas, termino de atarme los cordones de esas zapatillas especiales para running que en su momento decidí comprarme y que hasta la fecha estaban acumulando polvo en una esquina de mi habitación. Cojo el botellín de agua fresca de la nevera, me echo un último vistazo en el espejo de la entrada, enciendo el móvil y… Sí, amigos, lo habéis descubierto… ¡ME HE ENGANCHADO A POKÉMON GO!

 

Para todos los que hayamos crecido en los 90, la idea de llegar a convertirse en un maestro Pokémon era un auténtico sueño al que todos aspirábamos, y es que esos monigotes pixelados que aparecían en la pantalla de nuestra –tocho- Game Boy nos evadían a mundos mágicos y maravillosos dónde con un poco de ganas, esfuerzo y unas buenas pilas alcalinas podíamos llegar a ser el número uno.

tumblr_lxt6m3vT7H1qcidhko1_500

Pero crecimos, y con nosotros los Pokémon. De hecho -joder, si crecieron- aparecieron cientos más de nuevos tipos y características que hicieron que algunos de nosotros nos desentendiésemos y nos fuéramos por otros lares, no sin echar de menos a Pikachu o Squirtle o, en mi caso, Charizard.

 

Pero ahora… ¡Ay, ahora! Cuando menos nos lo esperábamos nos han revolucionado la vida, las hormonas y el baúl de los recuerdos (uh u-uuuh) con el lanzamiento de Pokémon Go, una joyita de app que además es gratuita para Android e ¡iOs!

Por eso estos días no resulta extraño encontrarse a multitud gente por las calles, pegada a la pantalla del móvil, haciendo gestos raros con los dedos, y andando emocionados de un lugar a otro buscando a su Pokémon preferido.

Y es que para cazar a estas criaturas –gamusinos, como los llama mi madre- hay que andar, ¡y mucho!. Y es que no es nada fácil capturar otra cosa que no sea un zubat, rattata, pidgey o geodude. En serio, son una plaga, pero ser un maestro Pokémon es lo que tiene, oye.

Eso y que se te caliente el móvil, te pierdas buscando un espécimen en concreto, se te vaya la batería con solo mirarla, que se colapse el servidor cuando menos deba hacerlo, que pierdas los nervios, que no aciertes con la maldita Pokeball de las narices, que casi te atropelle un coche por no estar atento, que tu novio pase de ti porque le interese más atrapar otro Ponyta para conseguir a Rapidash, que, que, que… ¡ARFF!

Pero, siendo sinceros, lo que realmente da mucho gustico y hace especial a Pokémon Go, es sentir que formas parte de una generación especial que trasciende -con sus 151 bichicos iniciales- hasta hoy en día. Y que aunque crezcas sigues siendo ese pequeño niño tan lleno de ganas e ilusión.

Bueno, y que entre el moreno que coges y el culazo que se te pone de andar tanto te acabas pareciendo a Beyoncé.

En fin, que yo ya he adaptado Pokémon Go como método de lo que yo llamo Freak Fitness, y sienta de lujo. Así que poneros vuestra gorra preferida y preparaos para ser los maestros Pokémon con los glúteos más fabulosos.

 

¡Hazte con todos!

pk