Soy una de esas personas que a la hora de comer, lo hace por las emociones. Al igual que otra persona puede utilizar el alcohol para ahogar sus penas o el sexo para desconectar de su cuerpo. Por eso, he tenido muchos altibajos en mi vida. Momentos en los que no me veía bien a pesar de tener un cuerpo perfectamente sano, o etapas en las que mi amor propio estaba por las nubes.

Lo único que consigues con eso es que la cabeza te vaya a más de trescientas revoluciones, no sabiendo en qué momento te sientes bien contigo misma y en qué momento empiezas a obsesionarte con tu imagen corporal. Y es que, el problema de la ansiedad por la alimentación suele derivar de la mala gestión de tus emociones, eso se refleja en tu cuerpo…y ya tienes otro problema más con el que lidiar.

Para salir de ello, hay que aprender a gestionar tus emociones y no solucionarlo con comida, por eso es importante el cambiar de mentalidad en algunos aspectos. En mi caso, una de las cosas que siempre me ha ayudado ha sido practicar deporte. Desde que tenía tres añitos, mis padres decidieron que, o iba a nadar, o acababa ahogada en el río debido a mi afán por ser temeraria. Ahí empezó mi vida deportiva.

Recuerdo, hace tres años ya, mirarme al espejo y en vez de ver una persona sana, ver una chica que estaba engordando. Ahora, con la perspectiva de alguien que, por salud, debe perder unos kilos, pienso en cómo podía estar tan obsesionada con mi cuerpo. Como pude no darme cuenta de que esos kilos que había cogido me sentaban de maravilla.

Ahora, con una perspectiva diferente, me aprecio mucho más. Y no porque ahora este más a gusto con mi cuerpo sino porque mi forma de pensar cambio en algún momento, hace un año casi. Me horrorizo al ver algunas modelos escuálidas de las pasarelas y me maravillo de las chicas que trabajan su cuerpo en el gimnasio, porque requiere esfuerzo, constancia y sacrificio. Ojo que eso no significa que a mí me guste tener un cuerpo totalmente musculado. Mi modelo de belleza ha cambiado. Y también mi perspectiva con respecto a mi propio cuerpo.

Hace casi un año que me di cuenta de que lo verdaderamente importante era lo que mi cuerpo era capaz de hacer, con quince kilos más o menos. Mi cuerpo es capaz de correr medias maratones e incluso mas kilómetros. Es capaz de hacer travesías a nado con la misma ligereza de siempre. Es capaz de levantar ruedas de 70 kilos en un WOD de Crossfit. La fuerza que tengo y siento en mi cuerpo, no es gracias a un cuerpo delgado conseguido a base de ensaladas. Mi cuerpo no es una barrera para alcanzar mis metas, sea correr una maratón o escalar una roca. Por eso quiero a mi cuerpo, por lo que es capaz de hacerme conseguir.

Cristina P.