Yo estoy gorda, y me considero una auténtica gordibuena. Soy gorda de pensamiento, me gusta comer (MUCHO), adoro la comida salada, dulce, picante, ácida. En definitiva, adoro todas las paletas de sabores que podáis imaginar.

Soy gorda de pensamiento porque hacer deporte para mí es un suplicio. Me gusta sentirme sana, pero soy demasiado vaga para llevar a cabo una vida de deporte habitual.  Hacer deporte  requiere cierta intimidad, algo así como cuando cagas y necesitas soledad y tranquilidad.

Mi fórmula de tranquilidad no me ha ayudado para nada. Me da pereza ir sola porque me aburro, entonces todo se contradice y me quedo en casa comiendo snacks poco saludables y haciendo pausas para pintarme las uñas. Mal, lo sé, muy mal.

Entonces, me propuse el reto del invierno. No sabéis la de ropa que tengo que me la compré pequeña o estrecha pensando en que al invierno próximo me vendría bien. Y voilà, me sigue viniendo estrecha.

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Me autoimpuse el reto de apuntarme a un maldito gimnasio. Con mis casi 96 kilazos y mi 1,65 de altura, mi tipo pera y mis brazos fofillos y gorditos. Lo más duro de la decisión ha sido apuntarme SOLA. Sí, una gordis sola en el gimnasio y sin saber muy bien qué coño hay que hacer con esas máquinas de tortura.

Hoy va a ser (sí, porque voy a ir! Ué!) mi tercer día. El primero, no lo voy a negar lo pasé mal. Como no quería ser una listilla, le pregunté al monitor por dónde podía empezar. Me miró, y me hizo la temible pregunta:

-¿PERO TÚ SUELES HACER DEPORTE?

Vale, a lo mejor es una pregunta que se la hace a toda persona. Pero me sentí pequeñita, pequeñita. Nada más que se me ocurrió contestar a media vocecita:

-Bueno, ando de vez en cuando. (Fetén, Andrea, Fetén)

Bueno, ante el mal trago me indicó que sólo haría cardio el primer día. Ya los próximos días (con su tonillo de duda de que fuera) veríamos qué haríamos.

Al día siguiente, aparecí. Y se acordó de mí y mi interés por aprender qué rutinas tomar. Me indicó qué hacer y cómo usar las máquinas (hoy mis brazos se acuerdan mucho de él) Al principio tenía miedo de lo que los demás pensaran de mí, pero ahí estoy. La mayoría son hombres, paso desapercibida en el peor de los casos. En el mejor, sé que algunos me miran con curiosidad y parecen interesados en la chica de 25 años con sus carnes bien puestas intentando reducirlas.

Estoy empezando a creer, que hasta dentro del gimnasio tengo mi público masculino. Aún sudada, con cara de haber corrido una maratón, sin maquillaje y bien ajustadita en los leggins. ¡Todo es ponerse!

No dejes de hacer deporte por la vergüenza de los primeros días o el qué dirán. Tu cuerpo y tu mente te lo agradecerán. ¡Que vivan las gordibuenas deportistas!

Autor: Andrea.