Pues resulta que últimamente estoy yo muy zen.

No zen rollo se me va de las manos, pero sí disfrutando cada día más de los momentos que tengo para mí sola. Resulta que lo de hacerse mayor me está provocando más estrés del que yo creía y como pretendo no volverme loquer he decidido buscar momentitos en mi vida en los que desconectar y poner un poco de calma al batiburrillo de problemas/películas que me monto/broncas en el curro/follodramas que tengo.

No me he apuntado a Yoga, no se de qué va lo del Feng Shui, no pienso huir a las montañas, ni tengo amigos chamanes que me quiten los catarros. Así que si quieres incorporar a tu vida rutinas de relajación no necesitas nada más que ganas y un poquito de intuición.

Evidentemente hay mil técnicas y tipos de relajación que son súper válidas y que probablemente funcionen de maravilla, pero a mí con esto me pasa como con el gimnasio, que si me me marcan unos horarios o me cuesta dinero siento que es casi una obligación; y como os he dicho, bastantes obligaciones tengo ya en mi vida.

Así que si a ti también te apetece escapar un poquito de la marabunta de pensamientos y ruidos que pasan por tu cabeza apunta:

1. Cuida el espacio que te rodea.

Es súper importante que estés a gusto con tu entorno. Llegar a casa y ver todo patas arriba a mi me ocasiona un estrés alucinante, así que intento mantener el orden día a día. Vale, sé que puede parecer obvio, pero cuando te pasas el día entero fuera de casa currando, mantener la ropa ordenada y huir de la montaña de ropa encima de una silla puede llegar a ser complicado.

Presta atención a la iluminación de tu hogar, utiliza luces un poco más tenues. A mí me mola mogollón utilizar luces led a modo de decoración y además quedan monísimas.

Los olores son súper importantes cuando quieres mantener este rollo zen que te estoy contando. Me estoy volviendo la locas de las velas, pero es que ¡me encanta! A mí por ejemplo los olores avainillados o tropicales son los que más me relajan, pero para gustos los colores.

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Otra de las frikadas que me apasionan últimamente son las texturas (os juro que no me drogo). ¿Sabéis esa sensación de dormir con las sábanas limpitas recién puestas? Pues yo últimamente intento extrapolar esa sensación en casi todo; desde los jerseys de algodón a la manta del sofá. La sensación de calidez es tremenda.

Si quieres saber más acerca de cómo decorar tu hogar para sentirte agustito, Anna Doors ha escrito un post súper chachi sobre eso.

2. Aprende a respirar.

No, no todo el mundo sabe respirar como es debido y es básico para poder controlar tu tren de vida. Es importante tomar conciencia de la respiración, que está sea profunda y que oxigene nuestro organismo. Parece una tontería pero no lo es, creedme. Ejercitar la respiración abdominal me ha salvado de muchos ataquitos. Es más fácil empezar a controlarla tumbados en la cama, pero una vez que le coges el truquillo puedes hacerlo en cualquier momento de estrés estés donde estés.

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3. Dedícate tiempo

Sería alucinante sacar al menos media horita al día para cuidarse y mimarse, pero a mí me cuesta mogollón últimamente. Eso sí, de los findes no pasa (normalmente los domingos por la tarde, por aquello de empezar el lunes con energía y positivismo). Intento sacar al menos un par de horas para mi solita. Bajo las luces de la casa, pongo velitas y música que me relaje y me doy una buena ducha regenerante. Suelo aprovechar este momento para darme todas esas cremas que se me olvidan durante la semana, para pintarme las uñas o para leer tranquilamente; pero cada persona es un mundo y a ti lo mismo te relaja ponerte a hacer bizcochos. El caso es que nadie te moleste y estés relajadita.

4. El tiempo basura

A lo largo del día vamos acumulando pensamientos negativos que parece que se ponen de acuerdo para salir antes de dormir. Si como a mí, también te pasa puedes dedicar 10 minutos del día a pensar en todo aquello que te preocupe y así cuando vayas a dormir ya lo llevas todo pensadito. A mí al principio me parecía una tontería, pero chica, me funcionó. Prueba y luego me cuentas ;)

5. Utiliza diferentes técnicas y recursos.

Hay mil técnicas de relajación pero yo os voy a hablar de las dos que más me gustan (junto con la respiración abdominal de la que ya os he hablado)

Relajaciones guiadas: Puedes encontrar en Youtube mil canales con relajaciones y meditaciones guiadas. Lo chulo de estas relajaciones es que hay alguien que te guía y tú solo tienes que dejarte llevar. Normalmente utilizan técnicas de visualización en las que te transportan (mentalmente hablando ovbiamente) a lugares placenteros. Relajas el cuerpo y la mente; a no ser que te pase como a mi compañera de piso que se engancha a las historias y al final no se relaja nada. El truqui está en encontrar una voz guay que te transmita paz. A mí me molan mucho las de José Carlos Carrasco, pero prueba a buscar porque cualquiera te puede funcionar.

YouTube video

App de sonidos relajantes: me declaro yonki de estas aplicaciones. Fijo que hay mil, pero la verdad es que yo probé una y con esa me quedé. Basta con poner en el buscador de app: relax y ahí encontrarás mogollón. Desde el mar, a pajaritos pasando por campanas. La variedad es súper amplia. Desde que duermo con estas melodías noto que descanso mucho mejor.

Evidentemente yo no soy psicóloga ni nada por estilo, simplemente os cuento mi experiencia y cómo con estos pequeños truquitos he conseguido vivir mucho más relajada. Si crees que tu problema va más allá de los pequeños reveses del día a día no dudes en ponerte en contacto con un especialista. A veces nos olvidamos de la importancia que tienen los psicólogos y la cantidad de cosas que podemos aprender de ellos. Palabrita de paciente.

Foto de portada: Keghan Crossland by Unsplash