No hay manera sencilla de decir esto, así que allá va: quiero dejarte. Sí, lo sé, no es la primera vez que te dejo y luego vuelvo llorando a ti, pero ahora es en serio. Llevamos ya mucho tiempo juntas y tú sigues igual de insoportable y yo igual de gorda. No es por ti, es por mí; estoy hasta el coño.

Recuerdo cómo empezó todo. Tenía apenas ocho años, fue mi madre la que nos presentó. Quizás se equivocó, supongo que ella llevaba tantos años con su dieta que creyó que era lo mejor para mí. Yo era demasiado joven, aunque a nadie pareció incomodarle. Todos nos decían la buena pareja que hacíamos, lo felices que íbamos a ser juntas. Yo me sentía bien y realmente creía que estar contigo me iba a hacer mejorar. El tiempo pasó y nuestra relación continuó más o menos estable, con nuestras idas y venidas, hasta que nos tuvimos que separar y algo después nos volvimos a juntar con más fuerza que nunca. Yo tenía quince años y estaba perdida, para mí fuiste una droga a la que me enganché y de la que abusé. Eras lo único que me daba estabilidad, pero te aprovechaste de mí y casi me destruiste. Me hiciste creer que sin ti no podría ser jamás feliz, que nadie me podría querer. Cuando vi el daño que me estabas haciendo te eché a patadas. Sin embargo, un año después me vi triste y gorda, y volví a tus brazos. Creí que aquella vez sabía lo que hacía, que habías cambiado. Me equivocaba. Desde entonces y hasta hoy has gobernado mi vida, has minado mi autoestima y me has convertido en tu esclava.

Sé que yo tampoco soy una santa; te he engañado muchas veces. Aquella pizza barbacoa, aquel helado de chocolate, aquella hamburguesa con queso… He sido débil y te he defraudado, y aunque siempre he vuelto a ti nunca he podido dejar de pensar en lo que dejaba atrás. Quizás simplemente no estemos hechas la una para la otra. Ya lo hemos probado todo: la Atkins, la Dukan, la del sirope de arce… Hemos ido a terapia de pareja con un nutricionista, nos han aconsejado miles de cuñaos, y nada ha funcionado. Creo que nunca he estado contigo porque te quiero, sino porque los demás me han hecho creer que debía permanecer a tu lado. Que una mujer “como yo” necesita una dieta para ser feliz, o si no es una vaga que se pasa el día de croqueta en croqueta.

No, no insistas. Estarás bien sin mí, encontrarás a otra que te crea cuando le digas que esa barrita energética de 3 euros con sabor a plástico engorda solo 50 calorías. Quizás algún día nos volvamos a encontrar, cuando yo sea más fuerte y tú más flexible y podamos tener una relación sana. Sé que te veré allá donde vaya, en cada anuncio de cereales dietéticos y en cada revista para mujeres. Pero he de comenzar una nueva vida sin ti, y siento decirlo pero no creo que te vaya a echar de menos.

Fdo: Malaventurada