Estás súper enamorada de alguien y “tienes mariposas” en el estómago, mañana te han citado a una entrevista de trabajo importante y te pasas toda la noche en el baño con diarrea, estás de vacaciones y con la calma ganas kilos o por el contrario llevas una temporada estresadísima y no paras de sufrir acidez o dolor de estómago ¿te suena?

 

La revista Science publicó hace unos meses un estudio que dejaba patente lo que muchos intuíamos: la increíble conexión entre cerebro y estómago. En el estómago existen más de 100 millones de neuronas, por lo que los científicos lo denominan directamente nuestro “segundo cerebro”.

¿Y si en vez de ser nuestro segundo cerebro fuera directamente el primero? Los especialistas en el tema afirman que el estómago y el sistema digestivo han hecho más por la evolución del ser humano que el cerebro. ¿Y si hiciéramos más caso a lo que nos dice nuestro estómago que a nuestro cerebro?

 

No se trata simplemente de intuición. Los neurólogos han descubierto que el intestino es capaz de recordar, ponerse nervioso y dominar a nuestro amigo cerebro sin que nos demos cuenta. Hasta los egipcios, que siempre han sido muy listos, ya pensaban que en el intestino estaba la cuna de nuestras emociones. Y no se equivocaban.

Por ejemplo, cuando nos ponemos a dieta y el estómago está vacío, se incrementa nuestra agresividad. Es sencillo de entender, ya que cuando comemos se liberan al torrente sanguíneo numerosas hormonas que producen el 90% de la serotonina, el neurotransmisor que regula nuestro estado de ánimo.

 

Es súper importante analizar las señales que nos manda el cuerpo porque el intestino registra nuestras emociones mejor que nosotros mismos. El ardor, el reflujo, la pesadez, la hinchazón, los gases, nauseas,… es la forma que tiene nuestro sistema digestivo en indicarnos que algo no va bien. La mayoría de las veces creemos que se trata de un problema puramente digestivo, pero no debemos olvidarnos de buscar las respuestas en nuestras emociones.

Por otro lado, si no nos alimentamos correctamente, estamos sobrealimentados o si consumimos alimentos de dudosa calidad nutritiva, saturamos nuestra tubería interna lo que contribuye a un malestar tanto físico como emocional. Por lo que si hasta ahora decidíamos llevar una dieta equilibrada, comer sin prisa o masticar bien para estar saludables y perder unos kilos, ahora tenemos una razón más poderosa para continuar por este camino: cuidar nuestro segundo cerebro y nuestras emociones. Nuestro sistema digestivo nos lo agradecerá dándonos un buen suministro de energía, vitalidad y optimismo. ¿Quién da más? #estómagoforpresident