La salud es lo primero, amigas. Por mucho que nos haya costado entenderlo (a mí, por lo menos, unos cuantos añitos de rebeldía sí me costó), no hay nada en esta vida como cuidarse y estar saludable. Hasta aquí, todo bien. Todo dentro de lo normal. Pero a partir de aquí…

Vamos a tirar de otra frase hecha: todo es bueno en su justa medida. ¡Hasta la preocupación por la salud! O sea, estoy totalmente a favor de que nos esforcemos por aprender a cuidarnos, pero, qué queréis que os diga, creo que hay una delgada línea que se está traspasando con mucho gusto entre preocuparse por la salud y volverse un puto loco de estar sano. Creo que, y a lo mejor soy yo la equivocada pero es que lo dudo bastante, obsesionarse con cuidarse y con llevar una vida a rajatabla tiene de healthy lo mismo que un menú gigante de McDonald’s.

La salud está de moda. Y eso debería ser marvilloso porque, joder, sería la primera vez en la historia de la humanidad que se pone de moda algo que es realmente bueno para todos. Pero no, claro. No es que la salud esté de moda, no es que los influencers estén compartiendo sus analíticas por Instagram demostrando que su cuerpo está funcionando a la perfección, no. Lo que está de moda es querer ser el más sano de tu pueblo (cuando, en muchos casos, seguro que ya lo estás).

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Lo que está de moda es apuntarse al gym más chulo de tu barrio y subir fotos haciendo tus rutinas de ejercicio. Lo que está de moda es quedar con las amigas para ir a desayunar pan de centeno integral con crema de queso light y arándanos de a cinco euros los cien gramos. Lo que está de moda es salir a correr todos los días y apuntarte a un par de maratones al año. Lo que está de moda es creer que sabes algo sobre nutrición cuando estudiaste Filología Hispánica. Lo que está de moda es, como siempre, creerse mejor que los demás solo porque estás haciendo algo que tú crees que es lo más. Lo que está de moda es, como siempre, cubrir tu baja autoestima, tus problemas, tu frustración… haciendo alarde de que eres la mejor haciendo algo que  socialmente, de repente, está bien considerado.

Toda esta reflexión me vino a la cabeza la semana pasada cuando, al tener una horita libre después de comer, decidí meterme en un Corte Inglés simplemente porque tienen aire acondicionado y wifi. Como no soy muy fan de la ropa y los complementos, prácticamente sin darme cuenta aparecí en la sección de librería. Desde que saqué mi primera novela tengo la costumbre de estar pendiente de la sección de novedades para ver «qué se lleva» en el mundo editorial, y esta vez me encontré con una auténtica plaga del bienestar, del cuidarse y del saber comer, adelgazar, y si me apuras también, hasta del saber cagar.

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La sección de Los más vendidos en Ocio y Tiempo libre estaba LLENA de libros dedicados a comer, a hacer ejercicio y a adelgazar. Desde Carlota Corredera perdiendo sesenta kilos, pasando por Mi dieta cojea, El fin de las dietas, Adelgaza para siempre… hasta el Gran Libro de Pilates y otros libros de ejercicios.

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Al otro lado de la sección de los más vendidos al menos se podía ver algo relacionado con la salud mental, como libros de meditación o El arte de no amargarse la vida, pero en su mayoría, tal y como podéis ver, la sección ENTERA estaba dedicada a vender libros relacionados con la comida y el deporte. Estar más sanos ya no es un propósito, es una obsesión. Y esto no es así por casualidad. Las librerías, y sobre todo tiendas como El Corte Inglés, saben perfectamente qué colocar y dónde, y si te están llenando la sección de libros más vendidos (que, por cierto, era la primera estantería que se veía al acceder a la sección de libros desde las escaleras mecánicas, es decir, lo primero que ve la mayoría de la gente que va a la sección de libros) con dietas y ejercicio es que la mayoría de la gente quiere comprar exactamente eso. 

Todo sería maravilloso si realmente estos libros estuvieran orientados a mejorar nuestra salud. Pero no, cariños. Estos libros están orientados a sacarte tu dinero, como todo en esta vida. A nadie le interesa que estés sana, solo les gusta tu cuenta corriente. Por eso hay tantos libros diferentes que te cuentan tantas cosas diferentes, a veces, incluso, contradictorias. Y ese es el mayor problema de todos, desde mi punto de vista: la desinformación. Saber comer, saber hacer ejercicio y saber cagar se convierten en una creencia, cada uno se agarra al profeta que mejor se lo cuenta, y la base científica de todo aquello pasa a segundo (tercer, cuarto…) plano.

Me parece de puta madre que te apetezca aprender un poco más sobre comer mejor y acudas a tu librería más cercana a comprarte un libro. Pero, ¿qué pasa cuando cada libro te recomienda una cosa? ¿A cuál le haces caso? ¿Quién te está contando la verdad? ¿Qué pasa cuando tú te crees que estás haciéndolo genial porque corres treinta minutos todos los días pero un libro te dice que correr no es el mejor ejercicio porque debilita paulatinamente tus articulaciones y que lo mejor es el pilates? ¿Qué pasa cuando crees que desayunando un zumito natural de naranja todas las mañanas vas a estar más sana que una endibia pero un libro te dice que tomar zumos es peor que beber coca cola? Pasa que te vuelves puto loco y al final estás peor que cuando decidiste empezar a cuidarte con la ayuda de un libro.

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Cuidarse es guay, y además es supersatisfactorio. Pero, en mi opinión, creo que hay que cuidarse con cabeza, o al menos siendo consciente de que, desde hace ya mucho tiempo, ni todos los libros, ni todos los programas de televisión, ni siquiera los monitores de tu gimnasio, te están diciendo la verdad. Hay que tener en cuenta que la salud se ha convertido en una moda, y hay que tener muchísimo cuidado para separar a quienes les importa tu dinero de los poquitos a los que realmente les importa tu salud, porque la moda siempre siempre siempre va a ser sinónimo de beneficio económico, no de beneficio social.