Actualmente ha aumentado la preocupación por la salud. Por fin la estética deja paso a la razón y se conjuga la necesidad de cuidarse como forma de belleza. La baja autoestima es ese elemento que nos convierte en pequeñitos siendo seres grandes. Hay un componente de valoración racional y otro emocional referido a cuanto creemos que valemos y como buscamos aquellas cosas que merecemos en base al valor que nos damos.

¿Qué es eso de la autoestima? No me gustan las etiquetas, es el modo perfecto para colocar, enjuiciar y limitar las cosas, pero no son adecuadas para las personas. Los seres humanos están hechos para crecer, desarrollarse e ir hacia los lugares que deseen. La autoestima es esa creencia que nos dice cuál es el rango en que merecemos movernos. En base a esto  cada uno elige el ritmo y el objetivo.

Cuando hablo de autoestima no me refiero a quererme sin conocer mis zonas de mejora, eso que solemos llamar de forma poco acercada como «defectos», ni a que esas zonas de mejora se conviertan en la mayoría de mi valoración y en la barrera de mi crecimiento. Me refiero a la coherencia de conocer aquellos elementos que más brillan en mí e integrar y dar luz en esas zonas en las que aún puedo seguir aprendiendo y quererlas como el reto que son. Utilizar mis fortalezas para aceptar y mejorar mis debilidades. Conocer y valorar el conjunto supone darme el respeto y el cariño que merezco como dueño de esos bienes.

Somos una configuración de elementos únicos que merecen querer y ser queridos por esa combinación de elementos especiales. La autoestima supone esa zona de crecimiento o la zona de castigo. Es de la que depende la expectativa, el objetivo, los refuerzos, los castigos, lo que me digo, lo que me hago y también… lo que espero de los demás.

Cuando conecto con mi compromiso, la confianza en mí mismo y mi alimentación cambia. La comida es un  elemento de felicidad y puede serlo de ira, tristeza y fracaso. La manera de gestionar las emociones está muy relacionada con la forma en que llevo mi vida y en que cubro mis necesidades. Se trata de un área que debe desarrollarse, desde mi punto de vista como un elemento de salud física y psicológica.

No hay una talla estándar, ni una belleza ideal. No hay unas medidas perfectas. No hay personas que encajan o no. Porque limitar es incompatible con crecer. Es difícil ser feliz si uno no puede crecer. Hay personas que sueñan, sonríen y sufren y que desean construir su mundo y su cuerpo en el lugar donde se sientan satisfechas. Desde ahí se unen la autoestima y la alimentación como lugar desde donde me acepto y me mejoro.

Hay que utilizar esa luz personal para enfocar en mi objetivo, que es mío y mueve mi compromiso personal. Uno no encaja en el peso que otros le dibujan, o le exigen. Cada uno tiene SU peso elegido y trabajado en libertad. Todos los que nos quieran etiquetar, encasillar o limitar no nos quieren ver crecer. El Coaching y la psicología ayudan a utilizar mi libertad para ser quien quiero ser, y a dibujar la vida que quiero disfrutar. Esto en personas con problemas para ver esa capacidad, o en la gestión emocional relacionada con las emociones y la alimentación acercan a la persona a la vida que quiere.

El tiempo diario que le dedico a comer, y a preparar los alimentos está relacionado con esa visión que tengo de mi en el mundo, aquellas cosas que quiero darme y como me relaciono conmigo mismo. Nuestra gasolina se presenta en forma de platos y preparaciones para darle forma a ese autocuidado y es ahí donde podemos empezar por quererme.

Autor: Ángela, a vivir también se aprende