Aunque el riesgo de que una persona desarrolle cáncer debido a su consumo es pequeño, la Agencia de Investigación Contra el Cáncer (IARC) ha incluido hoy la carne procesada en la lista de alimentos cancerígenos por existir una «evidencia suficiente» de su vinculación con esta enfermedad.

En esa lista en la que se incluye ahora la carne procesada, llevan ya tiempo el tabaco, el amianto y el diésel. En el grupo siguiente se ha incluido la carne roja, considerada causa «probable» de algunos casos de cáncer.

Vale, eso de carne procesada exactamente… ¿qué incluye? ¡Pues todo! Porque hablan de carne «transformada por salado, maduración, fermentación u otros procedimientos destinados a realzar su sabor y mejorar su conservación». No se trata sólo de hamburguesas, salchichas y otros embutidos o productos de charcutería –que ya sospechábamos que muy sanos no eran–, sino que también están en el punto de mira el beicon o el jamón. Imagino la sonrisa condescendiente de los vegetarianos… ¡qué dolor!

 

Las conclusiones a las que llega esta agencia dependiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS) han sido publicadas hoy en The Lancet y se basan en la «literatura científica acumulada» y el análisis de «22 expertos de 10 países». El director del organismo, Christopher Wild, apunta que los resultados de este estudio «refuerzan las actuales recomendaciones de salud pública para limitar el consumo de carne».

En conclusión, no es que tengamos que dejar de comer nada de esto pero mejor si reducimos su consumo. Menos carnes procesadas, menos carnes rojas, y más verduras, más pollo o pavo y más pescado. Vamos, lo de siempre.