¿Te suena la frase tengo el chichi más cerrado que cualquier local el día de Año Nuevo? ¿te identificas con cada vez que intento follar no puedo porque me duele un montón? Puede ser que también te veas reflejada en es que hasta me molesta introducir un dedo.

Igual, amichi, lo tuyo es vaginismo.

 

No te alarmes, no es terrible y sobre todo, tiene solución.

 

Pero, ¿qué es?

Es la contracción involuntaria e inconsciente de la musculatura vaginal. Vamos, que se contraen tanto los músculos de tu chochete hermoso, que aprietan y aprietan y dejan poco paso. De ahí que la penetración sea de dolorosa a imposible.

¿Cuándo aparece?

Pues a veces antes, y otras después de la primera relación sexual. Puede aparecer en la adolescencia cuando toca empezar a introducir cosas por nuestra aún desconocida vagina; como un tampón, el espéculo de tu gine o, sí, un pene.

 

¿Por qué a mí?

Pues puede haber causas físicas pero las más comunes son las psicológicas.

¡Anda que no puede dar miedo el sexo a una!. Se tiene miedo al coito en sí, a sus consecuencias como por ejemplo el embarazo. Se le puede rechazar por nuestro estado anímico o autoimagen. Y claro está que si has sufrido abusos sexuales te cueste sentirte cómoda con el sexo.

¿Cómo me deshago de él?

Lo mejor es trabajarlo a varios niveles, tanto psicológicos, físicos o eróticos, como de pareja, guiada por una sexóloga.

Los famosos ejercicios de Kegel (los recomendados para que no se te escape la gotita después del parto) también vienen chachi para esto.

El comenzar a abordar las relaciones sexuales, básicamente sin obsesionarte con los genitales y dando importancia a otras partes del cuerpo es parte del proceso y ayuda a relajar.

El uso de dilatadores (¡no te lleves las manos a la cabeza mujer que todo es poco!) ayudarán en el proceso.

 

Si alguna vez pensaste que nunca ibas a poder echar un polvo en condiciones, que no disfrutarías jamás del mete-saca o que tendrías que conformarte con ser “clitoriana”… ¡olvídate!

celebrating

Ahora ya sabes que tu vagina es absolutamente normal, simplemente está “contracturada”. Solo te queda dar el paso de contactar con una buena sexóloga y… ¡a trabajar en tu placer!