Ay, la fruta. Cuántas veces nos decimos «venga, voy a comer más sano y a meter algo de frutita en la dieta para así comer dulce», y después de ir al súper se nos quedan las manzanas muertas de risa en el frutero porque, jo, qué pereza comer una manzana cuando puedo comer Nutella.

Pues no, amigas, hay que comer más frutas, porque no sólo de las verduras viven las dietas (y ojo, cuando dieta no me refiero exclusivamente al adelgazamiento, hablo de comer más sano y equilibrado sin buscar necesariamente combinaciones hipocalóricas).
Las frutas no nos aportan grasas, son diuréticas y ayudan a que no retengamos líquidos, nos llenan de vitaminas que nos hacen sentirnos y vernos mejor gracias a sus antioxidantes, y previenen enfermedades cardíacas, hipertensión y obesidad.

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El mejor momento para lanzarnos a la increíble aventura frutal es antes de las comidas. Que no pasa nada si preferís comer una mandarina a media mañana, pero cabe la posibilidad de que el azúcar de la fruta fermente y nos produzca acidez, flatulencia e hinchazón.
Lo bueno de zamparnos una pieza de fruta antes de comer y antes de cenar, por ejemplo, es que además de saciarnos, mejoramos la digestión porque estimulan los flujos del estómago y regulan el tránsito intestinal.

Ahora que ya tengo todo el pescado vendido, y porque os quiero mucho mucho, os contaré algunos trucos para comer más frutas que los nutricionistas nos dan para que las incorporemos a nuestros hábitos diarios y a la larga aprendamos a comer mejor.

  • En la variedad está el gusto: no cometáis el error de comprar un kilo de manzanas porque one apple a day keeps the doctor away y yo lo llevo todo a rajatabla. Comer lo mismo aburre, es una realidad, por eso las dietas tipo sirope de arce o sopa de cebolla no sirven de nada: es un coñazo estar más de dos días comiendo lo mismo y en cuanto pillas un McDonald’s cerca estás perdido. Es mejor empezar poco a poco con más variedad que cantidad, por ejemplo, para una semana podéis comprar manzanas, kiwis, naranjas, piña… lo que más os guste, e ir comiendo dos piezas distintas cada día para acostumbrar el cuerpo.
  • Busca la combinación ganadora: si sufrís tomando fruta a palo seco, combinadla con algún otro alimento, por ejemplo, unos trozos de piña con un yogur natural prácticamente entran solos, y unas rodajas de plátano con la leche y los cereales os llenarán de energía y estaréis comiendo fruta en el desayuno sin daros cuenta.
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  • Dale la vuelta a la tortilla: aunque pueda parecer una obviedad, y seguramente lo sea, una forma fenomenal de comer fruta y que casi nadie puede rechazar es en zumos. Aunque no hay que pasarse, porque igual para llenar un vaso normalito necesitamos ya cuatro naranjas y eso es mucho azúcar de una sentada, sí que nos puede ayudar para aumentar la ración de frutas diarias sin esfuerzo. Lo mejor sería combinarlas con alguna verdura u hortaliza y hacerla tipo smoothie, por ejemplo, con una rodaja de piña, un pomelo y una zanahoria, todo bien triturado y con un poco de agua para aligerar la textura, quizá con una cucharada de miel, y ya tenéis un batido reconstituyente bien sano que podéis tomar a media mañana y por la tarde si lo guardáis refrigerado.
  • Deja que el espíritu de Adrià te posea: las frutas no tienen que ser necesariamente un postre, o tomarse siempre acompañadas de algo dulce; podéis incluirlas en comidas saladas y disfrutar del contraste de sabores, ya sea con un melón con jamón, como con una ensalada con frutos rojos o unas bochetas de pollo y piña. ¡Imaginación al poder!

¿Comes frutas habitualmente? ¿Tienes algún truco o alguna forma especial de comerlas? ¡Compártelaa con nosotras!